ANDRÉS FELIPE ARIAS

Es posible que Alberto Bernal, en su columna -La tragedia de Arias- publicada en La República, haya escrito todo lo que muchos pensamos sobre el caso del exministro y el juicio que le siguió la Corte Suprema de Justicia. Para la fecha, aun no se conocía la condena de 17 años y 4 meses de cárcel y la multa de 30 mil millones de pesos que le fue impuesta a Arias. (Lea la columna http://www.larepublica.co/la-tragedia-de-arias_145681

Abogados, periodistas, uribistas, y quienes no lo son, ciudadanos del común concuerdan en dos cosas: Arias no se robó un solo peso (la misma CSJ lo reconoce) y la condena es absurda. Coincidencias que llaman la atención en un país polarizado y en el que se aprovecha para meter el dedo en la llaga cuando la situación afecta la figura y el círculo del expresidente y, ahora, senador Uribe.

Creo en la inocencia de Arias. Creo que la condena es extrema y exagerada. Creo que está politizada y busca mandar un mensaje claro y directo. Creo que con ella se le hace un gran daño a la institucionalidad y se hunde mucho más la credibilidad de la justicia colombiana. Basta solo con voltear la mirada a un caso reciente en Bogotá. Julio Gómez desfalcó al Estado en miles de millones de pesos y por sus delitos lo condenaron a 10 años de cárcel y a pagar un multa de 2.500 millones de pesos. Regresen al primer párrafo y saquen sus propias conclusiones.

No desconoceré que Arias pudo equivocarse. Tal vez le faltó más control y vigilar adónde se iban los recursos de Agro Ingreso Seguro, por lo cual le cabía responsabilidad siendo el titular de la cartera de Agricultura, y en el sector público si uno se equivoca pues tiene que responder, pero de ahí a condenarlo como el peor de los criminales hay mucho trecho y eso es una infamia que le debe dar pena a la Corte.

Arias ha sido condenado por peculado a favor de terceros y celebración de contrato sin cumplimiento de requisitos legales. El primer delito, supuestamente, porque era él quien decidía adónde se iban los recursos para que las familias que los recibieron le donaran a su campaña a la presidencia. No hay un solo testimonio que soporte tal acusación. El segundo delito es por haber firmado con el IICA –organismo de la OEA- un contrato sin previa licitación. Esta acusación da risa. Como dice Alberto Bernal: “Para la Fiscalía, y ahora para la CSJ, únicamente el contrato firmado por Arias con el IICA es criminal. El resto, todos NO licitados, pues esos sí están bien…”. Para entender las motivaciones de esta condena no hace falta creer en Arias o en Uribe, solo hace falta tener tres dedos de frente.

Ojalá no se desconozcan las irregularidades de este fallo, porque con él no solo se está afectando a Andrés Felipe, a su esposa y a sus hijos, también a la base institucional del país que cada día se resquebraja más y no sabemos cuánto tiempo pueda aguantar.

Por último: no soy quién para decirle a Andrés Felipe Arias qué hacer. ¿Regresar al país y pasar en la cárcel parte importante de su vida o acudir al asilo político en Estados Unidos? Lo ideal sería que responda ante la justicia y pelee con todas las fuerzas por su buen nombre, pero esa es una decisión personal y que respeto, porque como dice el viejo y conocido refrán: para la verdad el tiempo y para la justicia Dios.

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