El mesianismo intelectual de… unos y otros

Estos mesías que sin razón y sin fuerza intentan atacar al presidente Uribe, a Ernesto Yamhure e Iván Duque.

No se parecen, son iguales. El mesianismo intelectual los afecta por igual. Los unos actúan, o creen actuar, desde el infierno. Los otros actúan, o creen actuar, desde el cielo.

Yo, en razón de mis 50 años en la vida pública, fui varias veces victima de los primeros y ahora también lo soy de los segundos, estos últimos me califican de miliciano guerrillero infiltrado en la tierra sagrada que ellos protegen como iluminados guardianes de la “fe” …de ellos, de la “moral” …de ellos, del “paraíso” …de ellos. Ahí no caben sino ellos, hasta el presidente Uribe es un sospechoso y claro, por supuesto Ernesto, según ellos “es un mercenario sin principios que cambia de chaqueta cuando le conviene”.

De izquierda o de derecha estos mesías intelectuales proceden con la misma lógica, ellos no se contaminan con la dinámica de la acción política. Desde sus quirófanos mentales en condiciones de asepsia total practican sus operaciones quirúrgicas a todas las desviaciones ideológicas bien sea que provengan del cielo o del infierno.

Ellos son los guardianes de las ideologías, ellos son los que salvaguardan y preservan la pureza de todos los ideologismos, no importa si son de derecha o de izquierda, su templo sagrado es el mesianismo como ideología. Y fue en nombre de ese mesianismo ideológico que ellos profesan, como grandes sacerdotes, que la humanidad padeció sus peores crímenes oficiados desde sus tronos inalcanzables por Stalin, Hitler. Mao Tse Tung, Pinochet, la dinastía Kim Il Sung, etc, etc.

Sus dogmas no les permiten tolerar la riqueza y la dinámica de la acción política y por eso sienten que son los llamados por el todopoderoso para decidir quienes si y quienes no pueden hacer parte del pedestal de las precandidaturas presidenciales del Centro Democrático. Y cuando a alguien se le ocurre expresar, legítima y sinceramente, una opinión llueven rayos y centellas como una tormenta acompañada de la consabida expulsión del paraíso.

No de otra manera se podría entender la furiosa afirmación acusando a Ernesto Yamhure de adoptar “los mismos métodos destructivos de las Farc que él dice combatir”. Y como representan el sagrario de la moral inmaculada no se ruborizan cuando afirman que Yamhure “se ubica objetivamente en el campo que combaten las fuerzas patrióticas: en el de la banda narco comunista Farc…”.  Al fin el país se va a enterar que estos mesías son los que constituyen las “fuerzas patrióticas”.

El látigo del delirio y la esquizofrenia ya lo habíamos sentido cuando como auténticos francotiradores madrugaron a inicios de año para advertir a los colombianos que en el CD se había colado un comunista redomado que por su inteligencia, conocimiento del país y fortaleza juvenil quería convertirse en el presidente de una nueva y fresca dimensión de la seguridad democrática, la confianza inversionista asociada con la economía naranja y la cohesión social.

Y como son los dueños y administradores de los truenos celestiales no dudan, socarronamente, en acusar al presidente Uribe de traicionar el mandato popular del 2 de octubre y de estar en entendederas con el gobierno traidor y claudicante de Santos. Insoportables engreídos incurren en la bellaquería de decir “el expresidente Uribe tiene la palabra” fingiendo olvidar que la palabra se la dio hace muchos años el pueblo colombiano y no unos aculillados francotiradores refugiados en sus madrigueras de espanto.

La crítica del poder y de las ideas políticas en Colombia a lo largo de nuestra historia es víctima de una visión reduccionista atrapada en los dogmas y las estrecheces del ideologismo bipolar de la derecha y la izquierda.

Los mesías de derecha incapaces de romper con sus ataduras mentales desconocen a pensadores de trascendencia universal como Nicolás Gómez Dávila de quien Ernst Junger afirmo que era “una mina para los amantes del conservatismo”. Y los mesías de izquierda, que no contaron con pensadores de fondo, terminaron militando en vocaciones dogmáticas y de capilla que alimentaron todo tipo de violencias, terrorismos y populismos de garaje.

Estos mesías que sin razón y sin fuerza intentan atacar al presidente Uribe, a comunicadores como Ernesto Yamhure y a revelaciones políticas como Ivan Duque son expresión autentica de un obsoleto redentorismo iluminado caracterizado por su arrogancia epistémica que Nassim Nicholas Taleb en su “Cisne Negro” define como el “orgullo desmedido en lo que se refiere a los limites de nuestro conocimiento”. Orgullo desmedido que conduce a la confusión, la ignorancia, el engreimiento y el abuso de poder.

No olvidemos que el mexicano Octavio Paz en su maravillosa obra sobre Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe nos advierte sobre los riesgos de los mesianismos religiosos y de su responsabilidad en las grandes tragedias políticas de la humanidad.

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