Del discurso político a la práctica politiquera

Uno de los significados que arroja la RAE al buscar en su diccionario la palabra coherencia es: “actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan”. Esta acción humana de suma importancia hoy escasea en nuestra sociedad, más aún en los círculos de poder.

Vemos por ejemplo, a personajes como Roy o Benedetti, manzanillos de pura cepa, que desconocen siquiera la existencia de la coherencia. Ellos bien podrían ser los máximos representantes o exponentes de la incoherencia colombiana. O del oportunismo.

En el Centro Democrático tienen cabida todas las tendencias o corrientes ideológicas y políticas, claro, siempre y cuando sean democráticas. Es un partido nuevo, el cual cuenta tan solo con tres años de existencia (para redondear). Pero esto no lo exime de contar con la presencia de manzanillos e incoherentes como los ya mencionados. Muchos caucanos y colombianos hemos visto como algunos de los “lideres” o “representantes” del Centro Democrático vociferan discursos alentadores, halagadores y soñadores. Como en los debates posan de defensores y practicantes de una política nueva, sana, argumentada y respetuosos de los estatutos del partido; pero sorpresa la que se llevan al ver que en la praxis es todo lo contrario.

Todo eso bello y esperanzador de sus intervenciones se vuelve cenizas y se va por los aires cuando de trabajo de campo se trata. Los odios, los celos, los dimes y diretes, la búsqueda de un reconocimiento no tan merecido llevan a ello: a pensar una cosa, a decir otra y a efectuar una muy distinta. Es como si pequeños Benedettis hicieran presencia en el interior de algunos miembros del Centro Democrático.
También resulta desalentador encontrarse con personajes que políticamente poco o nada han aportado al avance de la sociedad y hoy posan de expertos y ejecutivos, cuando lo único que manejan bien es la retórica, pero nada más. Y claro, como en todo, hay despistados y testarudos que rinden honores a tales personajillos. Personalidades que, como esos “máximos representantes o lideres” del partido, hacen uso de un discurso cargado de bellas palabras pero nocivas prácticas. De nada sirve.

Cualquiera es bienvenido en el Centro Democrático, todos tienen un lugar en el partido, pero mal hacen y se equivocan quienes piensan que van a imponer a sus amigos, que van a imponer sus apellidos. No señores. Ese es un estilo de política anacrónica; hoy el mundo ha cambiado, y el “¿usted no sabe quién soy yo?” o “¿no sabe quién es mi papá?” no funcionan. Esas actitudes clásicas de Roy y compañía no las necesitamos, no las queremos y las rechazamos. El Centro Democrático es un partido de los colombianos, de los jóvenes que desean un cambio, es un partido de la base y trabajaremos cada día para que ese deber ser se cumpla.

Congresistas y directivos del Centro Democrático, actúen con coherencia, enaltezcan el espíritu del partido, estén a la altura de esta patria, dejen una huella que las nuevas generaciones sigamos como ejemplo. No sean los villanos del presente y el olvido del mañana.

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