El atentado terrorista y el proceso con el ELN

Del repudio en general a consecuencias en particular.

Ya sabemos que a los colombianos nos falta una pizca de coherencia frente al terrorismo. Todos compartimos el rechazo al atentado que ha cobrado 21 vidas y más de 60 heridos, pero al momento de sacar consecuencias prácticas de ese rechazo no pocos reculan, especialmente eminentes formadores de opinión.

Al ELN no solamente hay que exigirle que pare el secuestro y el terrorismo contra la infraestructura, sino ahora también total cooperación para esclarecer el atentado a la Escuela General Santander de la Policía.

Las evidencias apuntan hacia el ELN. Este grupo debe desligarse del atentado y entregar a quienes resulten involucrados, si es el caso.

Pero los colombianos podemos asumir que en tal situación hipotética el ELN no lo haría porque tiene una ideología y una ética que justifican el terrorismo.

Como es habitual, no faltan los que dicen que el atentado es una "cortina de humo", es decir, que habría sido planeado y ejecutado por terroristas de signo contrario. Suponen una increíble mala fe criminal de poderes bajo la legalidad y exculpan de antemano a un grupo con el prontuario del ELN.

Esta especie de paranoia social crece al tiempo con la desconfianza en las instituciones y el llamado "establecimiento", del cual el Fiscal se ha convertido en un emblema incómodo.

La inmensa mayoría de colombianos, sin embargo y por fortuna, sabe que la misma ideología que cometió el atentado a El Nogal está detrás de este contra la Policía.

Y aquí tenemos la astilla en nuestra coherencia frente al terrorismo: mientras nos embarga la indignación y el dolor por el atentado a la Policía, muchos estarían dispuestos a darles a los autores intelectuales las mismas curules y trato que a los victimarios de Bojayá, El Nogal y toda Colombia.

Por consistencia política y moral, el atentado a la Escuela General Santander debe sacudir el proceso con el ELN, aún sin haberse establecido su responsabilidad.

Ninguno de los denominados "Grupos Armados Organizados" tiene una pretensión política como el ELN. Por ende, la decisión de no ceder ante el terrorismo y someterlo afecta principalmente a ese grupo.

Lo que lleva a la pregunta de qué vamos a negociar con el ELN. Una cosa es una "desmovilización" y otra un "proceso de paz". Después de la experiencia con las Farc estamos maduros para decir que no queremos un "proceso de paz" parecido. Hay que sostenerlo con claridad y que el ELN sepa que el marco general de negociación que el gobierno Santos le regaló no sirve.

El plebiscito y la elección de Iván Duque son una decisión de recuperar el control territorial; atacar la cadena del narcotráfico y las otras economías de ilegalidad, violencia y coerción; enfrentar la impunidad y reafirmar el Estado. Llamar a esto "guerra" con desprecio por la supervivencia de la sociedad es dar una primera victoria a quienes sí están en guerra contra la sociedad y nos volvieron a patear la puerta en la Escuela General Santander de la Policía.

Y por favor, medios y periodistas, no junten las palabras "paz" y "terrorismo" como si fueran una el revés de la otra en una moneda, así conspicuos representantes de la comunidad internacional sigan sin entender qué pasó aquí.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar