Celadas y miedos

¿La líbido guerrera determina la agenda política de la negociación habanera? Para los terroristas, alienados con la doctrina marxista-leninista de la combinación de todas las formas de lucha, esa es su tara y su estrategia. Sin prisa, han diseñado una maniobra: “declaramos un cese unilateral, reducimos los ataques y bajan las estadísticas; atacamos de nuevo, si el Gobierno no replica pierde allá y acá y dondequiera que contraataque fabricamos desplazados, la gente se preocupará, nuestros amigos harán campaña, adentro y afuera, y nos vamos al cese bilateral. Mala suerte para los “camaradas” que deban caer, con tal de lograr nuestros objetivos”. Recordemos que el miedo es el instrumento favorito del estalinismo.

La demostración de fuerza de nuestros militares, ha sido un oportuno recuerdo a la jerarquía fariana que el Estado aún mantiene una superioridad letal sobre su mermada caterva, a menos que, gracias a las rutas del narcotráfico, a las conexiones en Cuba y al G2, adquiera el armamento antiaéreo que hace rato está buscando, pues el derribo de una aeronave militar le daría un giro a esta viciosa guerrita. La reacción de los narcoterroristas no debería ir más allá de lo conocido: sabotaje a la infraestructura, ataque a unidades militares o policiales mal comandadas, asesinato de civiles, especialmente en áreas fronterizas con Ecuador y Venezuela y de repente algún atentado terrorista en una ciudad capital. Así, las farc mostrarían (¿o disimularían?) sus capacidades armadas reales actuales, con las consecuencias que tal demostración traería en las negociaciones y en la opinión pública, algo que les importa un sieso. Con que logren el cese bilateral será suficiente por ahora, aunque en esta mortal apuesta puedan perder militar y políticamente. Al fin y al cabo, en La Habana están seguros y cómodos.

A su vez, nuestra Fuerza Pública tendrá que demostrar que a pesar de los oscuros movimientos del Gobierno, mantiene el dominio de la inteligencia humana y técnica, el espíritu de combate y la ofensiva, a contrapelo de un sistema judicial embalado en su contra y unos aparatos políticos parroquial e internacional enfocados en su desprestigio y debilitamiento.

Este escenario en desarrollo nos dará, después de tres años de incertidumbres santistas y de arrogancias terroristas, un panorama fresco de balance de fuerzas. Ojalá el gobierno de turno no se acobarde y caiga en la trampa de bajar la guardia. Porque la gerontocracia comunista no está dispuesta a volver al monte y seguirá planeando, sin afán, más y mejores celadas para el asalto político al poder del país que han depredado por 60 años.

Algún funcionario pidió “sensatez”, sensatez que les ha faltado a las farc para darnos a los colombianos una mínima muestra de credibilidad.

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