¿Atentado?

Comienzo con esta pregunta porque hablar de magnicidio en Venezuela es ponerle muchas alas a quien usurpa el poder actualmente, darle una dimensión sobrevaluada, magna, de su gestión y sobre todo reconocer que es presidente por la voluntad libre de los venezolanos que lo eligieron.

Pero lo que sí puedo reconocer son los atentados diarios al bolsillo del pueblo de Venezuela, al pensamiento disidente, al derecho a la protesta, a su derecho a la alimentación balanceada, al libre comercio e inversión, a la vida, por parte del gobierno que dirige el Sr. Maduro.

Hoy ante una nueva y absurda declaración pública de un magnicidio cibernético, o por lo menos electrónico, cabe pensar primero quién es el que está atentando contra los derechos de algún venezolano, porque lo que se puede ver a las claras es el forjamiento de las supuestas pruebas, que de no ser así, hace tiempo estarían presos o perseguidos (más de lo que comúnmente están perseguidos) los acusados.

Pensemos en las circunstancias que rodean la obtención de los famosos “emails”.

“Hackearon” la cuenta, sin orden judicial alguna, de los que ahora involucran como cabecillas de la “ciberintentona”, donde aparecen nombres muy respetables como el de la ex diputada María Corina Machado.

Ante tal violación de la privacidad y sin que vergüenza medie, la Fiscal General de la Nación aplaude la acción delictiva y justifica lo injustificable.

Tan absurda es la trampa que, amenazas mediante, aun no se ha procedido contra los autores de dicha correspondencia y aunque no dudo que puedan hacerlo, arrastrando por los pelos cualquier minucia legal, hasta ahora sólo demuestra que es un deporte que todos los funcionarios del régimen quieren practicar: denunciar golpes y magnicidios frustrados. Lo raro es que no hay ni un solo preso, ni una prueba solida demostrada. Aunque, presos sí podemos contar por centenares, pero por otras razones políticas.

Es así como en Venezuela un “hacker” es aplaudido y en Colombia apresado con el mayor escándalo, provocando incluso debates nacionales e internacionales. Pero por tratarse de Venezuela, el mejor amigo, el de los petrocheques,  ni un solo comentario, ni siquiera cercano al asombro, ni mucho menos al escándalo que enlodó la reciente campaña electoral colombiana, de parte de ninguno de estos aliados.

Está visto cómo muchos países se han alejado de la realidad venezolana por conveniencia, pero que más temprano que tarde, está realidad puede empañar a los gobiernos que hoy se niegan a admitirla públicamente y puede golpearles con el más duro revés.

pilinleon@gmail.com

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