ALGUNOS APRENDIZAJES DEL 15 JUNIO

En la política colombiana suceden hechos sorprendentes que muchas veces ignoran u ocultan los analistas. Como por ejemplo: pasar por alto que uno de los más beneficiados en el debate electoral fueron las Farc.

Con el 99% de la opinión de los colombianos en su contra lograron, con la estrategia reeleccionista, refrendar su “legitimidad” como fuerza beligerante de una “nación en guerra” para continuar negociando la “paz” con los voceros del Estado al que combaten, incluyendo al representante de las Fuerzas Armadas constitucionales.

En vez de aprovechar las pasadas elecciones para convertirlas en un plebiscito contra la violencia narcoterrorista y en un amplio certamen para conocer los programas propuestos por los candidatos para beneficio de los colombianos y el fortalecimiento de la democracia, el populismo santista las trocó en un escenario favorable a los enemigos de la misma.

Presentando a su contradictor como enemigo de la Paz, con la falaz consigna de “Guerra o Paz”, y utilizando como nunca el “todo vale”, se amedrantó al electorado para obtener la reelección. Los principales programas a debatir fueron relegados a un segundo plano para ocultar la sentida crítica de los colombianos a la gestión gubernamental de la llamada “Unidad Nacional”.

La voz de la inmensa mayoría de ciudadanos exigiendo a las Farc que terminen sus acciones terroristas como condición para continuar las negociaciones de La Habana, fue acallada por los reeleccionistas ubicando a sus contradictores como enemigos de la paz y amigos de la guerra.

Para obtener el triunfo y cobijándolos con el manto de “Frente por la Paz” para aplicar el “todo vale”, Santos pactó la entrega de la Alcaldía de Bogotá para el Polo y el Progresismo, con tal de que sumaran a su candidatura buena parte de los tres millones de votos que captaron contra su reelección en la primera vuelta.

Con una eficiencia inaudita, donde no existe el voto electrónico, a los quince minutos de iniciados los escrutinios manuales en todos los municipios del país, la Registraduría Nacional del Estado Civil ya tenía datos consolidados presentando como ganador al vocero del populismo. Su triunfo en las regiones de mayor violencia terrorista y corrupción electoral marcaron la diferencia.

Chantajeados con el falso dilema populista de “Guerra o Paz” los colombianos serán ahora testigos de la cuenta de cobro que le pasarán a Santos los negociadores de las Farc. Continuarán exigiéndole, con más soberbia que antes, que les entreguen lo que no lograron durante tantos años en su accionar narco terrorista contra la democracia.

Las palomas de la paz Belisarista, volarán de nuevo heridas sino se les otorga mucho más de lo que pedían en el Caguán. Al congreso se trasladarán sus peticiones para que sean refrendadas. Será el escenario de la nueva confrontación. Allí serán sustentados los postulados programáticos que a nombre del uribismo fueron respaldados por los millones de colombianos que le apuestan a un legítimo porvenir dentro de una patria democrática y en auténtica paz, con la firme esperanza de que se conviertan en las banderas de una nueva organización partidaria que los represente auténticamente.

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