Eco, sencillamente ridículo

Sencillamente ridículo es el espectáculo que están protagonizando los asesores de imagen y los tirabeques y los seguidores en general, del muisca, movido, el show, por el terror cerval que les causa Álvaro Uribe Vélez.

Han caído tan bajo, son tan vacíos de argumento, tan pobres de molleras, que últimamente les dio por remover la vertiente politiquera de la inquisición: la imagen del señor Uribe, el Uribe del señor Uribe, no puede aparecer en sitio público, ni en tarjetones; a propósito de tarjetones ya sé dónde viene ese nombrecito: basta mirar la bemba del registrador Sánchez; pero, la intención de esta columna no es hablar de caras ni de fachas pues tendría que hacerlo, y no me interesa, acerca de las Mi diosito Petro con las que intenta parecerse al señor Allende, antes del suicidio.

No. Y me estoy enredando: quiero hablar del terror inmenso y profundo que les causa a los mamertos terroristas, y valga la redundancia, la presencia imbatible en la política colombiana, ratificada con el triunfo que se acerca en el Congreso, de don Álvaro Uribe Vélez. Aunque les duela a los que les duela y mientras más les duela más me gusta, el señor Uribe…

Mencioné la inquisición politiquera y no rematé. No les conté que don Savonarola hacía asar a los que él condenaba dizque por herejes, pues ahora, naciendo el siglo XXI, el de marihuana legal, mi hermano, de matrimonio entre maricas, de vírgenes algunas en los altares, de hombres depiladas las cejas y topos de diamante; el siglo de yo me mando y de hago lo que me dé la gana, a los comuñangas y a los liberales, hambrientos de poder, se les ocurrió, de acuerdo con su brazo armado, que farc y elenos eso son, en sangriento haz, declarar a los cuatro vientos que Álvaro Uribe Vélez era blanco de guerra y que si no era posible darle, torpedearían su campaña política, eliminándole de los ámbitos públicos su cara, su nombre y hasta su apellido.

Es innegable que han sido efectivos en cuanto a la marcha del sistema; es decir, que han logrado desaparecer, eliminar, de titulares y de pantallas y del tarjetón, la efigie, el nombre y el apellido del doctor Uribe Vélez, pero están tan desacreditados, valen tan poco los gestores y los actores de la guerra en contra de lo visible, de lo superfluo, que enmarca la grandeza del espíritu del doctor Uribe Vélez que este no solo ha crecido sino que ha penetrado más hondo en el cerebro y en el alma de la mayoría de ciudadanos colombianos.

El terror que les infunde Uribe a sus contradictores y a sus enemigos es que ellos saben que perdido el poder a manos, a urnas de él, de Uribe, saldrán a la luz pública las fuentes, peores que el 8000, de la corruptora y ladrona “mermelada”.

Ecopetrol. Federación de Cafeteros. Isagen. Transportadores. Combustible. Caficultores. Sectores agropecuarios. Industria. Comercio…

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