Cortina de humo

Estos días he recordado aquella famosa película de Robert de Niro y Dustin Hoffman, “Cortina de Humo”, cuya trama consiste en una estrategia calculada para desviar la atención de un escándalo que afectaba la reelección del presidente de los Estados Unidos. Gracias a la tramoya, la opinión pública fijó su atención en otro asunto y el escándalo que afectaba al gobernante pasó de agache.

Exactamente eso sucede actualmente en Colombia. El proceso de paz de Santos hace agua por todos los frentes, el terrorismo reverdece a lo largo y ancho del país, los ciudadanos están desesperados por el retroceso que se vive y el gobierno, en vez de asumir sus responsabilidades, toma la decisión de poner a la ex uribista Gina Parody a calificar al expresidente Uribe de “amigote” de los paramilitares.

Aquello le sirvió a Santos para que, durante algunas horas, la opinión pública se centrara en la discusión desatada por los infames, temerarios y calumniosos señalamientos de la otrora uribistas y ahora santista ministra Parody.

Pero el humo tarde o temprano termina desvaneciéndose y el problema original vuelve a surgir con todo su esplendor.

Santos ha dicho que bajo ninguna circunstancia aceptará el cese de fuego bilateral con las Farc. Ya sabemos que, como regla general, el presidente de Colombia termina haciendo todo aquello que en su momento juró que jamás haría.

Y todo parece coincidir. El domingo, el jefe negociador Humberto de la Calle apareció en todos los medios anunciando que el proceso de paz estaba en su peor momento. Un día después, los países garantes emitieron una senda comunicación en la que instan a las partes –como si el Estado y las Farc estuvieran en igualdad de condiciones- a, palabras más palabras menos, declarar un cese bilateral de fuego.

Desde el Centro Democrático hemos insistido en la necesidad de que el cese de hostilidades sea unilateral por parte de las Farc. Para que este sea efectivo, se requiere que la guerrilla se concentre en una zona delimitada de la geografía nacional con verificación y acompañamiento internacional.

Para que el pueblo colombiano crea en el proceso de paz, se requiere que la guerrilla tenga gestos reales en materia de cese de acciones violentas. La más reciente encuesta sobre el particular, revela que el 78% del país rechaza la manera como se están llevando las negociaciones con las Farc y ese pesimismo abrumador es el resultado de la actitud desafiante de los terroristas que tan solo en el mes de junio cometieron 83 acciones violentas.

Decretar un cese de fuego bilateral sería la protocolización de la rendición del Estado frente a los violentos. El Gobierno tiene la obligación constitucional y legal de proteger la vida de todos los ciudadanos. Al decir que no se combatirá a quienes se han alzado en armas contra el Estado, se está dejando la vida, integridad, bienes y honra de los colombianos al garete.

Lo correcto en este momento es lograr que las Farc, de manera unilateral, dejen de cometer acciones violentas y concentren sus tropas cuanto antes. Aquello debe ir acompañado de la devolución de los menores que han reclutado forzosamente. La ilegitimidad del proceso de paz se debe, en gran medida, al hecho de que la guerrilla continúe reclutando menores en las zonas donde hacen presencia sus cuadrillas criminales.

La estrategia de negociación del gobierno es errática. Desde hace mucho tiempo perdieron la iniciativa en la mesa de diálogo, la cual se mueve al vaivén de los caprichos de los terroristas que un día anuncian que seguirán asesinando y desincentivando la inversión privada y al otro aseguran que hay que “desescalonar” la guerra.

Las flaquezas del gobierno en La Habana no se solucionan con cortinas de humo ni con declaraciones falsas de una ministra que debería estar concentrada en mejorar los estándares de educación. Valga recordarle a la doctora Parody que los colombianos no nos dejamos engatusar por sus mentiras y calumnias que, coincidencia o no, fueron emitidas horas antes de que apareciera la encuesta que confirma que ella es la ministra con menor calificación del gabinete de Juan Manuel Santos.

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