El juego de la política y los impuestos

El Congreso terminará aprobando la financiación del faltante de los 12,5 billones de pesos y el año que viene será testigo de un gran debate sobre la tributación en Colombia.

El tema de moda en la ciencia política es el comportamiento de las asociaciones de negocios –business groups– como actores en el diseño de las políticas del Estado.

Siempre se ha sabido de la presencia del cabildeo, o del lobbying, en la discusión de los asuntos sobre los cuales los congresos o los gobiernos toman decisiones. En la actualidad, sin embargo, se trata de evaluar cuándo y por qué las presiones son más o menos exitosas. Para eso, los científicos políticos construyen modelos y les meten a las técnicas estadísticas y a las regresiones.

Uno de esos investigadores es un colombiano, Néstor Castañeda, actualmente profesor asistente en la Universidad de Southampton, en Inglaterra, quien estudia la relación entre las asociaciones de negocios y los procesos políticos en la reforma de los impuestos. El argumento es que los gremios determinan el tipo de impuestos que se aumentan y cuál grupo social asume la mayor carga, si los empresarios o los consumidores. La conclusión es que cuanto más centralizadas y mejor coordinadas estén las asociaciones gremiales, mayor será su influencia y menores los impuestos. Compara el caso chileno, en donde la organización gremial cúpula es muy antigua y poderosa, con el Consejo Gremial Nacional en Colombia, de reciente creación y nunca tan fuerte como el consejo de Chile. En ese país, la asociación cúpula de los productores tiene más poder frente al Gobierno que el que tiene la colombiana.

Casualmente, al tiempo que se conocía en Oxford el trabajo de Castañeda, en Colombia forcejeaban la semana anterior el Gobierno y el Consejo Gremial. A esta situación hicieron referencia tanto la revista Semana como Rudolf Hommes, en su columna dominical de EL TIEMPO. En una nota titulada ‘El pulso por la reforma tributaria’, Semana informó que el presidente Santos logró evitar un enfrentamiento entre el Gobierno y el Consejo Gremial por el descontento de este último con la reforma. Para Hommes, hubo una “lucha de poderes” y el sector privado amenazó con una confrontación pública para que el Gobierno atendiera sus peticiones.

Lo más interesante es que Hommes afirmó que en la discusión de la reforma los congresistas cerraron filas con el Gobierno, porque “seguramente había algo para ellos que superaba lo que los gremios podían ofrecerles”. Es decir que para los congresistas era mejor estar con el Gobierno que atender el lobbying del Consejo Gremial. Pero es posible también que, por primera vez, la fuerza del Consejo Gremial se manifestara coordinada y centralizadamente y que el Gobierno, que había estado tranquilo y se había negado a atender las peticiones del Consejo Gremial, tuviera que recular e improvisar unas conversaciones de última hora con los representantes de los gremios para que las amenazas del sector privado –entre ellas, la de parar la producción en algunas fábricas– no se llevaran a la práctica.

Si lo anterior es cierto, la fuerza del sector privado le quitó poder al Presidente frente al Congreso y, por lo mismo, el apoyo político a la reforma se resquebrajó. Quizá por eso, el Partido Liberal dice ahora que no se siente bien representado ni en el gabinete ni en las ejecuciones del Gobierno, y los conservadores se pegan a esta queja para tratar de obtener más prebendas por el apoyo a la reforma tributaria del Gobierno. Es el juego de la política en su máxima expresión.

Así las cosas, yo estaría de acuerdo con Hommes en que el Congreso terminará aprobando la financiación del faltante de los 12,5 billones de pesos (que ya puede estar superando los 15 billones por la caída del precio del petróleo) y en que el año que viene será testigo de un gran debate sobre la tributación en Colombia.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar