Apagón mediático por Venezuela

La cadena de arbitrariedades contra la prensa crítica en Venezuela sumó la semana pasada una nueva perla. Un tribunal venezolano, saltándose todo debido proceso, decidió prohibir la salida del país a 22 directores de medios de comunicación en respuesta al todopoderoso presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, quien los demandó por publicar una información, original del diario ABC de España, que lo acusaba de liderar una organización dedicada al tráfico de drogas.

Según narró uno de los afectados por la decisión -el director del diario El Nacional, Miguel Henrique Otero-, Cabello nunca pidió réplica ni rectificación, ni dio argumentos que refutaran lo publicado. Se dedicó a utilizar la estrategia que, hasta ahora, le ha salido tan bien al régimen: usar la justicia para amenazar a aquellos que no están filados con Miraflores. Gozando de la impunidad por ser el segundo hombre más poderoso de Venezuela y aprovechando que la división y el equilibro de poderes se esfumó hace años, Cabello amedrenta a los periodistas y esquiva responsabilidades.

Resulta esclarecedor que los 22 medios involucrados no se han plegado al chavismo, tras una década y media de agresiones a la prensa. La lista la encabezan periódicos impresos y digitales de peso como El Nacional o Tal Cual, este último dirigido por el veterano izquierdista Teodoro Petkoff, crítico del gobierno bolivariano y quien recientemente ganó el premio Ortega y Gasset pero fue inhabilitado para ir a España a reclamarlo.

Aunque la decisión fue comentada públicamente, los afectados ni siquiera recibieron una confirmación o una citación por parte del tribunal. Parece un chiste pero no lo es.

Los periódicos de Latinoamérica dedicaron apenas un par de editoriales al asunto pero ahora es noticia de ayer, relato olvidado. Poco se recuerda.

Se dice desde cada esquina de la opinión continental que los gobiernos han dejado solo al pueblo de Venezuela pero los medios de comunicación tampoco hacen mucho más. Sería momento, de una vez por todas, que levanten una voz conjunta contra los abusos cometidos por el régimen chavista contra la prensa libre. Un apagón mediático por Venezuela ante la situación de angustia e impotencia.

Desde las limitantes en los insumos –como la imposibilidad de acceder al papel y la tinta– hasta el matoneo judicial, las voces disidentes se acaban lentamente en la tierra vecina. Prefieren ellos mismo silenciarse antes que ahogarse en sangre.

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