Después de Isagén, ¿van por las pensiones?

Cuando pregunté sorpresivamente en televisión en vivo, en sus respectivos programas de debate, tanto a María Jimena Duzán como a Hassan Nassar, si eran accionistas de Ecopetrol, me respondieron contundentemente que no, pero cuando les pregunté si tenían ahorros pensionales me respondieron que sí, a lo cual les repliqué que entonces sí eran accionistas de Ecopetrol, y también de Isagén, y además dueños de títulos de deuda pública y de fondos de capital privado, entre otros activos financieros que respaldan los ahorros pensionales privados, que actualmente ascienden a $180 billones.

Y si personas informadas, que además se relacionan con gente informada, ignoran el destino de sus aportes pensionales, ¿qué esperar de los 13 millones de afiliados que cuando reciben su extracto lo archivan, en el mejor de los casos, sin revisar más allá de su saldo?

¿Cuántos afiliados conocen a su representante en la junta directiva de su sociedad administradora de fondos pensionales (AFP)? ¿Cuántos de estos usuarios financieros tienen claros sus riesgos o si los clasificaron en el perfil conservador, moderado o arriesgado? ¿Acaso algún afiliado sufre si las acciones bajan, o los bonos públicos o privados pierden valor, o si alguna concesión vial como Bogotá- Girardot quiebra? Pues no. Estos multimillonarios recursos parecieran no tener doliente.

Tal vez por esto es que el Gobierno ya les echó mano para usar parte de este ahorro privado en sus intereses públicos y, mediante el decreto 1385 del pasado 22 de junio, permitió que los dueños de las AFP puedan hacerse autopréstamos con los recursos administrados, siempre y cuando el destino del crédito sean las obras de infraestructura de 4G, el mismo pretexto con el que se justificó la venta de Isagén.

El peligroso decreto 1385 ya está demandado ante el Consejo de Estado, y se necesita una labor de pedagogía económica y financiera para prevenir lamentables sorpresas, en momentos en que los mercados financieros y bursátiles a nivel nacional y global sufren de mayores riesgos y volatilidades.

Con el “cuento” del posconflicto, el Gobierno aceita una “cascada estructural” de más impuestos, y con el “cuento” de las vías de 4G ya nos quitaron Isagén y vienen por las pensiones, socializando sus riesgos. Todos alerta. Son “cuentos” públicos que no pueden privatizarse.

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