Armas a la mano

Tras varios días preguntándome acerca de la facilidad de adquirir armas de alto calibre en Michoacán y otras entidades de nuestro país, me puse en contacto con un par de personas que llevan más de 30 años viviendo en Morelia. Concentré mi curiosidad en dos preguntas que pensé les tomaría tiempo responderme: ¿has tenido frente a ti algún arma que sólo pueda ser posesión del Ejército? ¿La viste o tocaste recientemente?

Ilusamente imaginé que las primeras personas con las que me comunicaría no tendrían alguna experiencia directa sobre los procesos para conseguir ametralladoras, pero aspiraba a que al menos me dieran alguna referencia de alguien que sí tuviera una historia propia al respecto.

No fue sólo el hecho de que ellas mismas hubieran presenciado la posesión ilegal de armas en sus contextos sociales lo que me sorprendió, sino la cantidad de años que han pasado desde que tienen noción de que esto sucedía entre los michoacanos. Hace más de 15 años una de ellas asistió a la fiesta del hijo de un connotado notario en la capital del estado. Entre los brindis y la música, el anfitrión (que no rebasaba los 25 años) empezó a mostrarles a sus invitados su colección de armas. Las había obtenido gracias a un ex integrante del Ejército que se dedicaba a “importar” armamento para venderlo clandestinamente entre los civiles.

Se requería, solamente, tener un buen contacto y cubrir los altos montos para costear los juguetitos.

Parecería entonces que únicamente aquellos con recursos y fuertes relaciones públicas podían hacerse de un arma ilegal. Pero paralelamente existe una experiencia con la que ambos requisitos pueden exentarse. En 1993 una maestra procedente de algún poblado de Tierra Caliente narraba a sus alumnos universitarios episodios en los que presenciaba el aterrizaje de helicópteros a los que identificaba como norteamericanos, que distribuían gratuitamente armas entre los campesinos y profesores rurales.

Los acontecimientos de los últimos días en Michoacán son sin duda el producto de un conflicto social que lleva décadas gestándose. Gobiernos locales y federales de diferente color partidista permitieron que las armas cruzaran nuestras fronteras y se anidaran en diversas zonas del territorio nacional. Historias como éstas deben sobrar en otras entidades de la república. Y definitivamente frente a la indefensión de un hombre que sabe que su esposa puede ser secuestrada o su hija violada en completa impunidad, la adquisición de un arma que amedrente a los criminales parece un deber irrenunciable. La ilegalidad con la que los criminales confeccionaron su arsenal de armas traspasó las fronteras de los hogares y se hizo cotidiana no sólo la venta y compra sino el portarlas en plena vía pública o poseerlas en domicilio para usarlas en ciertas circunstancias. La calidad y potencia de estas herramientas no podía ser menor que la de los criminales. La lógica obliga a igualar fuerzas frente al agresor.

Hoy en día existen sólo dos tipos de licencias para la portación de armas en México, las oficiales y las particulares.

Las oficiales son con permiso de la Secretaría de la Defensa Nacional y las particulares bajo la autorización de los miembros de corporaciones policiacas. Sería interesante conocer el número de permisos que se otorgaron para la portación de armas durante los últimos cuatro sexenios. Aunque podemos adelantarnos con la hipótesis de que por alta que sea la cifra, no corresponderá nunca con la posesión real de quienes consiguieron adquirir una o varias.

Michoacán está hoy en la mira de autoridades, medios nacionales e internacionales, y las redes sociales distribuyen centenares de notas y opiniones por segundos sobre la situación en el estado. Reaccionar con oportunidad y certeza una vez que las armas están a la mano de cualquiera, no será una tarea sencilla. Lo que sin duda se debe de evitar paralelamente es el ingreso de más armas a territorio nacional y la distribución hormiga en otros estados de la república. Si no hay una política estratégica al respecto, no habrá de sorprendernos que el día de mañana el conflicto de Michoacán sea un facsímil en otros estados y municipios mexicanos.

Analista política

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