Doña Libia está de viaje

La República Popular Socialista de Libia, país que dice gobernar Muamar Gadafi, 1962, es una región desértica con entrañas de petróleo y gas. Sus habitantes, seis millones, tienen un buen ingreso promedio, si los promedios reales fueran efecto de los matemáticos, y no de los políticos. No obstante la rebelión popular en Libia socialista no se refiere tanto a un descontento con los ingresos, sino a su situación frente a la libertad y a la democracia. Gadafi es un dictador excéntrico que proviene de una tribu de beduinos  y que vive debajo de una carpa donde tiene toda clase de servicios, incluidos los sexuales. Lo anterior no impide ejercer su mando desde confortables instalaciones, tipo bunker, vestido con túnicas recamadas de su cultura tribal, rodeado de una guardia femenina, unas amazonas entrenadas en defender al jefe padrón. Los hijos de este espectacular semental de las arenas estudiaron en Europa y son activos  administradores del estado socialista libio. Defienden a su padre que, cual león de la desierta soledad, se empeña en llegar a la edad provecta de Fidel Castro en el poder.

Europa tiene que ver sobre el problema en Libia, pues solo las separa  el mar Mediterráneo, el navegado por Ulises y Cleopatra cuando esta reina de Egipto también lo era de Cirenaica, la Libia de hoy. Europa, el Viejo Continente, por contraste con el Nuevo Continente americano, su sabiduría y sus cepas vinícolas, está conformado por estados democráticos, después de las más crueles guerras de la humanidad y de las más terribles dictaduras totalitarias, el nazi-fascismo y el comunismo soviético.

Europa y los Estados Unidos impulsan desde la ONU y la OTAN la existencia de una Libia democrática y quieren proteger los derechos del pueblo que enfrenta de manera desigual, a las Fuerzas armadas de Gadafi. Se proclamó, como Chávez, el revolucionario internacionalista que liberaría al mundo. Regó sus dólares petroleros por doquier. Guerrilleros colombianos fueron a Libia para recibir entrenamiento militar en explosivos y comunicaciones, igual con otras organizaciones ilegales del mundo. Inició sus planes expansivos revolucionarios con una planta para fabricar armas nucleares, la cual fue bombardeada preventivamente por los Estados Unidos. Gadafi instigó la voladura terrorista de dos aviones comerciales repletos de civiles, uno de cuyos autores fue juzgado en Gran Bretaña y recibido después como héroe por el coronel libio. También la masacre de Munich, 1972, y la de una discoteca en Berlín, 1986.

Con su cara curtida por antorchas, teme al genio suelto de la lámpara de  Aladino dedicado a la democracia. Por eso se le ha visto ensayar la alfombra voladora de las diez mil y una noches que le esperan en el infierno. Sus socios en América Latina, Venezuela, Nicaragua y Cuba, podrían ofrecerle asilo, junto a su carpa de circo, sus camellos y sus beduinas del servicio de seguridad. Pero si se empeña en morir, que lo recoja Alá, aunque el dios de los musulmanes no tiene la culpa de este alacrán del arenal.

Jaime Jaramillo Panesso 
Elmundo.com
Marzo 28 de 2011
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