ATENCIÓN A LOS SABLES

El socialismo salvaje que se pretende imponer en Venezuela, de acuerdo al manual cubano de procedimiento, empieza a tener serias consecuencias en el seno de la fuerza armada nacional. Hemos repetido hasta la saciedad que nuestros militares no son marcianos, ni vinieron de Júpiter, ni de la Luna. Son iguales al resto de la sociedad civil. Así como nosotros nos hemos calado, hasta ahora, a un régimen de la calaña del presidido por Hugo Chávez y heredado por Nicolás Maduro, ellos se calan unos mandos igualitos al régimen. La diferencia está en que los militares no pueden declarar ni hacer manifestaciones de protesta. Tampoco quejarse en voz alta. Nosotros sí. De esta manera se crea la sensación de que todos los miembros de las fuerzas armadas son socialistas comunistoides, incondicionales del alto gobierno e integrantes de un régimen que pretende militarizarlo todo para atemorizar a la disidencia y seguir gobernando sobre la base del miedo y la represión.

Pero son tan venezolanos como nosotros. Tienen hijos y familias, amigos y vecinos. Sufren en carne propia la tragedia de un país en disolución dominado por una potencia extranjera y dirigido, de paso, por los incompetentes más corrompidos de la historia contemporánea. Por si esto fuera poco, son testigos de excepción de las desviaciones, negociados y enriquecimiento descarado de los militares prevalidos del régimen. Ya no guardan, ni siquiera, las apariencias.

En el mundo militar se ha aplicado la misma medicina que en el mundo civil. Se ha sustituido la meritocracia por la lealtad perruna. Política que llevó a la ruina a PDVSA, lo que parecía un imposible. Las empresas básicas del aluminio, el hierro y sus derivados están en igual situación. El hambre y el desempleo se multiplican mientras la deuda externa crece sin precedentes. La destrucción del aparato productivo y el férreo control sobre el ingreso petrolero para los fines específicos de un régimen ideologizado y dependiente, ha multiplicado el costo de la vida, el desempleo y la incertidumbre de ricos y pobres, de civiles y militares honestos que desean sacudirse la nefasta influencia cubana en los temas que les son propios. Algunos de ellos se vinculan con la integridad del territorio, la defensa de la soberanía y la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Cada día se habla menos de estos asuntos por la asfixia que sufren los medios de comunicación independientes que no se han rendido ante el estado-gobierno. Pero el malestar existe y se propaga aceleradamente. “Qué vamos a hacer, esto no puede ni debe continuar” son palabras que se repiten machaconamente entre civiles y militares que por idénticas motivaciones patrióticas se identifican plenamente con el documento de Año Nuevo de la Conferencia Episcopal Venezolana sobre la situación actual. Los demócratas venezolanos esperan la comprensión del continente y del mundo. ¡Que no se sorprenda nadie!

oalvarezpaz@gmail.com  Sábado, 25 de enero de 2014

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