Ahora sí, ¡a tomar decisiones vitales!

Hay que aprovechar que faltan escasos quince días para enfrentarnos a unas elecciones presidenciales, que por sus características han revolcado al país en forma sorprendente, por todas las circunstancias que las han rodeado, para poder hacer un corto análisis de lo que reflejan las últimas encuestas ante el torrente de sucesos que como un tsunami nos vienen atropellando.

Esta situación que viene desde la primera posesión de Álvaro Uribe, hace doce años, cuando nos estremecíamos ante la amenaza de los asesinos insurgentes de las Farc, quienes en ese tiempo, como ahora, se aprovechaban de la debilidad de los gobernantes, unas veces por ser inocentes víctimas de la astucia de los malhechores, y otras por tener que ocupar todo su tiempo para tratar de sostenerse en su puesto, contra la voluntad de quienes presenciábamos indefensos, cómo la mafia se apoderaba del país cometiendo crímenes con los que nos mantenían aterrorizados.

Tuvimos entonces la suerte y la voluntad de elegir a un presidente que con patriotismo e inmensa capacidad de lucha enfrentó al enemigo, y con toda valentía, apoyado en las Fuerzas Armadas, obligó a las raposas a meterse en sus cuevas, abriendo unas puertas de esperanza que lamentablemente hemos ido perdiendo aceleradamente.

Comenzó entonces el segundo mandato de Uribe que, aunque tuvo fallas, en un balance general muestra muchos puntos a favor, pues además de permitirnos volver a salir de nuestras casas con seguridad y recorrer otra vez los campos de la patria, se dio de baja a los principales cabecillas, debilitando de tal manera al enemigo que lo obligó a buscar refugio en las conversaciones de paz promovidas por Santos. En este punto es donde tenemos que reflexionar cuáles han sido las consecuencias por no haber sido capaz este gobierno de darles el golpe de gracia definitivo en el cual estábamos esperanzados, y en cambio se ha llegado a unas aproximaciones de algo que ellos llaman diálogos para la paz, pero que solo son un sainete montado para volver a reforzarse y regresar a las épocas que tanto queremos dejar atrás.

Al preguntarnos la razón de la caída en picada de la aceptación de la reelección de Santos, mi explicación lógica es que este gobierno no solo no ha merecido el respaldo del pueblo, sino que acolitado por los oligarcas mamertos como el hermano presidencial Enrique Santos, y la mano de politiqueros con los que se ha rodeado, ha basado su administración en hacernos creer que nos entregará un país en paz. Su grave error ha sido que ya no le creemos a esas teorías pacifistas, que al contrario demuestran que si no tomamos acciones firmes vamos a caer en manos de desastrosas políticas cubanas y chavistas, las cuales es mejor no mencionar.

Las más recientes encuestas muestran que hay seis temas principales a los cuales aspiramos den una inmediata solución, entre ellos la seguridad, el desempleo, el sector agrícola, la politiquería etc. Solo en séptimo puesto de mayor importancia figuran las conversaciones de La Habana, lo que indica, no que seamos enemigos de la paz , como se nos tilda todos por el presidente, sino que nos hemos vuelto incrédulos ante las buenas intenciones que estoy seguro tienen los negociadores del gobierno, pero que encuentran la respuesta grosera y traidora de, esos sí, los enemigos de Colombia.

Tenemos muy poco tiempo para tomar una de las más importantes determinaciones de nuestra historia, y por eso debemos prepararnos para elegir a un hombre como Zuluaga, que no tiene una sola mancha en su brillante hoja de vida, y quien es capaz de enfrentarse a una clase política en cuyo interior se incuban los malignos huevos de la corrupción y el terrorismo que tanto daño nos han causado.

P.D.: Para conocer la verdad es indispensable imaginarse una inmensa cantidad de falsedades.

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