El complot contra Uribe (II)

El harakiri de semana o la algarabía racional como condimento para la sopa de las sospechas

“Hara” en japonés significa vientre, estómago, y simboliza el centro de la autoridad, la fuerza moral. Kiri significa rasgar. Concluya el lector lo que significa ‘harakiri’ en relación con la actuación periodística de Semana. Por otra parte utilizo el vocablo algarabía, gritería de muchas voces, como un referente político de la incomprensión, los recelos y la animadversión contra el Centro Democrático que defiende el territorio de la democracia y que se ve enfrentado por intereses y raciocinios cuestionables. Desde la orilla del gobierno y sus aliados, lo del otro, la oposición, es lo raro, lo que no se entiende; (¡Mentira, mentira, mentira! Como diría llorando el chavo del ocho.) Lo que está mal dicho en la ONU o con los senadores norteamericanos, de lo que se debe sospechar, es el enemigo. Lo mío, lo del gobierno, es, naturalmente, lo correcto, lo claro, lo normal; es la verdad ‘oficial.’

Llamo esta discusión nacional, a través del galillo de Semana, “algarabía racional,” porque es el resultado de la libertad de expresión, sin orden ni sindéresis, alrededor de un tema importante; o la simple y llana expresión de la mala intención de la naturaleza de los involucrados; porque cada columnista o redactor grita más para dizque tener o apropiarse del terreno de la razón.

El que más grita en la ‘algarabía’ lo hace desde la posición de supuesta autoridad intelectual que le da la revista; pero igual ocurre desde periódicos, radio, TV, instituciones jurídicas, presidencia, etc. Los interlocutores acorralados por el ruido contestan por dignidad, pero no tienen el mismo volumen de la algarabía impositiva y productora de dividendos.

Tenemos, además ‘cocineros’ peculiares como Daniel Coronell, especialista en mezclar verdades a medias para crear el condimento de la sospecha que vende. Sería un buen escritor de ‘thrillers’ para Hollywood, pero si él es un periodista de investigación, yo soy James…, digo, James Bond. Mis argumentos se basan en los errores de pensamiento o falacias, que pasan desapercibidas para el lector no entrenado; se basa en los testimonios de la revista misma que no puede controlar las contradicciones a las que se expone con la improvisación o el correr del tiempo que nada oculta. Por ello, el peor enemigo que puede tener el alborotador encumbrado, es el viejo paciente que se vuelve niño racional frente al médico autoritario. Veamos una ilustración:

“El dolor de su pierna derecha se debe a su edad avanzada,” dice el médico. “Eso no es cierto,” dice el paciente. “¿Por qué? Pregunta el médico. “Porque la izquierda es de la misma edad y no me duele.” ¡Ploff! diría Condorito. Entonces vamos a ser racionales contra los gritones.

Me era familiar el título de “El hombre que sabía demasiado” artículo de Daniel Coronell, en Semana, Edición 1710, hasta que recordé que es un plagio de la película de 1956 dirigida por Alfred Hitchcock y protagonizada por James Stewart y Doris Day (The man who knew too much). Fernando Morales de Diario El País escribió en su momento: "El maestro retoma la historia que ya rodase en 1934 para dar forma a este inquietante thriller protagonizado por un inconmensurable Stewart. Conspiraciones, pistas falsas y malentendidos para una joya del cine de intriga" y ejemplo para los periodistas conspiretas de la política colombiana, digo yo. (Por un ‘plagio’ de sí mismo fue sacado de Semana Hernando Gómez Buendía, el mejor columnista que ha tenido.)

Para crear sospechas sobre Álvaro Uribe, por interpuesta persona fallecida, Coronell destaca en el centro del ‘thriller’ de la página lo siguiente: “Villalba aseguraba que mientras se ejecutaba la masacre, dos helicópteros sobrevolaban el área: uno era el de Carlos Castaño y otro de la Gobernación de Antioquia.” Pero en el texto del artículo, para defenderse, siembra la posibilidad de la excusa legal cuando escribe: “Esta semana, en otro proceso y basado en otro testimonio, el Tribunal Superior de Medellín, compulsó copias para que el ahora senador Álvaro Uribe sea investigado por la PRESUNTA presencia del helicóptero de la Gobernación.”

Tenemos entonces que, o el Tribunal o Coronell, PRESUMEN la inocencia de Uribe en su relación con el helicóptero, o su inexistencia. Pero el ‘letrero’ en mitad de la página DESINFORMA. Como Villalba está muerto no hay manera de averiguar cómo sabía que uno de los helicópteros era el de Castaño y si el de la Gobernación hacía su supuesto sobrevuelo con conocimiento del gobernador. ¿Se plantea usted, amable lector, preguntas sobre la condición ética de la revista y su flamante columnista enviado desde Hollywood?

La estrategia de Semana es: Confunde, confunde, que de la confusión algo queda que desanima el pensamiento crítico, pues la gente se cansa. Desinforma mediante la diagramación de espacios de información confrontados para que sus contenidos sean percibidos como ‘equivalentes.’ (Págs… 24 y 25) Defino: Se llama desinformación a la manipulación informativa o mediática que busca que las personas malentiendan, desconozcan, ignoren o eviten la circulación o divulgación del conocimiento verdadero de datos, argumentos, noticias o información que sea desfavorable a los intereses del que desinforma.

Así, en un espacio se lee: “El expresidente Uribe asegura que TODAS LAS ACTIVIDADES que se desarrollaron en el DAS durante su gobierno eran justificables por RAZÓN DE SEGURIDAD NACIONAL.”

Y en el espacio que confronta lo que dice Uribe vemos: “Las víctimas de las chuzadas consideran que hacer oposición política, periodismo crítico o investigaciones judiciales independientes no pone en peligro la seguridad del estado y es esencial para la democracia.” Que vayan y digan eso en Ecuador, Cuba o Venezuela. Esta falacia se puede describir como: Razonamientos (los de las víctimas) donde la conclusión (no ponen en peligro la seguridad del estado) es obtenida a partir de premisas que no están conectadas con ella. No se enuncia por parte de Uribe que las actividades del DAS estén relacionadas con lo que las víctimas dicen que hacen. Es una suposición. Los dos contenidos nada tienen que ver el uno con el otro. Uribe habla de ACTIVIDADES DEL DAS Y SEGURIDAD NACIONAL, sin especificar. Y las ‘víctimas’ asumen que nosotros entendemos que lo que ellas nos dicen que hacen es lo mismo que investigaba el DAS. Esto es parte de la algarabía racional para desinformar.

La falacia que presenta Semana se denomina ‘non sequitur’ o no se concluye. ¿Cómo es posible que la revista destaque una falacia como fuente de información para los lectores? Creo que se escuda en un pensamiento distorsionado que lo expresa así: “En todo caso, mientras se define la realidad jurídica de este debate…” Entonces, pregunto ¿Cuál es la esencia o realidad del debate, si lo jurídico, que lo define, es desconocido? Aquí falta sindéresis o la capacidad natural para juzgar rectamente. ¿Se trata entonces de linchar mediáticamente? ¿Escribir y hablar estupideces para ganar plata? ¿Desprestigiar? María del Pilar Hurtado, que es inteligente, no se defiende de falacias, sino de la realidad jurídica que expondrá el fallo.

En marzo del 2007 Piedad Córdoba pidió a representantes de varios países en Méjico que rompieran relaciones con Colombia. El Código Penal define la traición a la patria como: “el que realice actos que tiendan a menoscabar la integridad territorial de Colombia, a someterla en todo o en parte al dominio extranjero, a afectar su naturaleza de Estado soberano, o a fraccionar la unidad nacional, incurrirá en prisión de 20 a treinta años.” ¿Fue lo de Córdoba oposición política, periodismo crítico, o qué? ¿Qué debería haber hecho el DAS?

Semana escribe que “se invocó que había indicios de supuestos vínculos de algunos de ellos (magistrados) con personajes controvertidas como Ascencio Reyes y Giorgio Sale.” (Condenado en Italia por narcotráfico) ¿Invocar indicios? No. El DAS recibió la orden de investigar lo del reloj Rolex y el magistrado Ramírez como prueba de una posible infiltración de la mafia en la Corte. Finalmente Giorgio Sale develó el misterio: “El reloj no era un Rolex. Era un reloj Lockman de 150 euros que me había regalado mi hija francesa. Un día yo estaba comiendo con Yesid y noté que se quedó mirando el reloj. Me lo quité para que se lo probara y cuando me lo fue a devolver le dije que se lo regalaba. Ese reloj original tenía dos correas para intercambiarlas, una naranja y otra azul. Cuando salga, le debo dar a Yesid la correa que falta.” (Semana, “Giorgio Sale se destapa” 2012.06.02) Luego el DAS no estaba despistado con respecto al vínculo de amistad con un sospechoso que fue condenado.

Y Semana también se ha equivocado con respecto a Ascencio Reyes por lo que el Magistrado José Alfredo Escobar Araujo la entuteló. (Ver 20 Nov 2008 – El Espectador – Ordenan arresto contra director de revista 'Semana' Tres días de arresto y 6 salarios mínimos de multa deberá pagar Alejandro Santos Rubino, director de Revista Semana, por no haber hecho la corrección a un artículo tal cual se lo había ordenado un Tribunal.)

Veamos ahora otros ‘razonamientos’ de Semana. Dice la revista que el argumento de la seguridad nacional tiene falencias graves porque el espionaje se llevó a cabo en forma ilegal sin la orden de un juez; y porque la mayoría de las víctimas del espionaje no tenían nada que ver con la seguridad nacional, ya que el redactor juzga desde las actividades o profesiones que desempeñan: periodista, defensor de derechos humanos, señora de los tintos, (reclutada por el DAS) etc. Se olvida que se llama ‘cobertura’ el disfraz que usan los espías.

En mis días de profesor, uno de mis fallecidos colegas, fungía como gran pianista en un famoso restaurante bogotano y trabajaba para un servicio secreto foráneo. Mi opinión es que pueda que Semana no sea un centro de espías, pero sí de influencia para favores políticos foráneos o nacionales, porque da la casualidad que muchas de sus publicaciones dirigidas contra el gobierno de turno con base en filtraciones desde organismos judiciales, policivos o institucionales de diverso orden, desestabilizan, afectando la gobernabilidad que tiene que ver con la seguridad de los estados.

La prueba es que alguien que le haga seguimiento analítico a Semana va a descubrir cómo la revista contribuye a la desestabilización que afecta la seguridad nacional, a nombre de la investigación periodística. Veamos. En la edición 1658 -10 al 17 de febrero de 2014- con carátula titulada “CHUZADAS Así fue la historia,” después de una investigación de Semana, en el sitio, relacionada con la fachada Andrómeda y que involucró a la Fiscalía, leemos en la pág. 31: “El primero de agosto, el fiscal Eduardo Montealegre decidió, como él mismo lo dijo, “cortar por lo sano y traer las salas al nivel central donde hay más controles”. Era la primera vez en la historia que se cerraba una sala de interceptaciones de ese valor estratégico. Ocho días después se produjo el revolcón en la cúpula militar, que tomó por sorpresa al país.”

El ‘revolcón’ significa que se pierden muchas cosas de valor estratégico, a la ligera; porque hay que protegerse de los que antes eran los ‘aliados’ en la lucha contra la subversión terrorista. Pero lo triste del asunto es el que el Comandante Máximo de las Fuerzas Militares, el Presidente, aparentemente, no sabía nada. El sobrino del presidente, a través de Semana, interroga por el Presidente: “¿Sabía alguien en el gobierno? ¿Sabía el ministro o el comandante del Ejército en qué pasos estaba esa fachada? ¿Quién dio la orden? ¿Para quién era la información? Y el presidente, sin saber dónde está parado, lo refleja Semana de esta manera: “Al día siguiente, martes en la mañana, el presidente Juan Manuel Santos, después de haber hecho unas consultas internas sobre el tema, no encontró claridad y visiblemente molesto pidió en público una investigación para determinar “qué fuerzas oscuras espían a nuestros negociadores en La Habana”. Y añadió: “Están tratando de sabotear el proceso de paz, necesitamos saber si (…) hay ruedas sueltas en la inteligencia”. Ese mismo día por la tarde, el gobierno informó que los generales Zúñiga y Jorge Andrés Zuluaga, director de la Citec (Central de Inteligencia Técnica del Ejército), serían relevados de sus cargos mientras se adelantaba la investigación.”

Digo yo: ‘ruedas sueltas,’ ‘fuerzas oscuras’ se llama a la ineficiencia de la contrainteligencia del estado. Y Semana le sigue poniendo clavos al ataúd: “Al día siguiente, el presidente Santos cambió el tono de su discurso y provocó cierta confusión en la opinión. “No sabemos en este momento cuál es el contenido de estos computadores (incautados en el allanamiento) –dijo–. Los oficiales les han dicho a sus superiores que ellos estaban operando de acuerdo a las instrucciones y de acuerdo a la ley”. Agregó que lo que era necesario establecer ya no era la legalidad de la fachada, sino la legalidad de lo que se estaba haciendo dentro de esta.”

Cuando a Semana le empiezan a quemar el trasero, mediante los comentarios de coctel que le hacen al simpático y locuaz dueño, entonces desvía la atención porque ya causó el daño y se divirtió con los ingenuos contertulios: tengo poder, digo lo que me da la gana y nada pasa. Pocos le hacen seguimiento para ver en qué paran sus ‘denuncias.’ No sé si el Código de Ética de Semana incluya el concepto universal del periodismos de velar por la ‘limitación del daño’ en relación con la seguridad nacional. Aquí, superficialmente, lo han denominado ‘tapen’ tapen.’ Es mi humilde opinión que una cosa es informar sobre un asesinato del crimen organizado, un accidente, etc. y otra ‘orientar’ en relación con la seguridad del país. La ilustración honesta de la opinión pública es la precursora de la justicia y el fundamento de la democracia. El deber del periodista, en relación con el tema de la seguridad nacional, es la búsqueda de la verdad, a fondo; no mediante opiniones subjetivas e irresponsables, sino confrontando las fuentes primarias para proporcionar un recuento justo y completo de eventos y temas. El verdadero periodista de conciencia, de todos los medios y especialidades, se esfuerza por servir al público con rigor y honestidad.

La integridad profesional es la piedra angular de la credibilidad de un periodista que se refleja en los titulares de columnas de opinión, sobre todo en temas de trascendencia. Evaluemos cómo nos informan sobre ‘seguridad nacional’ y María del Pilar Hurtado: Semana:“¿Qué contará?”, como si lo que afrontamos fuera una telenovela que nos prepara para el siguiente capítulo; El Tiempo: “La coneja mentirosa”, suena a historia infantil para llamar el sueño e irrespeto con la señora Hurtado (¿O es que no tiene ese derecho fundamental?) El País:” Dos ‘mujeres’ de Uribe,” chismografía barata; El Tiempo: “Se lo que hiciste en el gobierno pasado,” asociación subliminal con una vieja película de terror, en pocas palabras, infundir miedo; El Heraldo: “El diablo es puerco”, insulto, etc.

En el caso de la CSJ la prueba de que Semana trató de desviar la atención de un foco de interés peculiar sobre la seguridad del país está en este párrafo: “Y en cuanto a la Corte, poner una grabadora escondida debajo de la mesa de reuniones no tiene nada que ver con la supuesta búsqueda de vínculos entre magistrados y personajes sospechosos. Eso solo sirve para escuchar el contenido de las deliberaciones de esa corporación que son materia reservada y confidencial.”

Desde luego que lo que allí se hablaba era reservado y confidencial, pero no ajeno al interés nacional, pues, en el reportaje que William Romero, le dio a El Espectador el 08, FEB, 2015, dice: “…pero hay unas conversaciones sensibles, como un magistrado que dice que no van a aceptar una nueva reelección de Uribe.” Es decir, la Prueba Reina de la intención de intervención del poder judicial para entorpecer las acciones del ejecutivo; más claramente dicho, un golpe de estado, que los hechos se han encargado de confirmar y que pendejamente se nos ha dado por llamar “la politización de la justicia.” Como generalmente asociamos ‘golpe de estado’ con un movimiento violento que sustituye una estructura de la democracia o el estado, confundimos el aspecto instrumental (la violencia) con la coerción real y triunfante, que puede ser silenciosa, pero que elimina las estructuras del derecho que fundamentan la democracia; en este caso, la división de poderes. Una persona puede perder la memoria, o la capacidad de razonar, mediante un golpe o una pastilla; el resultado es el que cuenta.

Sin ‘sonrojarse’, Semana dice que la CSJ quiere juzgar a Uribe por venganza. “Los magistrados que han sido objeto de seguimientos, como el expresidente de la Corte César Julio Valencia Copete, quieren sangre uribista.” “La Corte quiere condenarlo, pero no hay la menor posibilidad de que la Comisión de Acusaciones de la Cámara lo acuse ante esta.” “La mayoría de la opinión pública recuerda más a Uribe como el hombre que arrinconó a la guerrilla que como el ‘chuzador’ de políticos, periodistas y magistrados.”
Además de todo lo anterior la CSJ quiere hundir a Uribe, porque las grabaciones del DAS, pudieran tener la prueba ilegal pero irrebatible frente a la razón, de que vivimos bajo un golpe de estado de los jueces, las FARC y otros sectores en el que el Ejército y políticos opositores temen a la justicia, no por sus posibles delitos que pudieran ser defendibles en un sistema justo, sino por el interés de acallar el golpe de estado en el que vivimos, de parte del poder judicial, y que favorece a la subversión terrorista.

Si leemos el artículo de Wikipedia “Los computadores de Raúl Reyes” ¿Cuál ha sido el resultado de la investigación de la CSJ sobre la Farcpolítica, término acuñado por Petro? Semana responde con información y una pregunta: (¿Qué pasa con la Farcpolítica? 2011/05/21 La Corte Suprema determinó que el computador de Raúl Reyes no constituye prueba porque se obtuvo de manera ilegal. ¿Por qué la asimetría entre la Farcpolítica y la parapolítica?)
Es hora de que repasemos historia reciente, la analicemos, para que empecemos a llamar las cosas por lo que son. No hay opinión ilegal, creo yo; y pesa más que la ley cuando se organiza con base en principios éticos. Terminé este escrito el 12 de febrero de 2015. Leo en la edición de El Tiempo del día siguiente: “El estalinismo en casa” de Plinio Apuleyo Mendoza. Por algo será. (Continuará. El complot contra Uribe III . La estructura de la mentira política – El caso del exmagistrado Iván Velásquez)

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