Economía y elecciones

Muy poco se ha hablado de economía en este proceso electoral. La verdad, muy poco se discute de cualquier tema importante para el país durante la campaña. Además, dos de los principales candidatos (Peñalosa y Santos), han decidido, por estrategia electoral, que no participan en los foros convocados por universidades, gremios o cámaras de comercio.

El Gobierno sabe que a la maquinaria nada le importan las ideas y el candidato verde no corre el riesgo de marcarse con propuestas que generen controversia.

A la candidata del Partido Conservador, Martha Lucía Ramírez, hay que abonarle que tiene el programa más completo en materia económica.

Muy interesante su énfasis en la reindustrialización del país, un tema que es fundamental.

Sin industria no hay empleo estable ni es posible generar cadenas productivas que sumen valor.

Sin industria la productividad general de la economía se erosiona y nos volvemos más dependientes de las importaciones. Se le abona a la exministra la claridad con la que aborda este tema, que no le importa a los gremios sectoriales ni al Gobierno, pero que es vital para nuestro futuro.

El candidato del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga hace hincapié en el tema de educación, principal pilar de la competitividad.

Su propuesta de mejorar la calidad con mejores maestros es coherente, pues la docencia es una vocación que quedó paralizada en el discurso sindical de los representantes de los maestros.

Más y mejores maestros, bien remunerados, a los que se les exija capacitación permanente, bilingüismo, técnicas modernas de enseñanza y que puedan ser evaluados por sus resultados, permitirán cerrar la brecha de conocimiento que es enorme, como lo confirman las pruebas internacionales.

La izquierda propone lo de siempre.

Más Estado, menos libertad económica, nacionalización de la salud y subsidios por doquier. Lástima que la defensa de ‘lo público’, que tiene mucho sentido en un país corroído por la mermelada y la corrupción, consista en entregarle las entidades públicas a la voracidad de los sindicatos oficiales.

Pero hay que reconocer que el programa de Clara López tiene un interesante enfoque contra los oligopolios privados, que han ido restringiendo los mercados y generan rentas desmedidas en ciertos sectores. Resulta refrescante que alguien recuerde –así sea irónicamente la izquierda– que el verdadero sentido del capitalismo es que exista más competencia.

La economía debería ser un tema central del debate electoral.

En los últimos años nos hemos convertido en un país dependiente de las exportaciones de energía (carbón y petróleo), mientras la revaluación debilita la industria y la agricultura.

Nos entran más recursos, pero somos incapaces de transformarlos en vías modernas, justicia oportuna, salud eficiente, seguridad para todos, educación de calidad, innovación tecnológica, productividad en el campo, urbanismo moderno y servicios públicos baratos.

Parece como si esta bonanza temporal solo beneficiara a las inmundas redes de contratistas y políticos que se lucran como garrapatas del presupuesto nacional.

Los ciudadanos exigimos respeto por parte de todos los candidatos. Merecemos que nuestro voto se alimente con propuestas viables y estudiadas. La democracia no puede ser el resultado de la sumatoria simple de maquinarias.

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