«Bravo Venezuela»

Los acontecimientos se han desarrollado muy rápidamente. El bravo pueblo venezolano está decidido a sacudirse de la dictadura y lo está logrando. En el vecino país se está viviendo una primaveralatinoamericana en la que se percibe es esplendor de la libertad, a pesar de los atropellos de los sicarios al servicio del agonizante régimen de Nicolás Maduro y sus secuaces.

El pasado fin de semana, vimos a cientos de miles de venezolanos en las calles, protestando nuevamente en contra de la tiranía, respaldando al presidente legítimo, el asambleísta Juan Guaidó y luchando a brazo partido por la recuperación de la democracia.

El resquebrajamiento del régimen mafioso de Maduro es evidente. Mientras el gobierno de Guaidó logró convocar a miles de personas en distintos puntos de la geografía venezolana, Maduro escasamente pudo llenar media cuadra con personas, casi todas ellas uniformadas, es decir, pagadas.

Hace unos meses, la represión era absoluta. El fin de semana, los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana dieron un paso al costado y permitieron que los manifestantes marcharan. Así mismo, la unidad de cuerpo de las fuerzas armadas empieza a observar unas irremediables fisuras.

El primer síntoma es el del general de la Fuerza Aérea, Francisco Yánez quien de manera valerosa reconoció al gobierno de Guaidó. Me inclino a pensar que en los próximos días veremos a muchos más militares de alto rango siguiendo el ejemplo de Yánez.

Maduro está solo, sin dinero, repudiado por su pueblo y por la comunidad internacional. Las pocas lealtades que le quedan son fruto de una transacción económica. Sin los recursos del petróleo no podrá continuar pagando la nómina de aliados, ni sobornando conciencias. Aquello catalizará su caída y el concomitante retorno de la democracia.

No será un proceso sencillo y seguramente tendrá muchísimas dificultades. La herencia del terrible “Socialismo del Siglo XXI”, luego de 20 años de desgracias, perdurará por algún tiempo más en la martirizada Venezuela.

Pero la enfermedad empieza a desaparecer. La dictadura perversa de Nicolás Maduro tiene los días contados gracias -y hay que reconocerlo por siempre- a la tenacidad y la perseverancia del pueblo venezolano que con dignidad, coherencia y valentía nunca perdió la esperanza y, a pesar de las grandes dificultades que tuvo que padecer, se mantuvo firme en su decisión de recuperar la libertad.

Pero también hay que reconocer el papel de Colombia, particularmente del gobierno del presidente Iván Duque quien desde la campaña presidencial aseguró que no le daría ningún reconocimiento a la dictadura de Maduro, a ese mismo que el propio Duque siendo Senador de la República, denunció ante la Corte Penal Internacional.

Desde el 7 de agosto, a través de la cancillería colombiana, empezó a articularse una ofensiva diplomática cuyo objetivo es el de sacar a Maduro del poder. El resultado salta a la vista de todos: don más de 60 los países que hoy desconocen al tirano y ven a Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela.

Todo el reconocimiento, toda la solidaridad y admiración a ese valiente pueblo que a punto está de recuperar la democracia que hace 20 años liquidó el macabro régimen chavista.

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