Amenaza sin fronteras

La democracia y la institucionalidad se pueden poner en riesgo de muchas formas. En Colombia se han aplicado todas ‘las formas de lucha’, por decirlo de alguna manera, y no solo por parte de los ilegales sino con la anuencia del Gobierno. Basta recordar la ratificación de una renegociación del acuerdo de paz entre Gobierno y Farc en el teatro Colón, que abrió la puerta a que esa guerrilla se puede convertir en partido político, pero sin que paguen cárcel efectiva por sus hechos ilícitos y menos que reparen. Es aquí donde el común se puede preguntar ¿en dónde queda la famosa Justicia Especial para la Paz?
Después de varios meses de gozar de los privilegios, muchos miembros de las Farc-resultado del ‘Acuerdo de La Habana’- ya andan sueltos.

Y, andan sueltos por el país, recorriendo las calles como si no hubieran cometido nunca ningún delito, algunos viajan en aerolíneas comerciales, jets privados, camionetas blindadas, y muchos sentados al lado de nosotros y no tenemos derecho a quejarnos; todo porque al señor Santos se le ocurrió la brillante idea de brindarles todos los beneficios sin pagar un solo día de cárcel.

El meollo de este asunto es ¿qué va a pasar con los principales miembros de esta organización terrorista?, como la considera Estados Unidos…

Rodrigo Londoño alias ‘Timochenko’, máximo cabecilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) anda suelto; anda suelto por el país haciendo campaña política para aspirar a la Presidencia de Colombia; en esta ocasión visita las regiones en otras “circunstancias” pero con el mismo nombre a la cabeza (Farc) Fuerza Alternativa del Común. En su visita al Quindío, el pasado 2 de febrero, pensó que todo había sido borrón y cuenta nueva, pero Colombia no olvida los atentados, secuestros, extorsiones, acosos ciudadanos y -por tal motivo- su visita no fue lo que imaginó, ¿y no era de esperarse?, ¿acaso pensó que todo iba a ser alegría?

Así como en muchas ocasiones los ciudadanos corrieron por la amenaza de las armas de estos bandidos, en esta ocasión fue él, ‘Timochenko’, el que tuvo que salir corriendo al creer que haber dejado las armas iba a hacer que las personas olvidaran todas las malas acciones que cometieron con la sociedad colombiana.

Un delincuente, que ahora quiere ser presidente de Colombia; un delincuente que cree que por el respaldo del gobierno de Santos va a llegar a la presidencia tan fácil, está equivocado.

¿En dónde quedaron las víctimas que dejó el conflicto? ¿En dónde quedaron los secuestrados, los niños raptados, las mujeres violadas? Eso no se olvida tan fácil.

Se le olvida señor ‘Timochenko’ que, aunque el acuerdo tenga un blindaje internacional, usted sigue siendo un delincuente con más de 448 años de prisión, que suman las 16 condenas que registra la Procuraduría General de la Nación, entre las que se encuentran: masacres, asesinatos, violaciones, 182 procesos judiciales, de los cuales 106 incluyen el cargo de homicidio y 29 procesos más que esta?n en juzgados y el resto se encuentra en la Fiscalía.

Tan solo en 13 condenas las penas de prisión suman 448 años.

También son públicas cinco resoluciones de acusación de la Fiscalía, organismo que ha expedido 141 órdenes de captura en su contra. El líder guerrillero, además, tiene 57 medidas de aseguramiento.
Lo malo es que si hoy buscamos sus órdenes de captura fueron levantadas, y -por esta razón- es que puede andar libremente por el país haciendo campaña política.

Como si fuera poco, anda con protección de la Unidad Nacional de Protección (UNP), institución que está para la protección de los que la necesitan realmente y que terminó siendo integrada por miembros de las Farc, que aún siguen a su servicio.

¿Cuándo será que bandidos como usted pagarán por sus crímenes? Pero cómo no, si el gobierno sacó adelante un proyecto de ley que tituló ‘Marco jurídico para la paz’, en el cual están establecidos los límites jurídicos y políticos para los miembros de las Farc que se acogieron a la desmovilización, a pesar de que ya existía otra ley con ese mismo objetivo (ley de justicia y paz).
Hoy, la gran mayoría de miembros de las Farc andan haciendo de las suyas fuera de las zonas de concentración, otros integraron diferentes organizaciones criminales, y otros volvieron a atacar a la sociedad colombiana.

En paralelo, los miembros del secretariado de las Farc se convirtieron en los nuevos miembros de la alta sociedad colombiana, calificativo que no es errado, ya que estudiando su músculo financiero es claro que lo que menos les preocupa es el tema económico, disfrutaríamos de nuevos terratenientes en el país. Pasaría a ser normal, encontrarse a la cúpula de las Farc recorriendo el extenso territorio nacional visitando sus fincas, que como ellos dicen amablemente “se las compraron a los campesinos”, así varios estudios de diversas organizaciones digan lo contrario.

Los colombianos “gozaríamos” del privilegio de ver a Iván Márquez bronceándose en las playas de Cartagena. Viviríamos un momento agradable viendo a Mauricio Jaramillo nadando en las piscinas de Melgar, si es que sabe nadar. Todas estas situaciones se dan gracias a los beneficios que se les otorgó a través del Marco Jurídico para la Paz y además podrán hacer persecución política con los Magistrados que integran el Tribunal para la paz.

Sólo unos pocos nos preguntamos ¿qué irá a pasar con estos bandidos, sus negocios y su guerra sucia? Pero algo sí queda claro, Colombia no olvida y no va a permitir que lleguen a la Presidencia, y aunque ya no tienen “armas” en la mano, tienen un poder especial, pero en esta ocasión probarán la mano de los colombianos, la discriminación, el repudio y el odio que merecen por las malas acciones de tantos años de guerra y masacres.

Para terminar, quisiera hacer una reflexión acerca de si esta situación sienta un buen precedente para el país: que los miembros de una organización terrorista pasen de ser criminales a destacados miembros de la alta sociedad nacional.

Bueno, la decisión y la razón la darán los días y los colombianos frente a esta amenaza sin fronteras que busca llevar a estos bandidos a andar de país en país, de región en región libres y sin pagar un solo día de cárcel.

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