De la pompa a los acuerdos

Hoy deberán concretarse aspectos de cooperación bilateral con el Reino Unido. Lástima que en su discurso en Westminster, el presidente Santos haya deslegitimado el resultado del plebiscito.

La visita de Estado que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, realiza al Reino Unido, aparte del llamativo ceremonial y protocolo propio de la monarquía que ejerce de anfitriona, tendrá un componente de reforzamiento de los vínculos comerciales y de cooperación en campos como el educativo, ambiental, tributario, agrícola y de infraestructura.

Obviamente el tema central seguirá siendo el del proceso de paz con las Farc, no concluido, y el siempre incierto con el Eln. Esta visita de Estado se programó desde hace muchos meses, y se cumple con la circunstancia añadida de ser el presidente colombiano el receptor del Premio Nobel de la Paz 2016, lo cual imprime una mayor notoriedad a su gira británica y otorga mayor capacidad de hacer escuchar sus mensajes.

La canciller de Colombia, María Ángela Holguín, anunció que se trazaron unas líneas de trabajo para la próxima década, en lo que será una agenda estratégica que supere los viejos moldes de la política antidrogas y el conflicto interno. No especificó cuáles serán esas estrategias, más allá de los lineamientos generales de cooperación internacional.

El secretario de Relaciones Exteriores británico, impulsor del Brexit, Boris Johnson, dijo en un artículo publicado en El Tiempo el pasado fin de semana que Colombia es “uno de los amigos más cercanos del Reino Unido en América Latina”. Recuerda que su país es el tercer mayor inversionista extranjero en Colombia, que en 2015 el comercio bilateral llegó a los mil millones de libras esterlinas, y que la meta para 2020 es que Colombia compre bienes y servicios británicos por valor de 900 millones de libras esterlinas.

En su artículo, dice el responsable británico de las relaciones exteriores que los intereses de su país en Colombia son tan diversos que abarcan ciencia, educación, investigación, defensa, energía, transportes, y que “reforzamos la tradicional amistad entre nuestros dos pueblos incrementando el turismo”. No deja de ser paradójica esta última frase, teniendo en cuenta que el visado que el Reino Unido pide a todo colombiano que quiera viajar a su territorio es uno de los más exigentes y costosos.

Esta visita de Estado, cumplida la ritual jornada protocolaria de ayer, se enfocará hoy en los aspectos empresariales y económicos. Se podría concretar el interés de asociación para exploraciones petroleras en áreas marítimas colombianas.

En cuanto al discurso pronunciado ayer en Westminster, el Parlamento inglés, por el presidente Santos, no se puede ignorar la muy desafortunada referencia que hizo al mayoritario voto por el No a los acuerdos con las Farc en el plebiscito del 2 de octubre. Dijo el presidente que esa votación “fue resultado de una estrategia de desinformación y mentiras”. Aunque en Colombia lo ha dicho varias veces, deslució por completo su discurso al decirlo en el más emblemático de los parlamentos del mundo. Deslegitimó el pronunciamiento popular y subestimó, de nuevo, la capacidad crítica y el criterio de millones de votantes.

Valdría la pena que el presidente se cuidara de incurrir en esas contradicciones, de dibujar un país lleno de potencial y a la vez tachar a sus mayorías electorales de ignorantes y presas de manipulaciones. Máxime que lo dice en el país donde también este año hubo un referendo con resultado polémico, pero que ninguna autoridad de allá ha querido burlar.

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