Alcaldes desconectados

Michael Bloomberg, uno de los hombres más ricos del mundo, fue alcalde de Nueva York entre 2002 y 2013. Aunque parezca insólito, en la meca del capitalismo él diseñó y empezó a ejecutar, como política pública, la provisión de internet de primer nivel a precios razonables, incluidas las comunidades más pobres de esa ciudad.

El proyecto, aún en ejecución, fue una forma de enfrentar el abuso del poder dominante de los operadores establecidos, en materia de precios y calidad.

Aunque debido a los incumplimientos del contratista (Verizon), muchos hogares aún no están conectados, Nueva York es un ejemplo de cómo muchas ciudades del mundo, bajo la filosofía de verdadero servicio público, ejecutan planes específicos de telecomunicaciones con el fin de elevar el nivel de vida y la productividad de sus habitantes.

En Colombia, las ciudades están bastaste rezagadas al respecto, pues por lo general dejan el asunto a las fuerzas del mercado y a lo que quiera o pueda hacer el Estado central. Lamentablemente, el panorama no va a cambiar mucho, ni siquiera en las grandes ciudades, si nos atenemos a los planes de gobierno de los candidatos a alcaldes en Bogotá, Medellín y Cali, que no parecen estar conectados con un plan de telecomunicaciones para sus respectivas ciudades.

Históricamente, la mayoría de los municipios colombianos, en lugar de diseñar planes de beneficio social y de despliegue sostenible de infraestructura, más bien han visto las telecomunicaciones como una oportunidad de cobrar más impuestos y se han dedicado a obstaculizar sin razón el tendido de redes, lo cual ha encarecido la prestación de los servicios y bloqueado la competencia.

Resulta especialmente preocupante el caso de Bogotá. Hasta donde se conoce públicamente, ninguno de los candidatos a alcalde se ha detenido a pensar seriamente sobre el futuro de la ETB. Esta empresa, gracias al inmenso valor estratégico de sus redes, se puede salvar y enfrentar la competencia, pero se necesitaría audacia, imaginación y, sobre todo, impedir que se convierta en la caja menor de la administración de turno. No puede suceder que, en contra del beneficio de la ciudad, dentro de poco la ETB resulte malvendida o transformada definitivamente en un elefante blanco y viejo.

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