El conservador Fiscal

De Montealegre se podrá decir que desvía la atención del público en general echando mano de un escándalo.

¡Qué oportuno! Justo cuando el escándalo de los contratos en la Fiscalía estaba en su punto más delicado, la oficina de prensa de la entidad publica la información sobre la imputación de cargos a Carolina Sabino. ¡Qué apropiado! Porque, según sé, desde hace varios meses la Fiscalía estaba ofreciendo esa información a los medios de comunicación, pero ninguno había querido publicar nada por respeto a la intimidad de la actriz. ¡Cuán pertinente! Obligar al país a hablar de la ética y la moral tras un aborto, en lugar de aclarar la historia de los contratos con periodistas, exmagistrados y asesores de todo tipo en la Fiscalía General de la Nación.

Es de aplaudir la presteza con que desde el búnker han trabajado en el caso de Carolina. Imagínese, no solo convierten en caso criminal un hecho mencionado en una conversación telefónica con su hermana, sino que además lo presentan como un gran logro de la justicia. ¡Ojalá fueran así de veloces en otros casos mucho más graves! ¿Dónde están los apresurados comunicados sobre el caso Saludcoop? ¿Ya mandaron el mensaje por el chat de prensa de la Fiscalía para anunciar decisiones de impacto en el caso Interbolsa?

Esta Fiscalía me hace recordar al FBI de tiempos de J. Edgar Hoover, quien nunca se dejó acorralar por sus opositores y le tenía a cada presidente una carpeta con secretos y polémicas que le permitieron chantajear y presionar a su parecer. Y digo que me hace recordar al FBI de aquellos tiempos porque muchos le temen al fiscal Montealegre por el alcance de sus investigaciones o el poder político-burocrático que ha alcanzado con sus miles de cargos disponibles, la universidad de la Fiscalía y el novedoso servicio diplomático del ente investigador.

De Hoover se decía que presionaba a sus contradictores a través de escándalos sexuales. De Montealegre se podrá decir que desvía la atención del público en general echando mano de un escándalo de similares proporciones. El buen Fiscal, profundo estudioso de la Constitución, olvidó el más básico de los derechos al publicar la historia de Carolina: el derecho a la intimidad. La expuso vilmente al escarnio público, seguro buscando que la opinión en general saliera a condenarla por un hecho que pertenece a su fuero íntimo. ¡Vaya constitucionalista!

Supongo que esta persecución a la actriz se convertirá en el punto de acercamiento entre Alejandro Ordóñez y Eduardo Montealegre, pues la decisión de procesar a Carolina parece más una obra del ultracatólico Procurador, antes que del muy liberal Fiscal General. ¡Enhorabuena por la reconciliación! Aunque lamento que el punto de vista ganador haya sido el más conservador.

Ahora, de la mano de su nuevo amigo, el Fiscal neogodo podrá empezar a perseguir a otras personas que, por sus realidades, también deban ser objeto de la lupa de la justicia. Le propongo que empiece a interceptar teléfonos para detener a los consumidores de drogas que cargan un poco más de la dosis personal en los bolsillos. Serían un delicioso banquete para el organismo de investigación. O, también, puede empezar a buscar a los sodomitas pecaminosos que abundan en las redes sociales y amenazan la moral del país.

Por lo pronto, ya sé que no puedo volver a decir ni en serio ni en broma nada por el teléfono celular, porque, para la Fiscalía de hoy, todo puede ser usado en mi contra.

NOTA: esta columna se escribió antes de que el Fiscal pegara el reversazo este lunes y, sin embargo, aún no creo que el comunicado del viernes sobre Sabino haya salido sin su visto bueno.

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