El Papa Francisco y Colombia

Al terminar la primera misa del Papa Francisco en Cuba abordó en forma inesperada el proceso de paz del presidente Santos con las Farc y afirmó: “No tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación”. Supongo que se refirió con esto a la paz que numerosos colombianos anhelamos, la cual no coincide con la que pregonan el presidente Santos y sus amigos.

El Papa Francisco parece estar muy bien informado sobre la farsa de paz que hasta la fecha se está negociando en La Habana, porque se refirió a una paz con respeto a las instituciones, es decir, tanto al derecho colombiano como al derecho internacional.

Ojalá le hayan informado al Papa sobre la retórica política, la corrupción y la demagogia del gobierno del presidente Santos para aprobar, implementar, refrendar y ejecutar un sombrío Acuerdo Final. Que esta no es la paz que anhelamos los colombianos.

Que la verdadera paz no puede aceptar que en pos de ella le transfiera Santos todos los poderes del Legislativo al Ejecutivo. Que se establezca una Justicia Transicional con penas irrisorias para los cabecillas de las Farc. Que le refrendemos el Acuerdo Final sin prever que con las ventajas territoriales y de narcotráfico que ya les han brindado, lleguen las Farc al poder en pocos años a empobrecer luego a los colombianos para perpetuarse allí.

Pero no todas las declaraciones del Papa son tan acertadas como la relacionada con la paz de Colombia. Tal como aclaró ante CNN el profesor de Harvard, Ricardo Haussman, durante la entrevista que le concedió a Andrés Oppenheimer el pasado domingo 20 de septiembre, “el Papa Francisco confunde explotación con exclusión, el problema no son los que trabajan en empresas formales, capitalistas, quienes reciben un salario mensual, una pensión y están protegidos por leyes laborales, sino los millones que trabajan en la economía informal y no reciben ninguno de estos beneficios”.

El problema, me pareció entenderle a Haussman, no son los trabajadores en el sector capitalista de la economía, donde se requieren inversiones y tecnología para producir artículos con calidad y demanda, donde labora hoy la clase media.

El problema, deduzco, son los trabajadores por cuenta propia, los informales, los que perviven excluidos –no explotados- como desempleados o laborando en sectores poco productivos. Sectores donde no ingresan o se ahuyentan las empresas capitalistas modernas, formales y muy rentables, porque gobiernos como el colombiano asfixian la iniciativa privada con sus impuestos. Porque si es lícito escoger el mal menor entre dos males, escojo nuestro pasado de conflictos y exclusiones a un “futuro de paz gobernados por las Farc”.

Quienes como el Papa “critican el capitalismo en el sentido de que es un sistema que pone las ganancias por delante del bien común”, confundiendo la explotación y la exclusión, bien le pueden abrir la puerta a los socialismos que crean más miseria y opresión que todos los capitalismos existentes. La paz es el resultado de gobiernos libertarios, élites con principios éticos y clarividentes, ingresos per cápita elevados y paternidad responsable como preconiza el Papa.

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