El filtro, el fotógrafo y la política

"El hombre que conoce la verdad está más allá del bien y del mal, pues ha comprendido que la ilusión es la realidad única y que la sustancia es la gran impostora." H.P. Lovecraft

El que dice la verdad no peca, pero incomoda. Dicho paisa

Pasada la euforia noticiosa del secuestro y liberación de Salud Hernández-Mora y los reporteros de RCN, Diego D’Pablos y Carlos Melo; leídos los elogios de la personalidad de Salud, la impactante columna en blanco de El Tiempo, las críticas a Santos, etc. me pregunté por la ‘realidad’ de todo lo ocurrido, equiparando ‘realidad’ con ‘verdad’ para decidir algo: asumir una actitud sobre los hechos, hacerme preguntas que nada cambiarían, llegar a la ‘mente maestra’, si es que la hubo, de las razones del secuestro para desembocar en alguna atrayente teoría conspiratoria. Y llegué a ella: todo había sido planeado por el Maestro de los Fotógrafos.

Como muchos conocedores de las viejas cámaras saben un filtro óptico acoplado al objetivo de una cámara fotográfica, busca conseguir determinados efectos. Un filtro anaranjado, por ejemplo, para una película en blanco y negro, convierte un anodino piso de piedra en un hermoso tapete de malabares de claro oscuros, blancos, grises y negros en diversas tonalidades ausentes de la piedra común; un precioso bordado de contrastes, gracias a los juegos degradados de luz y sombras. Logramos así el milagro estético de convertir lo común en arte. Se necesita, desde luego, el juicio avezado del ojo, el conocimiento tecnológico de filtros, características de la película, velocidad, enfoque, etc., y el efecto buscado.

De la misma forma, las noticias políticas, como los filtros fotográficos, buscan efectos especiales: polarizar, eliminar rasgos indeseables (photo shop), corregir la ‘intensidad’ de un aspecto, neutralizar, etc. Si agregamos a los filtros las diferentes clases de lentes entenderemos que la rica ‘realidad’ que procesamos con nuestros ojos y sentidos, pero sobre todo con el querer, no es la misma que nos presentan los medios, aunque estemos frente al mismo paisaje, pues se la hace más ‘interesante’ para mal o para bien, para efectos de un ‘mercado’ especial llamado política, por lo que no debemos apostarle nada de vital importancia, ya que la verdadera fotografía, para nuestro uso personal, nos la da la cámara de nuestros ojos, el juicio crítico y el corazoncito de cada quien.

Vemos así cómo el gobierno, a través de El tiempo, nos quiere filtrar o vender su versión de paz con la guerrilla. Un gran despliegue de ese propósito lo vemos en la edición de junio 1/16. En “El eco de La Habana ya se vive en la selva” la intención del filtro es ‘humanizar’ a las Farc cuando presenta la foto de una guerrillera y el gran ‘logro’ de decir: “Una guerrillera con embarazo de seis meses ya es posible en el Bloque Oriental.” El otro ‘filtro’ es libertario al presentar una bañada en común de hombres y mujeres con la leyenda: “Al principio muchas guerrilleras sienten pudor por el baño en común, pero luego se les hace normal compartirlo con los hombres.” Nos preguntamos: ¿Hasta ahora se entera la guerrilla que la VIDA es un derecho inalienable desde la concepción? ¿Qué representa el pudor, no es acaso el respeto a la privacidad individual? ¿Es ‘normal’ perderlo obligándonos al baño común o debe ser una decisión libre como ir a una playa nudista?

El otro intento de ‘vendernos’ a las Farc lo hace El Tiempo con el despliegue: “El secuestro fue un error”: el ‘Médico.’ Es un error en el 2016, pero no lo fue cuando flamantemente se hablaba de la ‘industria del secuestro’.

Cuando se pretende abordar con el título “Así ven el futuro en paz los guerrilleros” no vemos el ‘cómo’ de su posible eficacia en una contienda democrática de propuestas en beneficio del país, que parece ser el secreto mejor guardado de La Habana. Pues la guerrillerada, como convidados de piedra, se dedicará (las mujeres) a la vanidad y la camaradería, a labores de hogar, a comer arroz como los guerrilleros vietnamitas, a conectarse a internet (los más avezados) mientras la gran mayoría se alfabetiza para entender la vida civil. ¿A qué estamos jugando? ¿Qué pasa con la construcción de Colombia, dura, imperfecta, pero real, que le ha servido a millones de colombianos durante más de 200 años? ¿Cuál es la propuesta de los nuevos ensayistas de un quimérico nuevo orden?

Ahora bien, sabemos diferenciar los filtros que le ponemos a una cámara como algo diferente a nuestro yo, nuestra identidad, porque, sencillamente, no somos la cámara. Por lo tanto, podemos ser críticos frente a lo que nos presenta, pues no nos identificamos con ella. ¿Pero qué pasa cuando los ‘filtros’ están en nuestro cerebro y desconocemos que ‘vemos’ la realidad a través de ellos? Esos filtros reciben múltiples nombres: ideas, prejuicios, ilusiones, sueños, paradigmas, preferencias, educación, tradición, partido político, análisis, etc. ¿Por qué le damos a esos ‘filtros’ la validación de verdad? Porque al no verlos y haber sido probados por nuestra ‘experiencia personal’ o aceptados ‘en fe’ de la experiencia de otros, creemos que nuestra percepción está libre de cualquier sesgo personal. Además, la misma experiencia personal de muchos con el mismo sesgo, la convierte estadísticamente en ‘verdad.’ Pero ¿Qué pasa cuando un comportamiento se sale de la tendencia estadística? Una persona inteligente no la tiraría al cubo de la pereza diciendo que es una excepción; o la acepta como algo ‘diferente’ que se respeta; creo que trataría de averiguar la razón de esa excepción o diferencia. Y aquí es donde sobreviene el ‘juego’ democrático, la tragedia, o la sabiduría de no intentar entender lo imposible, o lo que no puede cambiar.

Los ‘filtros’ que las FARC, el ELN, las BACRIM y nosotros tenemos en nuestros cerebros, son muy diferentes. Esos filtros no van a desaparecer o cambiar con las armas, bombardeos, charlas santistas, propaganda marxista o capitalista, mermelada, acuerdos, etc. Los resultados de las conductas que esos filtros producen deben indicarnos qué tan adecuados son con la realidad que, supuestamente, queremos construir en conjunto. La realidad que buscamos no necesariamente es una realidad de comodidad física, la más fácil de digerir; frente a ella se pueden tranzar principios para quienes ‘pasarla bien’ es lo único que cuenta; pero no es así para quienes intuyen que la coherencia ética y moral son tan, o más importantes que el aire que respiramos, cuando se trata de construir convivencia pacífica. Un intuitivo genial, Jesús, decía en relación con la protección de la esencia valiosa del ser humano: “Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al Reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno”, Marcos 9:47.

Si los ‘filtros’ que han lanzado a las Farc, el ELN y similares a 50 años de guerra infructuosa no le han dado los resultados esperados ¿Qué deben hacer con esos filtros? Lao Tse dijo una vez: “Los académicos adquieren todos los días un conocimiento inútil, ajeno a toda experiencia (filtros); pero los taoístas (sabios) todos los días pierden la acumulación del conocimiento inútil, los dogmas, lo no comprobado.” Los dogmas marxistas como la ‘lucha u odio de clases’ son ciertamente ‘filtros’ depredadores; la creencia que los documentos legales pueden sustituir la realidad es otro ‘filtro’ que Álvaro Leyva ignoró, para querer imponernos un nuevo orden jurídico, en contravía de la experiencia que si a un ratón se lo ceba con queso después querrá leche malteada con galleticas; por lo que se ha encontrado con el rechazo universal de los ‘gatos’ quienes sabemos, por experiencia, lo que es otorgarle poder a los perros que aterrorizan con sus ladridos porque que no han cambiado sus filtros depredadores disfrazados de perros ovejeros. ¿Y cuáles son esos filtros, falacias o procesos erróneos de pensamiento? Aquí van algunos.

1. Utilizar la legalidad y la posible coherencia de las argumentaciones jurídicas para sustituir la ética de lo justo que es la que rige el sentir de la convivencia pacífica. Dice Juanita Goebertus, después de haber descalificado a Pastrana y a Leyva en “Ni ballet ni golpe de estado” (El Tiempo, Mayo 31/16) “De ser aprobado el acuerdo final, el objetivo de todo este procedimiento es garantizar que la paz pase de ser una política de Gobierno a una política de Estado a través de la cual no solamente se silencien los fusiles, sino que se fortalezca el Estado social de derecho en todo el territorio nacional.” Aparentemente lógico el argumento, pero falaz, ya que lo que ‘garantiza’ la paz no es un acuerdo, sino la conciencia de lo correcto; es el cumplimiento incondicional de CUALQUIER CONSTITUCIÓN, pues no conozco la primera que promueva el crimen o el delito. Cuando un guerrillero o paramilitar se desmoviliza, no es porque haya entendido el argumento jurídico de Goebertus que defiende el acuerdo habanero del 12 de mayo, sino porque SIENTE Y SABE QUE LA GUERRA ES INCORRECTA.

2. Tolerar en todas sus manifestaciones culturales y políticas el desprecio de la honestidad, la ineficiencia o deslegitimización institucional. Decir que en el Catatumbo no hay Estado, se toma como normal. Santos llegó a admitir que era el Bronx nacional, sin inmutarse ante su falta de responsabilidad, ya que no existe la práctica responsable de los gobiernos mediante una rendición de cuentas ante la acusación de ‘ausencia de Estado’ cuando hablamos de la ingobernabilidad de las regiones. El tolerar ese argumento dio origen al paramilitarismo y legitima la violencia soterrada de las Farc en las regiones. Cuando se trata de hacer cumplir la Constitución y las Leyes en esos sectores, mediante la fuerza legítima, entonces viene la acusación de guerreristas.

3. Se deja la responsabilidad de la lucha contra la corrupción y la violencia a los héroes solitarios, cuando el heroísmo debería estar encarnado en el Estado. Las instituciones no tienen conciencia, pero instituciones conformadas por personas conscientes, no por cuotas burocráticas o decretos, vuelve a los estados heroicos. ¿Qué tal que el Ejército fuera conformado por cuotas burocráticas? Colombia ágil durante la administración Turbay (1978-82); Comité para la racionalización de la gestión pública, Colombia eficiente (Betancur 1982-86); y de ahí en adelante todos los gobiernos han promovido diferentes estrategias anticorrupción, como los esfuerzos surgidos a partir de la Constitución del 91 llevados a la legislación penal o las surgidas de los planteamientos de eminentes especialistas. Pero nada cambia, por lo menos ante la percepción pública, por falta de informes comparativos en donde se puedan destacar los avances.

4. Se ha asociado corrupción con dinero y desde luego que el ‘vil estiércol del diablo’ es la leche materna de todos los delitos. Sin embargo, eliminar la corrupción requeriría reformas del estado, superar la impunidad, la narcocorrupción, el clientelismo, la ineficiencia institucional, la situación de violencia, aclarar la financiación de las campañas, eliminar la mermelada, fortalecer el control político en el congreso y la sociedad, la formación de la ciudadanía; es decir, la corrupción es la enfermedad resultante de un cuerpo enfermo, no la causa. Y parar el baño de sangre es eliminar uno de los factores de la enfermedad social, no un acuerdo político. Pero vemos que se mantendrá la impunidad que es como eliminar el foco canceroso, sin garantizar que el cáncer pueda hacer metástasis.

Volviendo a mi teoría conspiratoria original, en términos humanos, “el Maestro de los Fotógrafos” es esa parte de nuestra personalidad mercantil, no transformada, que le gusta ‘vender’ paz, tranquilidad, bienestar, conflicto, dudas, puntos de vista, noticias, etc., a un mercado ansioso de consumir novedades empacadas de manera atrayente, como parte del negocio, cuyos empaques preferidos son: violencia, sexo, escándalo, farándula, deportes. Los periodistas serios nos ponen al tanto del engaño noticioso, con el concepto de desinformación, pero no señalan la enfermedad como tal; los profesionales del oficio, formadores de vocación, intentan enseñar ética, porque sospechan lo de la enfermedad, pero no se atreven a diagnosticar porque desconocen el perfil de la misma.

Así, Salud Hernández-Mora es una testigo incómoda de la enfermedad tanto para el gobierno como las Farc o el ELN, sobre la verdad del Catatumbo, como es la dificultad de entrar a la conciencia del ELN, la castración del Estado ante su nulidad para guiar a la comunidad con su poca capacidad de respuesta para reparar el daño hecho por el abandono. Frente a todo eso solo percibimos de parte del gobierno, el ELN y las FARC, la arrogancia y el miedo para pasar de agache, como el avestruz, porque temen ver la realidad a la que llamarán impostora, o de la que negarán su existencia, o a la que culparán de lo que les pasa, como lo hacen los locos que no saben que ven al mundo a través del filtro de lo que llamamos enfermedad mental. Pero si no queremos ser tan dramáticos, la situación de Santos es algo así como tener una pata agarrada en la tumba por lo que cree ser la ‘pelona’ de las Farc, y la otra en una cáscara de plátano con algo maloliente en la suela del zapato, la opinión pública, mientras desde la galería internacional apuestan a ver si se despaturra o no. No es una imagen atrayente, pero creo que ilustra el drama existencial del Presidente, mejor de lo que le ofrecen las encuestas. El problema es que, al no tener apoyo, no puede tirarse del escaso pelo para salir del hoyo.

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