Crimen sin castigo

Nuevamente se anuncia que la paz está cerca y que próximamente se firmará el acuerdo definitivo. Seguramente que, como anteriormente, los plazos, cuando están cerca, se alarguen. Así llevamos ya casi cuatro años. Y no creemos que un acuerdo final esté próximo, sencillamente porque falta mucho por acordar. No olvidemos aquello de que nada está convenido, hasta que todo esté convenido.

Algunos puntos que las Farc consideran esenciales para llegar a un acuerdo final son, en palabras de Iván Márquez (El Nuevo Siglo, 14-10-2015): no es un procedimiento de sometimiento, es un proceso entre iguales (ya aquí el gobierno legítimo se rebaja ante la subversión); las Farc no entregarán las armas, solo las colocarán lejos (¿Qué significa esto?); El ejército no debe estar involucrado en la guarda del orden interno, labor que le corresponde a la policía (¿el ejército debe reducirse y dejar de combatir una subversión?); las Farc no harán confesiones individuales, harán declaraciones colectivas de verdad, asumiendo su responsabilidad (Márquez tiene 120 órdenes de captura y 30 condenas, entonces a él, entre muchos, no lo cobija la obligación de confesar sus crímenes); las Farc no están en el banquillo (no son acusadas, gozan de inmunidad).

Ante esto se comprende que se haya pactado impunidad cuando los cabecillas solo deberán cumplir “trabajos sociales”, no se sabe dónde, cobijados por la llamada “declaración colectiva de verdad”, mientras los militares que ellos acusen deberán confesar crímenes que tal vez no cometieron para evitar ir a la cárcel.

Falta mucho por convenir y el que las Farc digan que acatan la Constitución y las leyes de la República no es ningún logro, claro que tienen que acatarlas, de lo contrario sería la guerrilla la que impondría la suyas. Tampoco es gran triunfo el que los subversivos digan que devolverán los niños menores de 15 años y que, aducen, son solo 21. ¿No son niños todos los menores de 18? Falta acordar donde se concentrará la guerrilla desmovilizada y en qué condiciones. Las Farc quieren que se acuerde la reglamentación de la minería, el gobierno no. La lucha contra el narcotráfico es también manzana de discordia. Y más importante es la participación en política de los guerrilleros desmovilizados; ¿Circunscripciones especiales? ¿Dónde, con cuantas curules y por cuánto tiempo? Y no olvidemos el importantísimo tema del tribunal especial para la paz y que será motivo de graves conflictos durante toda su existencia. Nadie sabe cómo y por quien se nombrarán los 20 jueces nacionales y los 5 extranjeros, ni bajo que procedimiento desarrollará su labor, ni durante cuánto tiempo actuará.

Como se ve, los temas (sapos) a definir son muchos y difíciles y nos los irán haciendo tragar de a poquitos.

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