Carta urgente a mi presidente

Mi insomnio se llama Venezuela. Hoy por la mañana desperté inquieta. En mi mano izquierda, un café y en la derecha el celular. En las redes sociales, una palabra recurrente: Libertad. Una vez más, sentí la impotencia de estar lejos y no poder hacer nada. Leí una de esas cosas que no quisiera un venezolano ver en un titular: 'Condenan a Leopoldo López a 13 años, nueve meses y siete días de prisión'. Mil preguntas llegaban de nuevo: ¿Dónde está la justicia? ¿Qué pasó con mi país? ¿Dónde están los valores y la moral? ¿Acaso luchar por una nación libre debe ser penado por la ley? Usted, señor Presidente, que se dice gobernar "la tierra de la paz", ¿podría contestarme?

En febrero de 2014, yo trabajaba como periodista de uno de los medios más importantes de Venezuela: Últimas Noticias. Comencé con las ganas, esas ganas de servirle de voz a la sociedad, pero lo que me encontré en el camino fue la censura y el poder económico de un régimen que compró la información para ocultar la verdad. Espero que lo que le escribo no lo enoje, sr. Presidente. Al fin y al cabo todo esto lo desconoce. Sin ánimo de dramas, le cuento que mientras pasaban los días, esa sala de redacción se llenaba de lágrimas y despedidas: mis compañeros dejaban su carta de renuncia en la imponente mesa del jefe. El motivo: no se sentían libres. No podían contar al pueblo lo que realmente pasaba en un país que una vez lo tuvo todo. Fue allí donde entendí que mi futuro no estaba en Venezuela. Sr Presidente, yo aspiro a ser una persona libre, una periodista libre. Cualquier persona aspira a la Libertad.

En julio de este año, usted negó que la juventud venezolana estuviera abandonando el país para buscar oportunidades de progreso. Entonces, ¿podría usted decirme dónde están mis amigas? ¿Dónde están Lucía, Marisa, Johana, Nina, Gleddy, Hadit, Rosed, Ileana, Sofía? Ellas se graduaron con la misma ilusión que y dejaron a sus familias por convertirse en forasteras.

Y es así como decidí salir de mi patria querida, esa patria que el comandante Chávez tanto defendía. "La vida cabe en dos maletas, eso han comprendido un millón de venezolanos. No hay espacio para apegos", dijo el escritor Leonardo Padrón y eso fue lo que asumí.

En octubre del año pasado, llegué a un país al que usted no quiere mucho, no por su gente, sino por sus gobernantes. Llegué al país donde he podido sentirme libre. Me ha costado mucho, señor Presidente, porque su Gobierno no me permitió usar mis ahorros que tenía en Venezuela para dedicarme al periodismo. En la carta que recibí, firmada por su gobierno, aseguraban que el periodismo "no se encuentra establecido en las áreas prioritarias para la nación". ¿Podría decirme, señor Presidente, por qué teme al periodismo? Como yo, hay más 25.000 estudiantes venezolanos que subsisten como pueden en todo el mundo, con su dinero retenido en su país de origen. Hemos sobrevivido reinventándonos…

Pero, ¿sabe qué? Por primera vez me he sentido libre. Me he sentido libre porque he realizado un Máster que me ha formado para trabajar en el periódico EL MUNDO. Me he sentido libre porque no me dicen qué puedo y qué no puedo escribir. Me he sentido libre porque puedo ir a un mercado y comprar lo que necesito y lo que quiero. Me he sentido libre porque puedo caminar por las calles sin miedo a perder la vida porque alguien me robe el celular. Y me siento libre porque hoy me permiten hacer esta carta abierta para que usted me responda. No ha sido fácil lograr esa Libertad, que tal vez sea ficticia, porque es una libertad negada por el país que me vio nacer.

Un día, señor Presidente, usted dijo: "Dios proveerá". Yo le pregunto hoy: ¿Acaso Dios tiene en sus manos el futuro de nuestro país? ¿Será fácil echarle la culpa a Dios cuando Venezuela sea solo ruinas? ¿Me permite un modesto consejo? Si fuese su hija le pediría sin cansancio que liberase a los presos políticos, que respetase al pueblo venezolano y colombiano, que la humildad le hiciera reconocer sus errores. Y le pediría que se gane mi confianza para que pueda regresar al país que amo y por el que voy a luchar todos los días de mi vida.

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