Economía: ajuste y riesgos

La devaluación del peso se ha acelerado. Ello es manifestación del ajuste que sigue la economía. Sin embargo, hay riesgos en los frentes comercial y fiscal. El Gobierno debe actuar con prontitud y eficacia.

Durante las últimas semanas la cotización del dólar pasó de 2.500 pesos a niveles cercanos a los 2.800, como ocurrió el viernes pasado, cuando la tasa representativa de mercado fue, en promedio, de 2.752 pesos. Este comportamiento ha generado diversas especulaciones sobre el valor que pueda alcanzar el dólar durante los próximos meses.

Sin embargo, en lo que hay consenso es que la tasa de cambio se mantendrá alta por un tiempo relativamente largo.

Las razones que se aducen tienen que ver, entre otras cosas, con el fuerte impacto que ha sufrido la economía con la caída del precio del petróleo y de otras materias primas.

También se menciona que el efecto contagio de la situación en los mercados emergentes (Brasil y China principalmente) lleva a una reducción de la inversión extranjera en países como Colombia. Esto se ve reforzado por la previsible alza de las tasas de interés en Estados Unidos.

Según el Banco de la República, en el acumulado de los cuatro primeros meses del año las exportaciones totales en dólares cayeron 29,0 por ciento. Las de origen minero descendieron 40,2 por ciento y las del resto de sectores -9,4 por ciento. Por su parte, en igual período, las importaciones totales acumulan una caída de solo 8,1 por ciento.

El evidente deterioro del sector exportador y la baja contracción de las importaciones llevaron a que, durante el primer trimestre de 2015 se agudizaran los déficits de la balanza comercial y de la cuenta corriente. Este último equivale al 7,0 por ciento del PIB.

Esta situación se ve agravada por la reducción de la entrada de capitales externos al país. Según el Banco de la República, durante el primer semestre la inversión extranjera neta bajó un 47,0 por ciento interanual.

Diversos expertos, el Gobierno y la Junta Directiva del Emisor ven con cierta tranquilidad lo que viene ocurriendo con la economía colombiana, pues aducen que ello obedece al proceso de ajuste ordenado, el cual se caracteriza por una reducción gradual del crecimiento de la demanda interna y del producto.

Según los miembros de la Junta, todo ello “contribuye a la reducción en el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos”. Añaden, además, que “el menor crecimiento de la demanda interna y la devaluación real del peso son elementos necesarios para disminuirlo paulatinamente”.

En las últimas semanas se han conocido diversos indicadores, como la caída (3,9 por ciento) en mayo de la producción industrial y la reducción (-6,2 por ciento) durante el primer trimestre del área aprobada para construcción, que ponen de presente que la desaceleración aún está en marcha. No en vano, el FMI ajustó a la baja (3,0 por ciento) su pronóstico de crecimiento para este año.

Sin embargo, hay otros signos que hacen pensar que se está tocando piso. En particular, en mayo, las ventas del comercio minorista aumentaron 2,7 por ciento y el índice de confianza del consumidor en junio mantuvo su recuperación.

Aunque la economía colombiana se viene ajustando adecuadamente a las nuevas realidades, subsisten riesgos en los campos comercial y fiscal que obligan al Gobierno a acelerar la puesta en marcha de las medidas requeridas para superarlos.

Para ello es prioritario acelerar los programas de transformación productiva y de promoción de exportación, así como asegurar el apretón del gasto público acompañado de la reforma tributaria estructural.

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