Colombia, a la deriva

A pocas semanas de las elecciones para la Presidencia, cada vez resultan más escasas las razones para reelegir al presidente Juan Manuel Santos, porque nos ha gobernado durante cuatro años a base de promesas incumplidas, reformas abortadas, leyes populistas, ofertas vanas para acallar las protestas, dineros para la compra de votos, relaciones internacionales desacertadas, estadísticas falsas sobre la criminalidad, ver www.guacaica.com.

Promesas incumplidas: El traslado de Gramalote y de unas 12 poblaciones de alto riesgo, situadas en las orillas de nuestros grandes ríos; descontaminación del río Bogotá; prometió la paz en meses tras descubrirle sus conversaciones secretas en La Habana con las Farc; aplaza y aplaza el inicio de las vías de cuarta generación.

Reformas abortadas: Dilapidó haber contado con el 85% de los votos del Congreso y nada importante reformó. La reforma a la Justicia figurará como el peor descalabro político de Santos, fallaron el Gobierno y el Congreso. La reforma a la educación, otra frustración según las pruebas Pisa y todavía no existe ningún proyecto de reforma. La salud figuraba como otra prioridad inaplazable y ahora la estamos considerando como inalcanzable. El galimatías de su reforma tributaria doblará la burocracia de la Dian y reducirá los ingresos…

Leyes populistas por su imposibilidad para financiarlas: No existe dinero ni condiciones de orden público para aplicar la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras vigente desde junio de 2011. El Gobierno reconoce la existencia de seis millones de víctimas de la violencia y cuatro millones de desplazados. Por esto no han retornado tierras ni han entregado la indemnización administrativa de los $20 millones ni al dos por ciento de los afectados. ¿Medio siglo para cumplirla?

Ofertas vanas para acallar las protestas de los sectores productivos, por culpa de la revaluación destructora del peso y de su pariente el contrabando con dólares del narcotráfico. Resultados: desindustrialización, agricultura no rentable, empleos de baja calidad y sin seguridad social, endeudamiento creciente del Gobierno, déficit comercial…

Dineros para la compra de votos: “En todos los países del mundo se les entrega dinero a los congresistas para inversiones en beneficio de sus electores” –afirmó nuestro corruptor Gobierno-. Falso, los congresistas sí proponen inversiones, pero los dineros aprobados no los administran ellos, sino autoridades competentes. Por acá, tras una somera capa de cascajo para una trocha terciaria compran votos con el resto. Consecuencia de esto, algunos departamentos de la costa atlántica y Nariño obtuvieron el 30% de los escaños del Congreso a pesar de censar menos del 15% de la población colombiana.

Relaciones internacionales desacertadas: La entrega de Santos a Chávez de Walid Makled para obtener su apoyo en La Habana. La traición de Santos al exabogado defensor suyo en el Ecuador por el bombardeo a “Raúl Reyes”, Fernando Balda, Santos autorizó su captura en Bogotá y lo entregó a Rafael Correa. Los ‘fallos salomónicos’ de La Haya que le donaron nuestro mar a Nicaragua, China y Rusia. El rechazo a las bases aéreas que los Estados Unidos proyectaban instalar en Colombia. El vergonzoso agradecimiento del dictador Maduro para el presidente Santos por su ‘valioso apoyo en Unasur’. Confunde Santos, finalmente, a la comunidad internacional al presentarle sus azarosos y ambivalentes acuerdos de La Habana como intérpretes de los anhelos de paz de los colombianos.

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