Crecen Los Caparrapos en Colombia por alianzas con ELN y ex-FARC mafia

Convertidos en uno de los actores criminales más visibles de Colombia por su guerra con Los Urabeños, Los Caparrapos han provocado una reacción de las autoridades en 2019 que les ha valido varias capturas y la pérdida de un arsenal. Pero este versátil grupo criminal ha seguido creciendo mediante alianzas con el ELN y la ex-Farc Mafia para asegurarse un territorio crucial.

El 23 de enero, el ejército colombiano decomisó una explotación de minería ilegal en la zona rural de El Bagre, de la cual el grupo extraía más de 20 kilogramos de oro al mes, lo que se traducía en ganancias mensuales superiores a los US$725.000.

Solo dos días después, un operativo dentro y en los alrededores del municipio rural de Tarazá terminó con el arresto de 14 integrantes de bandas, incluyendo seis de Los Caparrapos, más la liberación de varios menores de edad que habían sido reclutados por la fuerza.

En ese mismo operativo, se incautaron un buen número de armas, entre ellos rifles, revólveres, granadas de mano, más de 1.200 cartuchos de munición y equipo de comunicaciones.

Esas acciones ejecutadas por el ejército y la policía fueron una respuesta a una escalada de violencia asociada a Los Caparrapos en la zona del Bajo Cauca, noroeste de Colombia, donde la cifra de desplazados por esa ola de violencia se cuenta por lo menos en 200 personas. El 17 de enero, enfrentamientos entre el grupo criminal Los Urabeños, también conocido como el Clan del Golfo, obligaron a 48 familias a huir de una vereda de Tarazá.

Como respuesta, la séptima división del Ejército colombiano envió un destacamento a hacer presencia militar en la zona.

Pese a las complicaciones, Los Caparrapos se han seguido fortaleciéndose, principalmente gracias a alianzas estratégicas con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la ex-FARC Mafia, disidentes del proceso de desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia (FARC).

En el Bajo Cauca, el grupo ha establecido alianzas con el ELN y con los disidentes del Frente 36 de las FARC, una alianza que le ha permitido contar con poder de fuego adicional para enfrentar a Los Urabeños, que operan solos.

Los Caparrapos también hicieron un pacto con el antiguo frente 18 de las FARC en el departamento de Córdoba, que brindó al grupo criminal protección adicional para la producción de coca y otras economías ilícitas.

Análisis de InSight Crime

Los Caparrapos se fortalecieron de manera exponencial a lo largo de 2018, cuando intensificaron los enfrentamientos en el Bajo Cauca con Los Urabeños, grupo del cual se escindieron.

El grupo ha demostrado agilidad en sus cambios de alianzas con el ELN y las disidencias de las FARC, que aparecen en un momento en que la violencia arrecia y han provocado una respuesta militar más fuerte, que da al grupo protección adicional en el momento en que la necesitan.

Una fuente de la Defensoría del Pueblo de Colombia en Córdoba, que pidió mantener su nombre en reserva, comentó a InSight Crime que “es posible que Los Caparrapos se expandan fuertemente en 2019 y se consoliden como actor importante en el panorama del crimen organizado”.

Según la fuente, la alianza con el ELN se hizo clara por primera vez a finales de 2018, cuando se denunció que integrantes de Los Caparrapos combatían junto con hombres que portaban brazaletes del ELN.

“Esas alianzas son muy volátiles. Es probable que sean temporales y dependan del reclamo de territorios. Habrán definido qué zonas puede tomar cada grupo”, añadió la fuente.

Hace unos 30 años, la conflictiva región del Bajo Cauca fue un bastión del ELN y las FARC, antes de que la presión de los grupos paramilitares de derecha debilitaran su influencia.

Ahora es un enclave atractivo para la toma de tierras para grupos como el ELN, gracias de nuevo a la fragmentación de Los Urabeños. Las alianzas con Los Caparrapos buscan sacar el mayor provecho de ese vacío de poder.

Esto también aumenta la presión sobre Los Urabeños, quienes se encuentran en riesgo creciente de fragmentación, pues grupos disidentes están empezando a transportar narcóticos por su cuenta. El declive del grupo se hizo evidente con la pérdida de poder de Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, jefe mayor del grupo que se encuentra fugitivo de las autoridades, y puede estar afectado por problemas renales.

Es muy probable que Los Caparrapos sigan acrecentando su poder en 2019, debido a la combinación de su conocimiento operativo y su brutalidad. Se han desplegado cerca de 4.000 efectivos en Antioquia y Córdoba para evitar una mayor expansión del grupo. Pero, según la Defensoría del Pueblo, “la falta de acopio de inteligencia y no saber quién es el enemigo, implica que los soldados puedan tener no más que un leve efecto disuasor”.

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