El poder, a patadas…

Nunca quisiera poseer un tipo de poder que pueda ser usado para hacer que otros, sin importar su edad, profesión, raza o procedencia, se sientan menospreciados. No quisiera tener el poder, obvio, el que no tienen todos y todas, sino de ese tipo que tienen unos pocos afortunados, como reyes de esos de la Edad Media. Un poder que controle hasta a los microbios y pueda aplastarlos a patadas. Lo que más me preocupa es que los pensamientos, aquellos expresados con ira y en público, muy bien pueden convertirse en grandes realidades. Los programas que tengan escenas de agresividad, aquellos que demuestran una falta de respeto por las minorías, idioma inapropiado, entre otros, tienen prohibición en ciertos horarios y hasta, en ocasiones, los sacan del aire.

Entiendo también, que estas limitaciones, reglamentos, leyes, los tienen todos los programas que se presentan en televisión, así como los medios escritos o aquellos de radio, es decir, tienen validez sobre las personas que emiten frases agresivas, poco respetuosas, pero como siempre, la realidad, es que hay excepciones. Me preocupa, el ejemplo a los adultos que replican como niños este tipo de actitudes, tanto como el de los niños y jóvenes que quieren ser como los grandes y más aún si son superconocidos o tienen poder. Me preocupa una comunidad en la que la gran mayoría no tiene la posibilidad de la libre expresión, sea esta directa, en medios tradicionales o los sociales, que no solo se usan en este país en donde presidentes, ministros, todos, reciben todo tipo de comentarios de los que más elogian hasta algunos que, además de claros, no dejan de ser insultantes. La diferencia es que, en estas sociedades desarrolladas, nadie les responde en grandes pantallas y cadenas. En esos países tampoco se responden a jóvenes que tienen todo el derecho al reclamo, tengan o no la razón y no se les usa para más propaganda. Ojalá esta juventud no se aburra, ni se cohíba y cierre su boca, inclusive por miedo. Me preocupa el futuro, en el cual los niños y jóvenes serán hombres y serán agresivos y contestones, sin miedo al irrespeto o a bajar la autoestima a cualquier otro ser humano. Me preocupa el ejemplo de hoy y cómo este se reflejará en el mañana, que las nuevas generaciones sean intolerantes y que todo lo que a ellos en el día a día, no les guste, les incomode o les desagrade sea razón suficiente para una patada, la misma que puede ser física o en simples palabras.

El poder, inicialmente se lo puede lograr por el voto democrático y voluntario, poco a poco el natural desgaste se presenta y aquel que no quiera dejar que la historia continúe, puede encontrarse en la desesperación de lanzar patadas a todo el que se le oponga o simplemente diga no me gusta. Qué pena sería que al resto, nos vea como microbios, con todo el respeto que se merecen esos microorganismos fabulosos que cumplen variadas, específicas e invaluables tareas. El poder se logra a través de paz, justicia y libertad, nunca a patadas…

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