El empedrado camino hacia el Nobel

Después de visitar la feria Agrofuturo en Medellín salí llena de optimismo sobre el futuro de Colombia. Gente trabajadora, con fe en el país, invirtiendo en diferentes campos de la agricultura y la ganadería, que aplica tecnología en todos los campos de nuestra rica tierra. Empresas y gente individual interesada en producir alimentos y flores. Zonas como Urabá, Boyacá, etc. Compitiendo libremente por el progreso. Además, las grandes empresas nacionales creciendo a lo largo y ancho del país.

Pero más tarde, al leer y analizar toda la aceptación, simpatía o miedo que tiene este Gobierno por la Farc, volví al pesimismo que me había propuesto olvidar. Al parecer, Santos y sus delegados en Cuba ceden y ceden ante las exigencias guerrilleras, pues ellas creen que ganaron la guerra; de 9 zonas de reserva campesina que tienen dominadas, ahora exigen 54 millones de hectáreas para ejercer su soberanía (las posibles republiquetas que señaló J. C, Restrepo), además de cupos en Senado y Cámara, el compromiso de no llevarlos a la cárcel, rechazan todos los calificativos de terroristas, secuestradores y similares. Quieren una nueva Constitución a su amaño, basada en sus iniciativas, además, todo indica que no entregarán las armas, aunque el gobierno diga que lo va a exigir. Así mismo, la orden de suspender las fumigaciones de los cultivos ilícitos están entre las numerosas pretensiones que exigen la Farc. Estos conceptos, en mayor espacio y detallados, han sido presentados por diferentes columnistas en varios medios. No son críticas únicas de quien esto escribe, ni simples murmuraciones de unas pocas personas. Día a día aumenta el número de críticos de la postura de Santos. En reciente encuesta, la favorabilidad o aceptación de Uribe estaba en primer lugar, unos 20 puntos por debajo estaba Vargas Lleras y muy abajo aparecía el presidente.

Al descontento anterior, hoy se suma la gran debilidad inicial en las respuestas oficiales a los numerosos y crueles atentados del régimen de Maduro-Hitler, respaldado por unos pocos colombianos desleales como Iván Cepeda, Piedad Córdoba o Samper (el del 8.000). Un verdadero líder va de inmediato a las zonas de conflicto donde hay problemas, a defender su gente, a apoyarla de hecho y con palabras como lo hicieron Uribe y Ordoñez. Al parecer Santos solo reaccionó cuando oyó las fuertes protestas de C. Gaviria, las cuales contaron con inmenso respaldo de los colombianos. Ojalá que el presidente, ahora que todos los grupos políticos (inclusive Uribe) lo apoyan en su nueva posición, en la llamada al embajador en Venezuela y su rechazo con vehemencia a las acciones de Maduro, reconozca que el camino hacia su anhelado Nobel, es empedrado por la Farc y Maduro, porque “así paga el diablo a quien bien le sirve”.

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