Colombia y la locura

“El país es un problema siquiátrico. Yo atendí a un paciente que se llamaba Colombia”. Dijo Luis Carlos Restrepo, siquiatra, filósofo y comisionado de paz en los gobiernos de Uribe. Independiente de diagnosticar a un país como enfermo o con trastorno siquiátrico, algo que no comparto pues es como “siquiatrizar” o estigmatizar toda un país como con trastorno mental, vale la pena elaborar la afirmación y buscarle otras posibles interpretaciones que se acomoden mejor a la situación de esta sociedad nuestra.

Se ha planteado la “locura moral” como una psicopatía o trastorno de personalidad. Pitchard la caracteriza como  una forma de perturbación en la que no aparece lesión en funcionamiento intelectual y se manifiesta en los sentimientos, el temperamento o los hábitos. Los principios morales están pervertidos, se pierde el autocontrol y la persona no se conduce con honestidad y decencia en la vida. Esta “locura moral” se puede aplicar a la situación del país que moralmente no está tan alto de moral como debería, algo que todos los días nos ocasiona muchos males y tragedias.

El psiquiatra polaco Andrew M. Lobaczewski planteó como estos psicópatas cuando llegan al poder dan lugar a una “patocracia”. En el blog teoriamal, recogen la definición de ‘patocracia de Lobaczewski: “Un sistema de gobierno creado por una pequeña minoría patológica que toma el control de una sociedad de personas normales”. Es un gobierno totalitario en el que el poder político absoluto está en manos de una élite trastornada, y su efecto bien dañino sobre la sociedad es dirigirla y motivarla por valores patológicos. Una “patocracia” tiene varias formas y muchas veces aparece encubierta como un sistema aparentemente justo. Así, se presenta bajo el disfraz de una democracia.

A la “patocracia” le señala  unas características, de las que recojo unas que se acomodan perfectamente a este país. 1. Empobrecimiento de los valores morales; una estructura social basada en el interés propio y el ventajismo, en lugar del altruismo. 2. Corrupción generalizada. 3. Actividades secretas en el seno del gobierno, pero vigilancia de la población general, en lugar de transparencia y respeto a la privacidad. 4. Hipocresía y desprecio en acciones de la clase dirigente, hacia los ideales que dicen seguir y los ciudadanos que dicen representar. 5. Medios de comunicación dominados por la propaganda.

Estas últimas si que retratan la crisis moral o el vacío ético que tanto se nos ha señalado: 6. Desigualdad extrema entre los más ricos y los más pobres. 7. La gente es considerada como un “recurso” para ser explotado –como “recurso humano”- en lugar de personas con valor humano intrínseco. 9. Las divisiones arbitrarias entre la población (clase, etnia, credo) son inflamadas para convertirlas en conflicto mutuo. 10. violación de los derechos humanos básicos, por ejemplo: restricción de necesidades vitales básicas como el alimento, el agua, el abrigo, detención arbitraria, tortura y abuso, trabajo esclavo.

CODA. A Restrepo no le fue bien en el tratamiento de esta “locura moral” y “patocracia”, es a los ciudadanos a quienes nos corresponde la terapia intensiva inmediata. Para mañana es tarde.

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