100 días sin aplanadora y sin coalición de gobierno

Una cosa es buena y la otra no.

Se dice que los políticos colombianos son cortos de miras, pero quienes los juzgan así no se quedan atrás. Con motivo de los primeros 100 días del gobierno del presidente Duque la pregunta por la coalición de gobierno se redujo a la «aplanadora», que ha sido la cooptación burocrática de los partidos por el gobierno para que le aprueben sin chistar mucho la agenda legislativa prioritaria.

Bienvenido el hecho de no tener aplanadora, pero ese no es el concepto de una «coalición de gobierno». Acabar ahí el análisis de la gobernabilidad le hace un flaco favor a la política colombiana.

Lo que estamos oyendo es que coalición de gobierno equivale a aplanadora, y que sin mermelada no hay aplanadora. Y como está bien eliminar la mermelada, ahí vamos viendo y que Dios nos ayude para que el gobierno pueda liderar el país.

Esa es una forma de pensar las cosas. Otra perspectiva es que una coalición de gobierno se hace por afinidad ideológica para compartir la responsabilidad política y electoral de poner en práctica una visión de sociedad, no para sacar tajada de los recursos públicos o robar. Este es el «deber ser» que nos debería mover para remplazar la anomalía de la mermelada.

Para decirlo con un espejo: en Chile, cada lunes se reúnen los líderes de los cuatro partidos de la coalición de gobierno «Chile Vamos» y los ministros de la política y de Hacienda y un par más, con la participación frecuente del presidente Piñera. Hasta donde sabemos, no se reúnen para hablar de «mermelada», sino para ver cómo sacan adelante la agenda de gobierno compartida, cuyo cimiento son los «18 principios comunes» adoptados bastante antes.

Ahora mismo, discuten qué institucionalidad necesita «Chile Vamos» con un horizonte más allá del gobierno Piñera, que está comenzando.

¿Por qué en Chile sí y en Colombia no? Habría dos tipos de respuesta. La que enfatiza en la estructura y nos dice que estamos muy lejos de «parecernos» a Chile -por lo que conviene un poco de resignación-, y la que enfatiza en el «agente» y nos dice que no obstante la estructura el liderazgo puede introducir cambios en el sistema.

El presidente Duque le daría la razón al segundo tipo de respuesta, pues justamente está haciendo eso. La diferencia radica en el cuadro completo del cambio de acabar la mermelada como pegamento de la gobernabilidad.

Él está haciendo un ensayo de construir capacidad de gobernar en el que i) la afinidad ideológica no es preponderante, y ii) no comparte la responsabilidad política (con los partidos de su coalición). 100 días no son suficientes para evaluar el éxito del ensayo, asumiendo que los indicadores de éxito siguen siendo los mismos para un gobierno, pero sí se pueden decir un par de cosas desde esta perspectiva.

i) hay que lograr que Cambio Radical entre formalmente a la coalición de gobierno el 7 de septiembre de 2019 (por términos del Estatuto de la Oposición), y ii) aprobar una norma que permita por una vez condicionada el paso de un partido a otro o la escisión de partidos para que los del Partido Liberal y del Partido de la U afines a la coalición de gobierno entren a esta.

Caracterizar al gobierno; asumir lo obvio: que hay una competencia entre dos visiones y la gana el que construya un centro afín; y hacer una coalición multipartidista de centro derecha de largo plazo.

Estamos en «kairós», «tiempo fugaz propicio para cambios significativos».

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