Amarraditos los dos, pero sueltos

Si Santos no los sienta en mesa separada ¿el ELN adherirá automáticamente al hipotético acuerdo de paz? Si participa en mesa separada ¿alcanzará en el tiempo que falta a obtener un acuerdo que permita su desmovilización y desarme? Si queda solo en la “guerra”, sus 1.500 guerrilleros serán perseguidos por la Fuerza Pública y por el nuevo mejor amigo de las Farc, el Presidente Santos y su gobierno.

A nadie le conviene más la negociación para la paz que al ELN. Es la guerrilla que más veces ha iniciado conversaciones con los distintos gobiernos desde 1986, incluyendo los presuntos diálogos regionales que se pactaron durante la Gobernación de Antioquia en época del mandatario  Álvaro Uribe. El ELN con el cuento de la paz se ha recorrido el mundo entero con apoyos nacionales e internacionales, con tiquetes de primera clase y hoteles de seis estrellas: La Habana, San José de Costa Rica, Maguncia (Alemania), Caracas, Tlaxcala (México), etc. Son unos seudoturistas disfrazados de una pátina de mártires y combatientes por la “liberación nacional”.

En este tinglado cumplen más de treinta años hasta el límite natural de que no queda sino un “comandante histórico” fundacional, Gabino, cuya dirección política e ideológica la trasmite con parodias de canciones populares, acompañadas de su guitarra, en clave de rancheras y música de carrilera. Pasan temporadas protectivas y vacacionales fuera del país, principalmente en Cuba y Venezuela. Un miembro del COCE, la cúpula militar de la organización, nunca ha disparado un tiro en combate.

El ELN tiene origen en la decisión de Fidel Castro de extender la revolución cubana (1959) por América Latina, como lo quiso hacer el finado Ernesto Guevara en Bolivia. El ELN es hijo natural del castrismo, diferente a las FARC que son fruto del Partido Comunista Colombiano, de la línea moscovita y bolchevique, antes de que en la URSS fracasara el comunismo. Mirando las fotos de los miembros de COCE, es evidente el envejecimiento de sus comandantes, que no solo es físico por el paso de los años, sino ideológico. La comandancia del ELN no ha producido en los últimos años ningún material político original y novedoso, salvo las consignas panfletarias repetidas hasta el cansancio.

Una noticia muy reciente señala que las FARC y el ELN han llegado a un acuerdo de “unidad” respecto de trabajar de manera conjunta por un buen resultado de los diálogos en La Habana y  conseguir la convocatoria a una Asamblea Constituyente. La unidad no es de acción militar, sino de intenciones y propuestas. Pero lo que se deduce es que el ELN sea llamado por el Presidente Santos para dialogar en mesa separada, lo cual sería ben visto por los negociares farianos, que no ven viable una sola mesa que incluya a los elenos. Los recelos, las contradicciones y los odios que han alimentado años de separación entre ambas organizaciones no van a desaparecer si se sientan en la misma sala de reuniones con los voceros del gobierno colombiano.

Al ELN se le acaba el tiempo. Ya se le acabó la historia “heroica” que difundió por el mundo cuando fungía ligar la teología de la Liberación con varios curas en sus filas y en las diócesis y parroquias, con el marxismo-leninismo según las entendederas guevaristas. Si Santos no los sienta en mesa separada ¿el ELN adherirá automáticamente al hipotético acuerdo de paz? Si participa en mesa separada ¿alcanzará en el tiempo que falta a obtener un acuerdo que permita su desmovilización y desarme? Si queda solo en la “guerra”, sus 1.500 guerrilleros serán perseguidos por la Fuerza Pública y por el nuevo mejor amigo de las Farc, el Presidente Santos y su gobierno. Y si ahora andan amarraditos, los veremos de nuevo hondamente separaditos.

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