Duque: hijo de la atenas suramericana y el argumento político

Damos forma a nuestros edificios, luego ellos nos la dan a nosotros. Winston Churchill

La argumentación como base del debate civilizado y el método para enseñar a pensar se originó en Grecia. Por eso el ser bogotano de nacimiento, como Duque, o adopción, como es mi caso, debe ser un orgullo. ¿Por qué soy tradicionalista? Porque conocer la tradición nos da una base muy clara de lo que somos en el presente, de tal forma que podamos construir un futuro coherente. Ejemplo, si se aprendió la urbanidad de las buenas maneras hace 60 años, hoy en el 2018, se puede ser igualmente cortés y decente en las redes. Eso da coherencia a una conducta. Así, esta ciudad intenta conservar y respetar lo más excelso de su tradición; es decir, su pasado arquitectónico, sus costumbres de caballerosidad, a pesar de los embates de la necesidad de espacio, y el desgreño de las buenas costumbres. De igual forma, mi ciudad natal, Barranquilla, con su lema “La puerta de oro de Colombia” nos recuerda la inclusión de todos los orígenes y razas como la base del progreso.

Dicen algunas versiones que el escritor francés Pierre d’Espagnat, otras que el argentino Miguel Cané, sorprendidos por el movimiento cultural bogotano de aquella época compararon a Santafé de Bogotá con Atenas. También los hay quienes afirman que fue el alemán Alexander Von Humboldt quien se refirió de esa manera elogiosa sobre nuestra capital al observar la diversidad de intelectuales y las instituciones culturales y científicas que se encontraban en estos lares. Estos calificativos son todavía creíbles pues en múltiples ocasiones ha sido declarada como la Capital Mundial del Libro. Además, lo de Churchill lo dijo cuando algún político ‘pragmático’ le preguntó por qué invertía dinero en reconstruir viejos lugares destruidos por los bombardeos. La sabia respuesta del Gran Líder debería ser la guía de una política cultural de estado en la que conservemos los diferentes aspectos de la tradición como símbolos de dignidad y respeto para restituirlos cuando esos valores sean olvidados. Además, cuando veo la hermosa arquitectura del Capitolio Nacional pienso en la dignidad y lógica ejercidas con la muy ateniense pasión por la verdad, ausente en la argumentación política petrista y la de sus seguidores. Al no darnos cuenta que esa argumentación existe para bien de todos, especialmente en un escenario de pugnacidad política, proliferan los ‘fake news’ y la infamia como algo natural. Esa Bogotá de debate de altura fue la que me formó desde cuando llegué de la costa en el tren de la Ruta del Sol.

¿Pero qué es la argumentación? Es el razonamiento que se emplea para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a alguien de aquello que se afirma o se niega por lo que es el fundamento del desarrollo del pensamiento en occidente y, por lo tanto, de la democracia. La argumentación surge cuando algo no es evidente. Y se argumenta con lo que es racional, plausible, verosímil, probable, porque no existe la certeza del cálculo, la evidencia, o la prueba. Se argumenta para probar, no para establecer enemistades.

Siendo que a Descartes se le considera el adalid del pensar moderno y que este consideraba la evidencia como el signo de la razón que nos lleva a la verdad, una política razonable y racional sería aquella que se basa en demostraciones que parten de ideas claras y pruebas determinantes. Ahí es cuando se la puede considerar una ciencia y se la estudia en universidades. Cuando esto no ocurre y la política no tiene argumentación, se convierte en promesas y esperanzas, o se sustituye por eslóganes de campaña para desprestigiar. Esa es la que la gente conoce, la que se trajina en Colombia, con la que se hace negocio.

Cuando se argumenta contra Iván Duque diciendo que no tiene experiencia, se elimina la premisa esencial de la razón que es la que produce soluciones. Ese modo de pensar pragmático considera ‘verdad’ la conformidad con los hechos políticos acostumbrados en Colombia. ¿Pero cuáles son esos hechos? Hasta donde yo sé los hay buenos y muy detestables; nauseabundos los llama el Fiscal. En cambio Duque representa el argumento, basado en la prueba, la demostración, la claridad. Su experiencia tiene que ver con el manejo de la política como una ciencia, una profesión; algo nuevo en el país. Y para convencer de ese nuevo paradigma tiene liderazgo.

La política basada en la conformidad con los hechos de conveniencia, es la que exige mermelada, alianzas, maquinaria, negociación de burocracia, compra de votos. Y acabamos de ver los ‘sorprendentes’ resultados en contravía de lo que se consideraba como ‘la’ verdad de una campaña política. Fue derrotada la maquinaria de Vargas; la bandera de la paz de Humberto De la Calle no convenció; al populismo amenazante de Petro le ha tocado recular; el argumento de autoridad del profesor no encontró su lugar. Cuando le preguntan a Duque cómo hará para gobernar, creo que él lo practica pero no lo ha dicho: “Con la seducción de la razón” y lo ha demostrado. Así, cuando la política no es regida por la razón sino por lo pragmático suceden cosas como estas:

1. Pedirle los verdes al candidato Petro que se ‘comprometa’ a algo cuando su conducta ha mostrado lo contrario. ¿Le cree usted a la conducta conocida de Petro o las promesas exigidas de unos esperanzados burócratas? ¿Quién garantiza las promesas de Petro?
2. Para ilustrar las diferentes interpretaciones del voto en blanco he aquí la perla de la tontería: que se elimine su casilla y que simplemente se deposite la papeleta. Esa ‘propuesta’ la oí en la W. Sería el festival de ‘ochas y panochas’ para los adictos al fraude. Petro dice que votar en blanco es votar por Duque, pero también representa muchos otros sentires.
3. ‘Sospechar’ de Duque antes de que empiece a gobernar con la ‘suposición’ de probables personas corruptas que no se conocen. Un ejemplo histórico y universal de semejante pensamiento falaz es que Jesús anduvo con Judas Iscariote durante tres años y Jesús no se convirtió en traidor, ni Judas en salvador. Cuando, sin fundamento, se sospecha de la integridad de otra persona, más bien refleja lo que cada quien es. En sicología eso se llama proyección.
¿Por qué ocurre lo anterior que al no entenderse desemboca en la percepción de que estamos frente a una mentira? Porque aun si la verdadera política debe ser regida por la razón de los sabios como pregonaban los griegos, esta puede ser utilizada para circunstancias que nada tienen que ver con el juego limpio:
1. La razón se utiliza para lavar el cerebro con algo que sea verosímil, no necesariamente verdadero. Para ello las ‘pruebas’ se manipulan. Aquí lo que juega es la intención.
2. Se usa para que algo sea moral o políticamente necesario en beneficio de un interés político. Ejemplo: es necesario que Duque o Uribe sean tal cosa para votar ‘a conciencia’ por Petro o Fajardo. Y esas realidades que falsamente motivan se traducen en:
3. Supuestos argumentos en un escenario de debate para derrotar a un oponente con ‘deliberaciones’ que pretenden remplazar el contexto serio de una decisión, verdad jurídica o económica. Ahí surgen los inquisidores que se creen entrevistadores. Un ejemplo: las propuestas económicas de Petro no funcionan, no porque sean de izquierda, sino porque su matemática contradice la realidad de la economía.
4. A las anteriores circunstancias de razonamiento se pueden añadir elementos mentales o emocionales que son obstáculos para el raciocinio, pero que al ser ‘normales’ dentro de la condición humana, se acepten como parte de la ‘verdad política’ o la manipulación judicial para desprestigiar. Esos elementos son: la imaginación, la pasión, la sugestión, la intuición. Se considera entonces que mencionar el nombre de Santos, Uribe, Duque, Petro, Gaviria, De la Calle, Fajardo, Vargas, de manera lastimosa, apasionada, sarcástica, con admiración, etc., le da ‘veracidad’ al argumento.
5. Se considera también como una verdad necesaria un hecho al aparecer en la televisión o los medios, o mencionado por una persona de autoridad; o si ese hecho lleva el nombre de acuerdo y tiene sanción legal. Pero las personas aunque saben que la DESINFORMACIÓN existe, no saben cómo funciona. Definámosla: “La desinformación, también llamada manipulación informativa o manipulación mediática,? es la acción y efecto de procurar en los sujetos el desconocimiento o ignorancia y evitar la circulación o divulgación del conocimiento de datos, argumentos, noticias o información que no sea favorable a quien desea desinformar. Habitualmente es una de las argucias que se utiliza en los medios de comunicación, pero estos no son los únicos medios por los cuales se puede dar una desinformación. Puede darse en países o sectas religiosas que tienen lecturas prohibidas, gobiernos que no aceptan medios de oposición o extranjeros, naciones en guerra que ocultan información. (Wikipedia) Veamos un ejemplo de la Revista Semana en relación con Petro en la edición 1883:
6. El titular dice: “25 datos que debe saber sobre Petro” Entonces usted lee sobre la infancia, juventud, el ejercicio como alcalde, senador, etc. Pero su vida delictiva no se profundiza. Usted va a Google, como Fajardo, y teclea: “Condenas contra Gustavo Petro” y encuentra nueve entradas sobre sus delitos y vida desordenada. Por decoro no publico una de ellas.
7. Encuentra los siguientes titulares: 1. El expediente Gustavo Petro | El Espectador.com ; 2. Gustavo Petro debe pagar multa por detrimento patrimonial en Bogotá …; 3. Delito por el que fue condenado Petro no era amnistiable…; 4. Gustavo Petro Contraloría de Bogotá: Las sanciones a Petro por la … ; 5. Gustavo Petro afirmó que nunca existió una sentencia judicial en su …; 6. Palacio de Justicia: Gustavo Petro y su verdad – Revista Semana; 7. Primera condena contra Gustavo Moreno es de 3… – Revista Semana; 8. “Gustavo Petro asesinó colombianos, quemó el Palacio de Justicia y…;
8. Otro preocupante artículo de desinformación sobre Petro es el de La Silla Vacía: “A pesar de sus simpatías, Petro no podría ser un Chávez” en donde hace un alambicado esfuerzo para quitarle peligrosidad a Petro, a pesar de que presenta pruebas de su actitud caudillista y dictatorial. Yo resumo el caso Petro con un dictamen del sentido común: Cada quien tiene la opción de dormir con alguien de quien piensa o sabe que es amigo o con quien sabe que puede ser el enemigo. Escoger la posibilidad del enemigo porque todavía no ha sido la víctima es una tontería letal. Ese sentido común se refleja en la estable y ascendente mayoritaria intención de voto por Duque desde el 11 de marzo.
9. Pero las cosas se complican porque el argumento político tiene que adaptarse al auditorio mediante una entrega populista o razonada. Entonces ¿Cuál es el verdadero Petro, el de la plaza, la televisión, la radio o la historia delictiva, guerrillera y chavista? María Isabel Rueda publica una muy diciente columna sobre Petro: “El candidato switch,” por lo que me atengo a quien muestra ser en su historia personal, en su coherencia de vida, quien dice ser: Duque. Pues una cosa es un impoluto jefe de estado hablando ante las Naciones Unidas, ante un único oyente, una asamblea de hombres de negocios, un electorado pueblerino o citadino y otra muy diferente es oír a una persona con una razonable duda sobre su ética, comportamiento pasado y presente; un pasado y un modo de ser que meten miedo, al que tenemos derecho, como lo tenemos para no comer aguacate o dejar de tomarnos la sopa como Mafalda. Y ahí la estadística no miente. Por eso, si Duque no gana en una Bogotá antiuribista, pero triunfa en una Colombia diversa, profunda y citadina, representada por diversos partidos políticos, ¿qué escenario de razonamiento avalaría usted para una decisión basada en esos hechos?
Además, hay acuerdos o desacuerdos de ciertos auditorios particulares como son los partidos; alianzas o desencuentros propios de cada discusión como una conversación entre Duque y Gaviria. Y hay preguntas que nos hacen pensar: ¿Qué le dice a los indecisos si líderes respetables y respetados del centro izquierdo como Fajardo, Claudia López, Jorge Robledo y muchos otros, no votan por Petro? Su prontuario delictivo y desordenado, su modo de pensar y su actitud autoritaria, son la clave. Nadie quiere estar asociado con una persona así. ¿Y qué debe hacerse cuando no se tiene una verdad? Buscarla, si de ello depende el futuro del país.

Porque cada argumento se hace mediante una selección de datos e interpretaciones, de problemas y supuestas soluciones, de estilos personales y técnicas argumentativas, cada argumento es una feliz dificultad; por eso en medio de esa dificultad, la verdad del discurso aparece como el más preciado tesoro para el elector. Pero también cuenta, y es la más importante, la verdad ética del candidato. Popeye puede contarnos una verdad fáctica sobre sus andanzas y opiniones porque pagó por sus crímenes. Y eso puede ser reconocido y permitido en democracia. ¿Pero lo escogería como candidato presidencial? ¿Qué le dice a usted entonces que terroristas queden avalados para gobernarnos en gracia de un acuerdo que no ha sido honrado por el pueblo; o que se vayan de turistas a Isla Margarita autorizados por la JEP? ¿Qué clase de ‘verdad’ es esa? ¿Está basada en apreciaciones subjetivas o en hechos?

Los hechos ocupan un lugar sagrado en las democracias occidentales. Cada vez que la democracia parece ir mal, cuando los votantes son manipulados o los políticos están eludiendo las preguntas, para una decisión clara, recurrimos a los hechos. Sin embargo la combinación de movimientos populistas con las redes sociales se les considera responsables de una política ajustada a la verdad de cada quien. Las personas tienen oportunidades cada vez mayores de moldear su consumo de medios en torno a sus propias opiniones y prejuicios, y los líderes populistas como Petro están listos para aprovecharse de esa realidad.

Sin embargo, el terreno de Duque es el de los hechos. Y estos son los que ponen a prueba la idoneidad de cualquier candidato cuando las perspectivas políticas en conflicto se someten al escrutinio de la realidad estable de los números.

Esa realidad de los números es la que ha hecho crecer el sentimiento público hacia Duque al analizar sus argumentos. Hay precedentes de esto en el «gusano» que monitoreaba la reacción de la audiencia en vivo durante el último debate presidencial televisado en Estados Unidos. El ‘gusano’ subía y bajaba en respuesta a cada momento según la retórica y argumentos del candidato. Y así como los mercados financieros representan los sentimientos de los empresarios e inversionistas que fluctúan a lo largo del día, Colombia se ha estado moviendo en subida alrededor de Duque. Es él en realidad el que ganará el premio de montaña que se le negó a Fajardo.

Por otra parte, al haber querido Petro apropiarse del ‘acuerdo sobre lo fundamental’ de Álvaro Gómez Hurtado, ha olvidado que los colombianos también hemos aprendido nuestra propia lección: existe un acuerdo con LO REAL y es que la verdad siempre coincide con los hechos. Si usted profundiza la vida de Petro verá que no es capaz de honrar ese acuerdo, ni en lo político, lo administrativo, ni lo ético. Lea: “Desbandada de renuncias en administración Petro en solo 14 meses…” ¿Se lo imagina de presidente al que le renuncia el gabinete por autoritario y arbitrario? ¡Qué Dios nos guarde! Y para evitar que eso ocurra, léase la excelente entrevista de María Isabel Rueda a Luis Guillermo Echeverry, Gerente General de la campaña de Iván Duque: “¿Sin Uribe como lanzacohetes, Iván Duque habría llegado tan rápido?” (El Tiempo, 5 de junio de 2018)

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