El estado encubierto y el castro chavismo en ciernes

Definición de Estado Encubierto: "Una asociación híbrida de personas del gobierno, las finanzas y la industria de alto nivel que puede gobernar efectivamente a los Estados Unidos sin referencia al consentimiento de los gobernados tal como se expresa a través del proceso político formal.”

Mike Lofgren
“El Estado Encubierto: La Caída de la Constitución y el Auge de un Gobierno en la Sombra”

FACULTADES EXTRAORDINARIAS-Interpretación restrictiva por parte de la jurisprudencia constitucional

La Corte ha venido interpretando restrictivamente el artículo 150 numeral 10 de la Constitución de forma que el otorgamiento y ejercicio de las facultades extraordinarias se realice dentro del espíritu que inspiró el cambio constitucional de 1991 sobre la materia, a saber, que para evitar que el Congreso se desprenda de su competencia legislativa las decisiones básicas han de ser tomadas por el máximo órgano de representación popular y no por el Ejecutivo, en aras de garantizar el principio democrático y preservar el equilibrio entre las ramas del poder público.

A las anteriores citas agréguele al híbrido’ líderes y asesores de las Farc’ y tendrá la descripción del estado encubierto colombiano en ciernes al que se le llama ‘castro chavismo’, una versión del comunismo en ‘todas las formas de lucha’. Y, al verlo en acción con el Decreto 903 del 29 de mayo de 2017 emitido por la Presidencia de la República que ‘inocentemente’ se enuncia como relativo a un inventario de las Farc, usted podrá visualizar los peligrosos alcances de lo que yo llamo ‘El estado encubierto.’ Pues a partir de ese decreto se produciría un gigantesco lavado de dinero para las Farc, según interpretación de la Fiscalía y especialistas para financiar las actividades políticas de las Farc. El tema sale entonces del terreno de la política ficción, se asienta en la realidad y se pasa por la faja al Congreso, según lo indicaría la CC.

En otro escenario ‘el Estado encubierto’ produce el guión contra Trump que es muy fácil llevarlo a cabo frente a la opinión pública: avergonzar, atacar, desautorizar, como una función normal de los medios, sin darse cuenta que socava la institucionalidad presidencial de la democracia a nombre de un derecho de libre expresión. Uno detecta ‘el Estado encubierto’ cuando la intención de avergonzar, atacar, desautorizar se lleve a cabo de manera sistemática, en medios de comunicación, instituciones, encuestas, 24 horas al día, 7 días a la semana en todos los continentes. Para ello se necesita un propósito expreso, coordinado, que no nace de la reacción espontánea de la opinión pública, una de cuyas características es la falta de persistencia y enfoque, pues en la democracia prima la diversidad de opiniones y la libertad de cada quien. Ante ese fenómeno la pregunta es: ¿Quién dirige ‘el estado encubierto’ en EE.UU. y en Colombia para defender qué intereses?

¿Por qué el ataque a Trump? El juego de ajedrez gringo ha sido uno, el mismo, por muchos años, con relevo de partidos con un presidenciable predecible para mantenerlo alineado con objetivos comunes cuyos resultados se ven. EE.UU. involucrado en el negocio de las guerras en todas partes como policía el mundo; una burocracia de inteligencia que vive del miedo hacia Rusia y el terrorismo, desbordando las capacidades efectivas de supervisión por parte de los órganos de control, como lo consignó el Washington Post en su investigación “Top Secret América,” publicada el 19 de julio de 2010; una economía en crisis producida por ese equipo de ajedrez. Entonces llega un nuevo jugador para cambiar esa estrategia fallida y poner a EE. UU en el puesto que le corresponde. Los resultados de la administración Obama percibidos con una exasperación del pueblo estadounidense como la de un sistema político corrupto, egoísta, falso y fuera de contacto con la gente, fue el tema de la última campaña presidencial y es lo que está en juego hoy.

Y no era un sentimiento especialmente partidista o ideológico; se podía detectar fácilmente entre partidarios del senador Bernie Sanders como entre los seguidores de Donald Trump. Incluso lo encontramos en aquellos que apoyan las estructuras del status quo, como Hillary Clinton o Jeb Bush, quienes expresaban quejas similares. Fue lo más cercano a una posición de consenso que se da hoy en relación con la política estadounidense desde el punto de vista doméstico.

Guardadas las proporciones, en el escenario colombiano, ciertos abogados y el presidente aupados por algunos medios y columnistas han iniciado un similar juego de ajedrez. Digamos que de un lado están alineados la lluvia de decretos presidenciales alrededor de un ilegítimo Acuerdo rechazado por un plebiscito; decretos organizados, pensados, coordinados enfocado en dos objetivos: cooptar el estado por parte de las Farc mediante un período de transición que se vende con el cuento de una paz estable y duradera, que es la que interpretan y le conviene a las Farc, y que inocentemente la opinión asimila con el silenciamiento de los fusiles. Apoyan esa estrategia un grupo importante de empresarios que cree tener la influencia y poder para manejar las cosas a su acomodo para que sus intereses no peligren con una eventual entrada política de las Farc, en un escenario controlado desde el legislativo o la presidencia.

Del otro lado una opinión pública desinformada, apática, que de vez en cuando asimila un debate por la W o BlueRadio; una comunidad académica ajena a lo esencial del juego fariano-presidencial que se contenta con blandir la baja popularidad de Santos, echarle vainas, como si esa tontería fuera a cambiar la esencia de los decretos y la estrategia de engaño. Mientras tanto, los asesores y lobistas llegan al oído del presidente, colocado allí por un grupo de interés o infiltrado por la subversión.

Entre esas dos realidades, como en una puerta giratoria, entran y salen personajes cuyo papel real de influencia y poder permanece en la sombra para la opinión. Así opera el ‘estado encubierto.’ La gente cree que ese poder lo ejercen familias tradicionales, medios e instituciones religiosas. Pero la infiltración de la estructura del narcotráfico en los asuntos públicos produjo la maldición del narco estado detectado en el gobierno Samper como las relaciones o luchas entre fuerzas de seguridad, mafia y grupos subversivos que engendró la simbiosis entre el gobierno y los carteles. Eso llevó a Colombia a la condición de estado fallido del que la rescató el gobierno Uribe.

Pero dejó secuelas. A partir de ese acontecimiento, los carteles de la droga, mediante millonarios aportes económicos, o la financiación ilegal de empresas, financian las candidaturas de algunos políticos a cargos públicos electivos a cambio de garantizarles impunidad, protección y amparo del poder estatal en sus operaciones. Así mismo, (me duele decirlo porque admiro y respeto el sacrificio de policías y soldados), no sabemos si dicho poder se ha extendido a los estamentos militares y policiales, aprovechando las bajas condiciones de vida de sus componentes para infiltrarlos y corromperlos para que sirvan a sus intereses; o si la mafia sobrepasa la capacidad combativa del estado mediante sus marrullas legales.

Un país que navegue en ese mar tiene todas las probabilidades de desarrollar ‘un estado encubierto’ por el escaso poder de las autoridades, graves deficiencias legales, ahora complicadas con las exigencias de las Farc, que por sus concesiones ha proyectado la imagen de un Estado demasiado débil y funcionarios permeables a la corrupción. Odebrecht es un ejemplo. En ese escenario los tecnócratas van en coche porque ellos recomiendan, pero quien asume es el que firma. Y tanto en el país del norte como acá el juego es apoderarse del estado; en EE. UU lo quieren hacer dos élites del mismo establecimiento enfrentadas por intereses financieros, políticos y militares; aquí lo pretende la subversión vía influencia presidencial apoyada por el ‘estado encubierto’, presente en la rama judicial, los medios e importantes personajes del establecimiento criollo. 
Para aclarar el procedimiento que estructura la realidad diaria que experimentamos, definimos estado como: “Comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades.” Siendo así vemos lo contrario; ejemplos de decisiones que afectan a los gobernados, tratados como si fueran miembros de otra ‘comunidad’ que en este caso se llamaría clase social, grupo, minoría, oposición, partido, etnia. Porque esos grupos tienen poca injerencia para decidir en lo que políticamente afecta sus vidas, ya que el poder para decidir no está en el voto o la influencia, sino en el conocimiento de los especialistas, y ese conocimiento especializado se organiza en un círculo de poder al servicio del gobierno o estado, las leyes protectoras de su estructura y una cultura de acatamiento. Esa situación en contra del bien común podría decirse que es un ‘estado encubierto’ enemigo de la comunidad. Opera a la luz del día, no es una estructura conspirativa, pero en realidad funciona como tal, en contra de lo que sostiene a la sociedad por falta de una visión que comprenda y analice lo que pasa, tanto en EE. UU. Como en Colombia.

La falta de un análisis sistémico del problema es parte de la razón por la cual nuestras respuestas son tan difusas y poco coincidentes con la realidad. Y esa es sólo una de las razones por las que un libro como el de Mike Lofgren, "El Estado Encubierto: La Caída de la Constitución y el Auge de un Gobierno en la Sombra", es tan valioso. Lofgren le pone nombre y le da forma a un problema que a menudo ha sido definido de manera nebulosa como corrupción, ineficacia, burocracia, abuso de poder, circunstancias adversas, mal gobierno, subversión, etc. Y esta es la prueba.

Si usted le pregunta a alguien por qué se dispararon los sembrados de coca, seguramente le dirán: “Porque dejaron de fumigar.” Pero nadie estudia la ‘estructura de influencia’ que desembocó en esa decisión que es el hilo de Ariadna para entender la historia real. Los 17 decretos presidenciales sobre reincorporación, asuntos sociales e infraestructura, justicia, paz y seguridad no los craneó Santos, sino las diferentes mentes sintonizadas con el Acuerdo que fue derrotado, pero el ‘Estado encubierto’ se impuso vía Corte Constitucional, Congreso, etc. Sin embargo, esos decretos no son estudiados a fondo y sus resultados socializados para que haya una opinión pública crítica e informada. A eso se le llama dictadura, que lo es, y arriesgamos que siga siéndolo porque creemos que la solución es la probabilidad electoral de un triunfo mediante un liderazgo que puede ser coyuntural. Pero seguimos ignorando la historia real: los intereses del narcotráfico detrás del proceso de paz.

El problema del narcotráfico, que es el origen de mucho de los males durante los últimos 40 años, lo que realmente alimentó la guerra, y le dieron a las Farc el músculo para negociar, no ha sido resuelto. (Leer: “Canciller de Colombia reafirmó en sesión de la ONU la necesidad de un nuevo enfoque para enfrentar problema de las drogas”). Ahí están intactas sus estructuras. Repase la noticia: “Narcos dicen haber dado US$ 12 millones a J.J. Rendón para que mediara en su sometimiento.” Santos engavetó el proyecto y ‘Los extravíos de un ego’ (Columna de Plinio Apuleyo Mendoza, El Tiempo, 9 de junio de 2017) hicieron el resto. Los narcos no querían gobernar, sino evitar la extradición; pero Santos prefirió cogobernar con las Farc por lo que el narcotráfico seguirá ahí con nuevos testaferros. Repase ‘El abrazo Grasso’ en el que recordará usted cuando el Presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York vino a El Caguán para invitar a Raúl Reyes a que invirtiera en Wall Street; es decir, incorporar la mafia al escenario nacional como actor legítimo. Llegó Uribe al poder y les dañó el negocio. Por eso lo odian. Cuando The Economist reveló la fortuna de las Farc pusieron el grito en el cielo. ¿Por qué no le protestan al Fiscal que ahora denuncia su fortuna en billones de pesos? Y todas estas revelaciones no surten ningún efecto porque las neutraliza ‘el estado encubierto’. Y esa estructura existe en muchos países del mundo. Veamos algunos ejemplos.

1. Hoy la vemos funcionado en EE. UU. A través de los medios, la comunidad de inteligencia – FBI; posiblemente la CIA /NSA, Partido Demócrata, Wall Street para sacar a Trump del poder. Sin embargo en esos mismos organismos Trump tiene apoyo. Se trata entonces de la guerra de filtraciones y publicidad porque están tratando de construir la plataforma legal para la destitución, mediante tácticas de la guerra fría, noticias falsas, etc. Hay muchos intereses en juego.
2. Con la disolución de la URSS la KGB siguió gobernando. Putin es el ejemplo.
3. En Brasil pareciera que Odebrecht influyó en diferentes mandatos presidenciales.
4. En Guatemala y Honduras fue la United Fruit Company. De ahí el peyorativo gringo: “Banana Republic.”
5. En Venezuela fue PDVSA antes de Chávez.
6. En Italia fue la logia masónica Propaganda Due.
7. En el Reino Unido el poder en la sombra lo ejercen el MI I5 (Sección 15 de la Inteligencia Militar Británica) y City of London Corporation.
8. En Colombia por muchos años El Tiempo ejerció influencia y la Orden Jesuita a través del Padre Giraldo como componentes del Frente Nacional, cuyo presidente de turno respetaría los acuerdos burocráticos. En el Gobierno Turbay fueron los militares. Con la llegada del narcotráfico el panorama cambió; el Senado y algunas campañas políticas fueron infiltrados. Hoy las Farc están luchando para ser parte del círculo de influencia y desde allí cooptar el estado. ¿Negociará la antigua élite con las Farc? No hay que olvidar las declaraciones del Coronel Mejía en ‘Los informantes’ en donde revela al Secretariado Secreto de las Farc en Bogotá del que hacen parte hombres de negocios, miembros de la Iglesia, militares, ex empleados del gobierno, etc. Las negociaciones de Santos con las Farc se originaron durante el gobierno de Samper vía Álvaro Leyva. Leer el capítulo “Días de Conspiración” del libro “Mi confesión” de Carlos Castaño; y su editorial “Coger el toro por los cachos” en El Tiempo.
Considerando el contexto electoral, muchos creen que las críticas al gobierno Santos tienen que ver con los votos. Sí y No. Me referiré al riesgo político de un cogobierno de las Farc en la sombra para lo que me referiré a mi columna “La pedagogía de los escenarios y las ‘predicciones’ de la Rand Corporation” del 31/10/2016. Decía entonces:

Publicado en el 2001, antes de la presidencia de Uribe, “El laberinto colombiano” (320 páginas) fue el título escogido por la RAND COPORATION para el estudio de lo que se ha llamado' conflicto interno’ de nuestro país (ignorando las implicaciones legales y realidades logísticas que ello implica y que la guerrilla no cumple) y sus repercusiones internacionales. Ese informe ha influido mucho en la política exterior de Estados Unidos hacia Colombia.” A partir de los datos del conflicto y los diferentes escenarios políticos, idearon los especialistas seis escenarios de los que selecciono el sexto, que es el que estamos viendo:

“Las Farc se toman el poder o hacen parte de un gobierno de transición. El deterioro continúa llevando a una toma del poder por parte de las Farc, O A UN ACUERDO DE PAZ FUERTEMENTE INCLINADO A FAVOR DE LAS FARC. Una primera variable de este escenario podría ser el establecimiento por las Farc de un régimen en línea con las características del régimen cubano, que incluiría un sistema político central autoritario, la disolución de las fuerzas armadas y las estructuras políticas del viejo régimen, la nacionalización de amplios sectores de la economía, controles a la actividad económica, una política exterior “anti-imperialista”, y el éxodo de una gran porción de la clase media. Una segunda variación podría involucrar un arreglo de paz fuertemente a favor de las Farc. CONTEMPLARÍA UN GOBIERNO DE COALICIÓN ACEPTABLE PARA LAS FARC, UN ARREGLO DE PODER COMPARTIDO QUE DEJARÍA A LAS FARC A CARGO DE AMPLIAS ZONAS DE COLOMBIA (entre ellas las regiones donde se cultiva coca), y la eliminación de la influencia de Estados Unidos.)” Uribe luchó para que ese escenario no se diera, pero Santos lo hizo posible. Lea usted ahora la versión junio de 2017 según la expone Plinio Apuleyo Mendoza en su columna “Los extravíos de un ego”:

“Toda esta crisis no es ajena al poder ni al costo de los inquietantes beneficios otorgados a las Farc en el acuerdo de paz. Una extraordinaria conferencia que le escuché a José Félix Lafaurie revela cómo están logrando las Farc un extenso control territorial. Al tiempo que el Fondo de Tierras les asegura 3 millones de hectáreas, quedarán bajo su influencia la expropiación de zonas y baldíos por supuestos motivos de interés social o pretextos ecológicos. A lo anterior se agrega otra fórmula de restitución de tierras, las llamadas Zonas de Reserva Campesina (ZRC), propietarias de 9 millones y medio de hectáreas, que gozarían de plena autonomía política, económica y judicial.

“Para el cumplimiento de estos puntos, de vital importancia, se ha creado una Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación de la Implementación de los Acuerdos, compuesta por tres miembros de las Farc (‘Iván Márquez’, ‘Pastor Alape’ y ‘Jairo Quintero’) y tres del Gobierno (Sergio Jaramillo, Rafael Pardo y Juan Fernando Cristo). Su poder será absoluto e inapelable en las confiscaciones y el reparto de propiedades. En caso de empate en torno a cualquier atrevida decisión, el desempate lo harían los países garantes del proceso, Cuba y Noruega. Obviamente, todo esto pondrá en riesgo la propiedad privada. Para colmo, el control territorial de las Farc les asegurará corredores estratégicos para el narcotráfico y la minería ilegal.”

Ahora bien, ‘Un gobierno de transición es uno que respalde la paz, explica "Timochenko." Pero nadie le ha preguntado ¿transición hacia qué? Hacia el primer escenario que construyeron los expertos de la Rand que aquí se ha llamado ‘castro chavismo’ del que los ‘ingenuos pacifistas’ se burlan, como estrategia de desinformación, o como lo hace Semana en su edición 1832: “El fantasma del castro chavismo”, (un estado frágil o fallido) pues no se refiere ni analiza las cifras reales como las que muestro más adelante, sino la pelea doméstica en Venezuela y Colombia. El siguiente párrafo describe las estructuras sociales objetivas que se dan actualmente en Colombia y Venezuela que son el sustento del descontento social en ambos países. Está basado en el informe “Fragile States 2016 | Foreign Policy.”

(1)PRESIONES DEMOGRÁFICAS: Preocupaciones relacionadas con la población, como la escasez de alimentos, el crecimiento de la población y las tasas de mortalidad (V.5.2) (C. 6.7) ; (2) REFUGIADOS Y DESPLAZADOS INTERNOS: preocupaciones relacionadas con el desplazamiento de población y los refugiados (V. 4.8) (C 7.9); (3) GRUPO DE QUEJAS: Tensiones y violencia entre grupos dentro del estado (V 7.4) (7.0); (4) HUIDA DEL PAÍS Y FUGA DE CEREBROS: Niveles de migración fuera del país incluyendo, pero no limitado a, la huida de refugiados y personas educadas (V 5.2) (C 6.3); (5) DESARROLLO ECONÓMICO DESIGUAL: disparidades en el desarrollo entre los diferentes grupos étnicos y religiosos y entre las regiones dentro del estado (V 6.9) (C 7.8) ; (6) POBREZA Y DECLIVE ECONÓMICO: tasas de pobreza y desempeño económico (V7.0) (C3.9) ; (7) LEGITIMIDAD ESTATAL: Corrupción y otras medidas de capacidad democrática, tales como desempeño gubernamental y proceso electoral (V8.7) (C 6.5) ; (8) SERVICIOS PÚBLICOS: Provisión de servicios de educación, salud, saneamiento y otros servicios (V 7.2) (C 6.1) ; (9) DERECHOS HUMANOS Y RESPETO A LA LEY: protección y promoción de los derechos humanos (V 8.6) (C 7.2) ; (10) APARATO DE SEGURIDAD: conflicto interno y la proliferación de grupos armados no estatales (V 6.8) (C 7.0) (11) ÉLITES ENFRENTADAS: Conflicto y competencia entre líderes locales y nacionales( V 8.2) (7.6) ; (12) INTERVENCIÓN EXTERNA: Niveles de asistencia extranjera así como intervenciones impuestas, como sanciones o invasión militar. (V 5.6) (C 6.2).

En el párrafo anterior V es Venezuela y C es Colombia. La medición de los indicadores comienza en 0 (menos frágil), establece la decena del 60 al 70 como el centro de inflexión y llega al Nº 120 como la máxima medición porcentual de los indicadores de fragilidad. Así, el número menor significa ‘menos frágil’; el mayor, lo contrario. En el cuadro original Somalia es el más frágil en el ranking de 178 países, es decir el Nº1 con 114.0% / 120. Y Finlandia el menos frágil con 18.8% /120. Si usted estudia el cuadro original que se consigue en internet en el link arriba mencionado, se dará cuenta que lo que le dicen las cifras objetivas es totalmente diferente a lo que le presentan los medios. Como curiosidad Rusia tiene un porcentaje de fragilidad de 81%, entre Venezuela 81.6, y Colombia 80.2; es decir, países del tercer mundo. Chile con 41.9 estaría mejor que Rusia; Cuba con 66.3 sería mejor que Rusia, pero Rusia es mejor protagonista político de acuerdo con sus intereses competitivos con EE. UU y China. ¿Viviría usted en Chile, Rusia, Cuba o Colombia? Una cosa son los indicadores reales de fragilidad, y otra por qué no se percibe esa realidad hasta cuando ya es muy tarde, pues vivimos manipulados por la propaganda oficial, en una burbuja citadina, noticiosa, de clase social privilegiada, de dádivas políticas, o en la burbuja conspirativa que promueve un estado encubierto.

Y ESTA ES LA REALIDAD. Si el punto de inflexión en los porcentajes se establece entre 60 y 70% y Colombia y Venezuela están entre 80.2 y 81.6% más cerca del 120% que es el porcentaje máximo de fragilidad, entonces Colombia y Venezuela son países bastante frágiles, haciendo posible la aparición de un sistema populista. Esa fragilidad es la que es aprovechada llamándola usted como quiera. Y si pretendemos pensar que no estamos a un paso de la venezolización, pues nos vamos a llevar una sorpresa cuando estudiemos el porqué de las cifras reales. Las diferencias cualitativas entre Venezuela y Colombia no son muchas a excepción del declive económico. ¡PERO LOS INDICADORES PARA MEDIR LA FRAGILIDAD DE UN ESTADO SON 12! Lea, compare y piense en lo que le dicen los medios para que se dé cuenta que el cuadro que pintan no es real; se enfocan en las Farc para hacernos pensar que son los determinantes de una mejoría sustancial cuando las cifras objetivas nos dicen otra cosa.

Ahora bien, estando ambos países en el grupo de los frágiles, estamos peor que Venezuela en los indicadores 1, 2, 4, 5, 10, 12., de los cuales los medios dicen poco. ¿Se entienden ahora los paros? Las cifras podrán ser discutidas; y las que nos sorprendan seguramente son así por un aspecto del indicador que no hemos tenido en cuenta. Así que la posible ‘venezolización’ no es una distopía descabellada producto de la demagogia.

¿Y cuál es el candidato ideal para ese gobierno de transición al servicio del ‘estado encubierto’ que podría empeorar el cuadro presentado y llevarnos más cerca de Venezuela? Alguien predecible, manejable, que se deje ‘aconsejar’. Alguien que le convenga a todos los del régimen y sobre todo a las Farc que creen que el Socialismo del Siglo 21 es la octava maravilla. Sin saberlo, ni proponérselo podrá trabajar para intereses inconfesables; esas personas nunca se acercarán a proponer nada turbio, no pactarán nada con el candidato, pero sabrán manejar los hilos para ser favorecidos, creando, por parte de los asesores, falsos dilemas, callejones sin salida, choque de trenes que desestabilizan la institucionalidad en favor de la corrupción, uno de los medios subversivos para acabar con un estado.

Un ejemplo a la mano. En primera plana publica El Tiempo, el 10 de junio de 2017, la respuesta de Santos al reclamo de EE.UU por haber liberado la CSJ al guerrillero Lemos: “No se pueden poner en tela de juicio los fallos.” Esa generalización nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué entonces en el sistema jurídico colombiano ciertos fallos se pueden cuestionar mediante recursos de impugnación en instancias superiores, internacionales, la misma CSJ, o ante la Corte Constitucional y, en este caso, por parte del secuestrado o su familia? Si cuidadosamente se lee la carta de respuesta del embajador Whitaker hay razones suficientes para hacer dicho reclamo. Y la sindéresis y claridad de la entrevista del embajador Whitaker con Semana debe tener pensando a Santos, pues el embajador dijo: “tenemos una cantidad de ayuda financiera que estamos destinando a Colombia. Hay esa POSIBILIDAD de financiamiento de Paz Colombia.”La palabra ‘posibilidad’ me dejó pensando. Whitaker, como diplomático de carrera, fue sutil y claro; nada tiene de bobo. Por dárselas de gallo fino al presidente le faltó coherencia, favoreció al ‘ESTADO ENCUBIERTO’ y dañó las relaciones con su mejor socio. ¡Y Santos critica las políticas de Trump! Ja…Ja…Ja… Eso quiere decir que un candidato con principios y valores estructurados alrededor de un centro de integridad; una persona de criterio independiente que piensa en el bien del país, ¡NO LE CONVIENE AL ESTADO ENCUBIERTO! Pensemos en eso.

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