El efecto Uribe en el Congreso

"Verlo liderando su bancada será un ejemplo de la conveniencia de que los partidos organizados vuelvan."

La participación del ex presidente Uribe en el proceso de elección del Congreso y la tarea que inicia como legislador, después de muchos años de haber sido miembro del Senado, deja ya unas lecciones, además de generar justificadas expectativas.

En primer lugar, demostró que es posible hacer una campaña exitosa sin maquinarias y contra el poder.

Una de las principales enfermedades de nuestro sistema consiste en que muchos consideran que solamente con puestos, contratos y acceso al presupuesto público es posible hacerse elegir como parlamentario.

Este virus, que ha infectado a tantos, es la raíz de la corrupción y la politiquería, a las cuales debe atribuirse, en buena parte, el deterioro de la salud de la democracia colombiana.

El problema es tan profundo que solo las Farc reciben más castigo por parte de la opinión que el Congreso Nacional.

Pues bien, a pesar de esa preocupante realidad de la política criolla, Uribe, en la oposición, a la cabeza de la lista de un movimiento ciudadano inorgánico y en pañales, se enfrentó con éxito a todos los aparatos políticos tradicionales.

¡Y no fue de poca monta lo que consiguió!

Logró elegir 39 congresistas.

En segundo lugar, probó que cuando existe un liderazgo real es posible ponerlo al servicio de la renovación.

Eso fue lo que sucedió.

Uribe elaboró la plancha de candidatos con personas que, en su mayoría, carecían de experiencia electoral.

Este es un hecho al cual no se le ha dado el reconocimiento suficiente.

Mujeres y hombres brillantes, con las más diversas disciplinas profesionales, obtuvieron su credencial gracias al inmenso apoyo que millones de colombianos le dieron al expresidente.

El impacto de su presencia en las tareas del congreso va a ser de mucha trascendencia, toda vez que se trata de la mayor inyección de sangre nueva que ha recibido el poder legislativo en mucho tiempo.

En tercer lugar, puso en evidencia varias de las bondades de la lista cerrada con lo cual le presta un gran servicio a los debates que se darán sobre la materia.

La utilidad de esta contribución se verá con mayor claridad durante esas controversias, por cuanto es urgente que se tomen decisiones que permitan recuperar la salud de nuestro sistema.

Con la sana intención de superar la inconveniente práctica del “bolígrafo”, que daba lugar a la antidemocrática imposición de la voluntad de los jefes políticos en la elaboración de las listas, se hicieron reformas que a la postre favorecieron el nacimiento de microempresas electorales.

El propósito fue bueno pero las cosas no salieron como se esperaba.

Es hora de hacer los cambios necesarios y para su diseño será muy útil mirar el ejemplo de la lista que encabezó Uribe.

De otro lado, las expectativas son indudables.

Como es natural, ellas tienen que ver con la actuación de los elegidos.

No obstante, en materia institucional, dichas expectativas se dirigirán hacia el funcionamiento de la representación del Centro Democrático como bancada.

En el pasado reciente se han tomado medidas de todo orden orientadas a lograr que los elegidos actúen en calidad de voceros de organizaciones constituidas conforme a la ley y no en calidad de actores individuales.

Ese objetivo tampoco se ha conseguido.

Y como la necesidad de alcanzarlo sigue existiendo, ver a Uribe liderando su bancada será un buen ejemplo de la conveniencia de que los partidos y movimientos organizados vuelvan a existir.

El efecto Uribe en el congreso será, pues, de mucha importancia para el futuro de la política y del poder Legislativo.

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