Cuando reina la impunidad

“Patrocinar al pobre ha sido siempre, en política, el más seguro medio de enriquecerse”. Nicolás Gómez Dávila

Para un colombiano el declararse político de izquierda es el medio más seguro de enriquecerse. Porque si usted es de izquierda, señor pícaro, puede tener la absoluta certeza que –tanto mediática como jurídicamente– va a ser juzgado con benevolencia. La aguda analista María Isabel Rueda, en su columna del pasado 2 de diciembre, afirma: “Por alguna extraña razón, todo lo de Petro tiene que ser juzgado con un rasero mucho más benigno. Mientras lo que para otros configuraría un enriquecimiento ilícito, un lavado de activos, una contratación indebida, un detrimento del patrimonio público, una financiación ilegal de campaña, si tiene que ver con Petro, automáticamente se transforma en persecución política”. María Isabel añade que lo del video de Petro transcurre en la oscuridad, en la opacidad, bajo identidades escénicas inocultablemente ilegales. “No solo lo que vemos ahí es extremadamente vulgar, entre Petro contando los fajos y acariciándolos lujuriosamente antes de meterlos con avaricia entre la chuspa plástica, sino que ningún político, ninguno, puede manipular fajos de billetes sin provocar la presunción de ilegalidad”.

A pesar de una que otra crítica y caricatura, Petro no tiene nada que temer: es un hombre de izquierda y su impunidad está garantizada. ¡Ay! de que un político vagabundo, al que perciban de centro o de derecha, de haber sido filmado recibiendo fajos de billetes o concretando un envío de cocaína, estaría en la picota pública, y –como lo señala Mauricio Vargas– “de seguro la Corte Suprema autorizaría su extradición en cuestión de semanas…”. El ser de izquierda les otorga a estos pícaros, además de impunidad, una ‘patente de corso’.” Aterra igualmente el silencio cómplice de buena parte de los medios, y demasiados comentaristas y caricaturistas. Estos últimos, que día tras día se ceban en cáusticas columnas y mordaces dibujos (casi exclusivamente dirigidos contra Uribe o Duque) se han mantenido en la sombra, otorgándoles a sus conmilitones de izquierda el beneplácito de la duda.

Otro caso repugnante de impunidad es la de aquel aprendiz de traqueto, Jesús Santrich, amigo y potencial socio del cartel de Sinaloa, quien fue filmado en el intento de enviar 10 toneladas de cocaína a EE. UU. No obstante existir pruebas que incriminan a Santrich, la Comisión de Paz del Congreso, encabezada por Roy Barreras, aseguró que Santrich no debería ser extraditado, y más bien debería ser puesto en libertad para generar confianza en la implementación de los Acuerdos de Paz y posibles negociaciones con otros grupos armados.

El pícaro de izquierda siempre debe llevar a mano el inolvidable poema de Hernando Martínez Rueda:

Todo caco del mundo quisiera vivir en Caconia porque allí es un Brahmin, es un lord, un Medina Sidonia y como es Palestina al sionista y Ucrania al cosaco es Caconia la patria ideal de cualquiera que es caco.

Es lo más natural que se sienta en su casa todo caco en Caconia como crece feliz en mitad del pulmón la neumonía.

Apostilla: La razón por la que las explicaciones de Petro y de Santrich merecen total incredulidad es que los dos están tratando de explicar lo inexplicable; y de excusar lo inexcusable.

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