Desmitificando el mito: El verdadero origen de la guerrilla de las Farc

La necesidad, hecha deber, de cada generación ha de ser entender el contexto social y cultural en el que se haya su experiencia de vida, con el fin de integrarse a las dinámicas sociales que le comparte su entorno y enfrentar los retos que le presenta. Desconocer el pasado resulta ser, quizás, una de las mayores tragedias por la que atraviesa Colombia, pues con infinita frivolidad enfrentamos la cotidianidad.

Desde el faro de la democracia, la libertad y la defensa institucional del Estado, adentrarnos a explorar la mar resulta ser una tarea compleja, y más cuando los opositores de la democracia y del Estado de derecho se han valido de artimañas como la desinformación, la invención de historias paralelas y la configuración de mitos y héroes en favor de sus objetivos políticos y armados; pues su interés no ha sido otro que agitar las aguas para ocultar la verdad histórica.

Además, éste debe ser un esfuerzo al que también debería sumarse los medios de comunicación y replicadores desprevenidos, pues en su afán por encontrar razones que expliquen la naturaleza del conflicto colombiano, han hecho eco a las argucias de las Farc por enhebrar una historia afín a sus intereses, y más aún, cuando la guerrilla pretende imponer en La Habana y ante la opinión pública una comisión de la verdad hecha a su medida, para justificar cincuenta años de atrocidades terroristas bajo el sofisma distractor de que la reacción violenta del Estado, en control de la oligarquía bipartidista, los llevó a empuñar las armas en defensa de la clases oprimidas y por tanto a todos sus desmanes debe dárseles un tratamiento político, incluido el narcotráfico.

De ceder el Gobierno nacional a tal pretensión, nos veríamos expuestos a una exhaustiva reedición, no solamente de los libros de historia, sino también de los millares de expedientes judiciales en contra de los integrantes de las Farc, con todas las implicaciones jurídicas que ello puede tener.

No se busca desconocer la incapacidad histórica que ha tenido el Estado colombiano para establecer control y presencia institucional sobre el territorio nacional, y mucho menos ocultar su ineficacia para reducir la gran brecha de desigualdad social que por décadas se ha mantenido en el país; lo que se pretende es deslegitimar la razón justificadora de su alzamiento en armas por la supuesta existencia de “causas objetivas”, como desafortunadamente lo indicaría el ex presidente Belisario Betancurt; además de evidenciar su verdadero origen:

Son parte de la estrategia del comunismo internacional, que a través del Partido Comunista Colombiano, adoptan la combinación de todas la forma de lucha, incluso la armada, para la toma del poder. Por tanto, antes de la fundación de las Farc el Partido Comunista ya había decidido optar por la lucha popular prolongada.

Estas circunstancias permiten establecer la premeditación y planeación sistemática de su accionar “revolucionario” a través del terrorismo, o lucha armada, como algunos interesados lo prefieren entender; lo que en todo caso los convierte automáticamente en victimarios de los millones de colombianos que han resultado víctimas directas e indirectas de su actividad ilegal.

Si bien el comunismo perdió vigencia con el debilitamiento y colapso de la Unión Soviética, el soporte político internacional para las Farc pasó a ser el socialismo latinoamericano liderado por Cuba y Venezuela, además del apoyo nada desdeñable del Partido de la Izquierda Europea; y su soporte financiero, el narcotráfico.

Actualmente el grupo guerrillero atraviesa por un momento de ruptura, pues debe hacer la transición desde la lucha armada hacia la incursión en las lógicas democráticas con miras a la toma del poder y, desde allí, realizar los respectivos ajustes económicos y políticos al Estado colombiano teniendo como referencia el modelo socialista.

Para tal fin, sus esfuerzos se concentran en posicionar en el imaginario de la sociedad colombiana razones que los hagan ver como víctimas de la violencia reaccionaria del Estado y legítimos defensores de las clases oprimidas.

Buscarán imponernos su verdad histórica. Nada más distante de la realidad.

Twitter: @alvaroprezmolin

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