Algo huele mal en Cundinamarca

A mi parecer el olor es nauseabundo. La médula del Estado está podrida, y lo peor es que el olfato público está insensible, ni de lejos percibe la putrefacción, quizás porque los encargados de alertarla, aquellos que opinan en el foro público, están comprados por los malhechores y no les interesa quedar mal con el poder corrupto y corruptor alertando que el rey está desnudo.

El principal olor nauseabundo sale de la cabeza del Estado y del gobierno, que en Colombia es la misma, el Presidente de la República, el mismo que juega poker con el destino de la Patria, ese que negocia debajo de la mesa con criminales de lesa humanidad, los narcoterroristas de las Farc, dándoles impunidad y elegibilidad, a cambio de la reelección y de figurar por el Nobel de la Paz; engaña a su pueblo con la quimera de la paz, cuando lo más que habrá será un papel firmado en el que se expresan proyectos anhelados por los ciudadanos, pero que jamás se concretarán porque los criminales no entregarán las armas ni cesarán el lucrativo negocio del narcotráfico; pero si compartirán el poder con el mequetrefe que en una hoguera de vanidades permite la introducción del Socialismo del Siglo XXI en Colombia. Algún día pagarán Santos, Timochenko y sus secuaces ante la CPI los imprescriptibles crímenes de lesa humanidad que por acción u omisión están cometiendo contra los humildes pobladores del territorio colombiano.

Continúa la fetidez en el Congreso, donde intoxicados de mermelada los parlamentarios se inclinan ante los deseos criminales de Juanhampa, legislando barbaridades como el marco jurídico de la impunidad, amén de robar  indemnes partidas del presupuesto público utilizándolas para comprar votos que les aseguren continuar a perpetuidad gozando de los privilegios de ser parlamentarios.

Donde la inmundicia llegó a extremos asquerosos es en la rama judicial, las sentencias se hacen bien vendidas al mejor postor o por órdenes directas del Secretariado de las Farc o de sus adláteres como el Colectivo de abogados estafadores, la UP,  MP o tantos otros organismos de fachada para continuar ejerciendo todas las formas de luchas.

La Fiscalía huele a azufre, como diría el finado líder de la revolución tan admirado y seguido por esos lares. Las únicas preocupaciones de ese Rasputín criollo es aparecer en la prensa dictando doctrina jurídica amañada a los intereses de los narcoterroristas, perseguir ilegalmente a probos funcionarios uribistas y proteger a su patrón, Carlos Palacino, el que hizo el desfalco de la historia a través de Saludcoop, llegando tal protección no solamente al nivel de detener las averiguaciones en el despacho a su cargo, sino también a perseguir criminalmente a quien ose cumplir con el deber de desenmascarar esa nefasta historia de corrupción, como lo hace con la eficaz y honesta Contralora, Sandra Morelli.

En el Estado colombiano sólo se libra de esa pestilencia las Fuerzas Militares, pero quién sabe hasta cuándo, pues la mayoría honesta y capaz de esa institución está siendo eliminada por la guerra jurídica de las Farc.

En conclusión en Colombia o la opinión pública despierta , huele la putrefacción que carcome al Estado y se dispone a luchar contra ella, o en poco tiempo estaremos en una dictadura que nos hambrea, como la venezolana, pues ese es el régimen, el Socialismo del Siglo XXI, que las Farc nos quiere imponer y que Juanhampa está dispuesto a permitirles hacerlo.

Director editorial pensamientocolombia.org

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