El falso beso que Colombia rechaza

“Los besos son como las lágrimas, los únicos reales son los que no puedes contener”. Anónimo

Como describe Alain Montandon en un delicioso libro sobre el beso, el significado de este tiene un amplio espectro que puede ir desde una simple “yuxtaposición anatómica de dos músculos orbiculares en estado de contracción” que “mueve 9 miligramos de agua; 0.18 de sustancias orgánicas; 0.7 de materias grasas; 0.45 de sal; centenares de bacterias y millones de gérmenes”; hasta parte de un ritual de aceptación como el de los adiguesios en el Cáucaso ruso, en el que un extranjero era aceptado en el grupo social cuando “rozara superficialmente con sus labios el seno de la mujer del anfitrión”.

La semana anterior Alexandra Alzate, una colombiana que tiene en su sangre y en sus actos la misma valentía de su hermano el subteniente Jorge Eliécer Alzate Patiño que fue asesinado a tiros de fusil por los delincuentes de las Farc en julio de 2015, se negó a recibir un abrazo y un “Iscariote beso” del presidente. Para los enmermelados, para algunos funcionarios públicos y empresarios que usan más las rodillas que la dignidad, incluso para una parte de la dirigencia de la misma institución de Jorge Eliécer, esto fue un acto de grosería. Pero otros creemos que es un ejemplo de dignidad y una muestra de lo que la mayoría de los colombianos pensamos sobre este gobierno y su comportamiento.

Por qué juzgar mal a esta mujer que, al contrario de la ola aplastante y hedionda de falsedad que intenta disfrazar la hipocresía con el mantra de que hay que ser “políticamente correcto” y “diplomático”, manifestó con su cara el asco que siente por quien considera en parte culpable de la muerte de su hermano. Dice Montandon que: “De alguien que nos resulta antipático solemos decir, significativamente, que “no se le puede aguantar”, que “no se le puede tragrar”, o que no está en “olor de santidad””.

El gesto de dolor y repugnancia de Alexandra al no dejarse besar y abrazar por los mismo brazos que en La Habana abrazan en complicidad a quienes mataron a su hermano, pienso que es el rostro de los colombianos que no aceptamos este proceso extorsivo de apaciguamiento, no de paz, en el que a los delincuentes se les igualó con los ciudadanos, en el que es lo mismo cumplir la ley que violar niñas y secuestrar personas, y en el que los delincuentes fueron convertidos en actores políticos, legitimando la dañina percepción popular que a la política solo llegan los bandidos.

Así como condenan a Alexandra por no hacer lo que la falsa educación indica, a los que no queremos ver a Colombia convertida en la tierra donde el delito es premiado con impunidad, en donde los miles de Jorge Eliecer uniformados ofrecen en vano su vida y en donde el peso de la ley es inversamente proporcional a la peligrosidad de los delincuentes, se nos califica de guerreristas y enemigos de la paz. Pero nos importa un carajo que nos tilden de eso porque es falso.

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