Conejo de indias

Lo ocurrido en Conejo significa varias cosas:

Primero, las Farc están demostrando que las pretensiones del Establecimiento por absorberlas, asimilarlas y reintegrarlas son solo ilusiones de una cúpula estatal que, de algún modo, tiene que justificar la negociación emprendida.

Segundo, a diferencia de las ilusiones del Gobierno, las Farc no están pensando en el fin del conflicto, sino en su transformación, es decir, ellas gestionarán el postconflicto tal como lo han concebido: la continuación de la guerra, solo que por otros medios.

Como si se tratara de un Conejo de Indias, lo sucedido en la Guajira es, precisamente, el experimento matriz para el posconflicto.

O sea, los dirigentes de las Farc movilizan a la población, la someten a la presión directa o indirecta de las armas, controlan el territorio so pretexto del bien sublime de la paz y se expanden a lo largo y ancho del país al amparo de una comunidad internacional embargada de ilusiones pacifistas.

Cuarto, la insurgencia no armada es tanto o más importante que los combatientes activos. Las redes de simpatizantes cumplen una función preparatoria para el futuro cogobierno de las Farc, pero también le facilitan a la organización armada ejercer el liderazgo para formar una gran coalición refundadora del Estado.

Quinto, el culto a la fuerza y el uso o la amenaza de uso de la violencia seguirá siendo un pilar fundamental de lo que más adelante podría conocerse como “Frente Amplio por la Reconciliación de Colombia” (Farc), acrónimo que ya viene usando el Secretariado.

De hecho, el Eln acaba de demostrar que puede hacerse cargo de las acciones de violencia directa, paralizando vastas zonas de este país, mientras las Farc se dedican a la violencia simbólica, cultural y de intensidad dosificada: ‘estamos dejando las armas, pero las conservamos en nuestro poder para usarlas cada vez que se nos antoje necesario’.

Y sexto, las Farc seguirán rechazando el plebiscito pero presionando sensiblemente a la población para que se comprometa con el “sí”, siempre en el entendido de que si triunfa el “no”, recurrirán a la Constituyente como único escenario válido: ‘con cara gano yo, y con sello pierde usted’.

¿O es que todavía queda algún ingenuo que siga pensando que, matices más, matices menos, lo acontecido en Conejo solo está sucediendo allí?

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