¿Cese bilateral?

No hay duda, tanto para quienes apoyan ciegamente el proceso de “diálogo” que adelanta el gobierno de Juan Manuel Santos en La Habana con las Farc, como para quienes a través de estos años hemos expresado nuestras dudas, y seguiremos haciéndolo, es un error –grave error- pensar en un cese al fuego por parte del gobierno, lo cual, supuestamente, nos llevaría a un desescalamiento real del conflicto, pues no habría ataque de ninguna de las partes.

En los cinco meses que duró el cese unilateral de las Farc, estas perpetraron más de 150 ataques, lo cual indica que no hubo cumplimiento de su propia promesa, así como de ninguna, a eso ya nos tienen acostumbrados. No obstante, Santos decidió premiarlos y decretó una suspensión de los bombardeos, lo cual fue aprovechado por los terroristas, y por citar el caso más sonado, 10 militares fueron masacrados en Cauca. Allí se reiniciaron las operaciones aéreas y el balance para el Ejército es muy positivo, pues han dado de baja a un número significativo de criminales. La respuesta de las Farc era obvia, suspender el cese unilateral que nunca cumplieron. ¡Vaya cinismo!

Como lo expresara el exviceministro de Defensa en el gobierno de Álvaro Uribe, Alejandro Arbeláez, “Santos es un rehén del proceso con las Farc” y por eso, a pesar de que en ocasiones habla durito e intenta hacernos creer que tiene todo bajo control, es claro que el ritmo de las negociaciones lo llevan las Farc. En los últimos días, después de afirmar con vehemencia que hay que ponerles plazo a los “diálogos” porque hace un año que no tienen avances significativos, llegamos a pensar que había reaccionado y que su mensaje era “ahora o nunca”, sin embargo, un par de días después cambió el tono (ya estamos acostumbrados a eso también) y expresó, palabras más, palabras menos, que se debe hacer lo que sea necesario para llegar a un cese el fuego bilateral.

Pareciera entonces que la consigna es que no importa cómo pero hay que firmar algo, incluso pisoteando (más) la Constitución Nacional, ignorando los tratados internacionales, el clamor de las víctimas y el deseo de los colombianos de tener algún día una paz real, estable y que dure, no un acuerdo válido solo en el papel y que únicamente servirá para alimentar los libros de historia, eso sí, en el capítulo de los fracasos.

Y como si fuera poco, alias “Carlos Antonio Lozada”, que en días recientes estuvo en Colombia y fue transportado cómodamente en vuelo chárter desde Cuba, dijo que en la primera carta de Santos a las Farc, este les dejó saber que después de leer el Manifiesto Bolivariano no encontró ningún tema que pudiera ser vetado para negociar, lo cual fue bien aprovechado por este grupo, pues la oferta era imposible de rechazar. Esta situación puede tener dos lecturas, Santos les dijo lo que querían oír para llevarlos a la mesa o en realidad cree que las propuestas de las Farc son las que un país como Colombia necesita. Amanecerá y veremos, mientras tanto cada uno puede sacar sus propias conclusiones.

Por último: un cese el fuego por parte del gobierno es inaceptable además de inconstitucional, Santos no puede pretender ganar puntos en la negociación dándole una patada, donde sabemos, al Estado de Derecho. Si quiere negociar con las Farc sin que ellas muestren su voluntad real de paz, pues que lo haga (ya lo estamos soportando), y asuma las consecuencias que eso le traerá, pero no puede permitirse acabar con la solidez democrática que tenemos y terminar de derrumbar la institucionalidad que todavía nos queda y tanto nos ha costado mantener de pie.

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