El dulce a mordiscos

“Una visita muy lucida la del presidente Santos a Inglaterra, todos hemos visto realmente lo que sucedió, una visita esplendorosa, llena de emociones, de expectativas, de apoyo al proceso de paz, de que Santos no desista, que continúe en su empeño, pero una metida de pata monumental del presidente Santos.

Dice el refranero popular que la ropa sucia se lava en casa. Lo que dijo a los medios británicos el presidente es inadmisible. Inadmisible para un jefe de Estado y premio Noble de Paz.

Decir allá, en el escenario más inapropiado, que el NO ganó por las mentiras y la desinformación es agredir, es innecesario, cuando menos, una imprudencia. Eso no se dice allá, es un escenario para otro tipo de presentaciones, para una presentación positiva, generosa, que correspondería a un Nobel de paz, pero no a un presidente camorrero que se le sale a Santos, una condición que no le viene bien, y que no habla bien y que, necesariamente es un palo en la rueda del diálogo con los del NO, que siguen avanzando. Hoy es la última reunión de los del NO y los representantes del Gobierno. ¿Para qué embarrarla de esa manera? ¡No puede ser!”.

Las anteriores palabras, que me parecieron dignas de ser compartidas con los amables lectores, no pertenecen a ningún detractor del presidente Santos, por el contrario, corresponden a uno de sus más fieles escuderos que trabaja en uno de los tantos medios de comunicación al servicio de la Casa de Nariño: el señor Darío Arismendi, de Caracol Radio.

Cuán desatinada sería la intervención del Presidente que hasta de sus mismas huestes le llovieron críticas.

Pero es que esa es la condición del Noble de Paz, del político desleal, soberbio; del inescrupuloso jugador de póker que perdió la mano en la que se jugó los restos.

La condición de quien, en vez de agradecer la presteza y buena disposición de sus oponentes y ganadores de la partida (plebiscito), para ayudarle a recomponer el adefesio de las 297 páginas, desbarra de manera infame.

La del señorito que está dolido porque, aunque compró su premio, aún no tiene Acuerdo para mostrar en Oslo.

Sin embargo, a esa arrogancia, a esas exigencias desabridas, a las amenazas, al acoso, etc., tanto del Presidente como de los de las Farc, les llegó la hora de bajarles el tono.

Porque después de lo ocurrido anteayer en los Estados Unidos (parecido a lo que sucedió aquí), donde en contra de todas las predicciones, de la manipulación de los medios de comunicación, de la descarada campaña del Presidente Obama, del poderoso “stablisment” etc., ganó Donald Trump, las cosas en Cuba serán a otro precio.

Se acaba esa alcahuetería que el presidente Obama, mantuvo con la mesa de La Habana. Ya no tendrán Secretario de Estado de bolsillo como Kerry. Porque Trump y su mayoría republicana en el Congreso no están dispuestos a cohonestar con narcoterroristas, ni con quienes auspician el Socialismo del Siglo XXI.

A Santos se le complica hacer “conejo” y a las Farc les va mejor aceptando las propuestas del Nuevo Acuerdo que sugieren los del No, que, aunque dista mucho de aquel que les entregaba el país, contiene ofrecimientos muy generosos.

Negocien, porque “el dulce está a mordiscos”.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar