“Como nunca antes”

“Las Farc han construido su carrera criminal sobre un sendero de mentiras (…) Tal vez la mentira más prolongada que le vendieron las Farc al país, por años, fue la de la supuesta voluntad de paz durante el proceso de diálogo y negociación que lideró el gobierno del presidente Andrés Pastrana en la zona de distensión del Caguán. Con ínfulas de estadistas recibían personalidades nacionales y extranjeras, y atendían mesas temáticas y debates. Sin embargo, tenían claro desde un principio que su objetivo no era la paz sino el fortalecimiento de sus tropas y la obtención de un estatus de beligerancia, vale decir, de un reconocimiento por parte de la comunidad internacional”. Estas afirmaciones, pertenecen al señor Juan Manuel Santos, y quedaron consignadas en el libro Jaque al Terror, publicado en diciembre de 2009, a poco de haber dejado su cargo como ministro de Defensa. Cuesta trabajo entender que quien hablaba con tanta propiedad y conocimiento sobre la pérfida condición moral de las Farc, sea el mismo que unos meses después salió en su búsqueda para proponerles embarcarse en un nuevo proceso, a pesar de tener claro que la paz nunca ha estado dentro de sus objetivos, y que su único interés ha sido siempre el de llegar al poder. Pero, más insólito todavía, es que justamente esa persona a la que no le tembló la pluma para afirmar que las Farc son una partida de mentirosos que no han hecho más que engañar a propios y extraños, ahora nos diga, sin empacho alguno, que “a las Farc hay que creerles”.

El embeleco de La Habana, tal y como está concebido, no ha funcionado ni va a funcionar. Es un yerro peor que el del Caguán, que le hará un daño irreparable al país. Eso no es un proceso de paz, es un acuerdo entre traidores montado sobre un “sendero de mentiras”, cuyo objetivo único es el beneficio mutuo.

Pero, lo más triste, lo inaceptable, es que mientras ellos distraen con el cuento de la paz, el país se cae a pedazos.

La paciencia de los colombianos está a punto de colmarse, tanto así, que la polarización quedó atrás y ahora nos unimos en el miedo y la desesperanza. Es tan impúdico este proceso que, sin acabar siquiera de cuantificar los horrores causados por los últimos hechos de barbarie, los narcoterroristas se permiten anunciarnos que vendrán muchos más, porque saben que mientras no atenten contra destacados personajes y mientras no hagan un daño muy grande en una ciudad importante, el presidente Santos no se les levantará de la mesa de negociaciones.

Las Farc consiguieron ya la mayor parte de sus réditos y el presidente Santos también. Fue reelegido y el premio Nobel, después del cabildeo que hiciera en su reciente viaje a Europa, donde se atrevió a decir que el proceso de paz está tan cerca como que ya estamos viviendo la etapa de “posconflicto”, es factible que se lo den. Pero sería un premio maldito que le pesaría por siempre en su conciencia pues estará manchado de sangre, mentiras y traición. Colombia se desploma, Colombia duele, y para usar la frase favorita del presidente Santos le digo: ¡“como nunca antes”!

P.S. Es una vergüenza que un mandatario con un índice de favorabilidad del 24% y con una desaprobación a la gestión de gobierno cercana al 70%, hable de su “capital político”. El presidente Santos, en términos políticos, está en bancarrota y lo que se está jugando es el país.

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