Corazón grande

Después de tanta guerra sucia que va y viene, por fin llegó el momento de la verdad. Este domingo los colombianos recibimos el llamado a elecciones y no podemos evitar acudir a él.

Llega el momento de hacer un alto en el camino y analizar detenidamente la situación de las campañas actuales y a la forma en que se ha venido dando el debate electoral. Debemos analizar con cuidado cuál es la propuesta que más se ajusta a lo que queremos de nuestra patria, nuestra opinión democrática es el voto.
Atrás van a quedar los escándalos y la obsesión de muchos por hacer creer que estamos en un mejor país que hace 4 años. Atrás quedarán también esas interpretaciones periodísticas que solo aplaudían y seguían el juego a una farsa montada para desprestigiar al puntero de las encuestas. También quedarán atrás, o por lo menos por un tiempo, los señalamientos de dineros del narco en la anterior campaña del presidente Santos.

Lo que no quedará atrás es el deseo latente de todos nosotros por tener una luz al final del túnel y que esta sea con justicia y reparación a las víctimas. Queremos verdad y queremos esperanza, queremos una dirigencia que trabaje más y anuncie menos, queremos a alguien que sienta amor por sus compatriotas y no solo se ame a sí mismo.

Los colombianos no queremos saber más del supuesto hacker; más bien queremos un sistema educativo que sea lo suficientemente eficiente para entender qué es y qué no es un hacker. Acá no nos vamos a desgastar en seguir recibiendo señalamientos y que nos metan los dedos a la boca diciéndonos que los tales paros no existen y que las fuerzas oscuras están detrás de desprestigiar al Gobierno. A cambio sería bueno proponer salidas y alternativas productivas para nuestros campesinos y que ellos se conviertan en parte de la fuerza brillante que iluminará un mejor futuro.

Al igual que ustedes, soy feliz compartiendo en familia y viendo como mi hijo crece y aprende cosas nuevas. Cada vez que Santiago me besa, siento que no hay poder en el mundo superior a mi deseo por protegerlo y garantizarle una vida feliz. Y eso es lo que quiero que pase nuevamente con mi Colombia. Quiero sentir que hay alguien que está conectado con nosotros, alguien que daría su propia vida por hacer que tengamos un mejor futuro. Quiero alguien cercano, cálido y amoroso.

Hace pocos días escuché a Martha Ligia Martínez (la esposa de Óscar Iván Zuluaga) y pensaba que esa serenidad y confianza que proyecta no es nada diferente a lo que debe pasar en su hogar. Él, con toda la presión que tiene encima –decía ella–, nunca ha dejado de hablarme con cariño y de preocuparse de si estoy bien o estoy mal. Eso es lo que queremos los colombianos. Alguien que nos quiera y se preocupe y trabaje por nosotros, junto a nosotros, para nosotros.

Muchas propuestas hay hoy en día en salud, infraestructura, educación, seguridad y comercio, entre otras. Muchas promesas y muchas buenas intenciones. Solamente la campaña de Zuluaga en el Centro Democrático ha llegado a cada rincón y ha convertido su aspiración en una fiesta por la democracia. La confianza que transmite el candidato cuando estrecha una mano es el mejor argumento para creer en su palabra. Él ama a su patria como ama a su familia y su esposa. Por eso, y porque tiene sin dudarlo la mejor de las propuestas integrales para el país, mi voto es por Zuluaga y los invito a que lo consideren igualmente.

Nuestra participación democrática es trascendental; recuerden que indiferentemente por quien lo hagan, siempre es mejor participar a dejar que otros lo hagan por nosotros. Votemos con el corazón grande por nuestro país.

Por si acaso: 33 almas puras, víctimas de la imprudencia, ya no están con nosotros. Pocos días antes otros 2 infantes fueron sacrificados por la sed sangrienta de las Farc en Tumaco. Entonces me pregunto: ¿esta es una nación que realmente cuida a los más pequeños?
@Tatacabello

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