El próximo domingo

El ascenso de Clara López en las encuestas está polarizando al electorado de Bogotá, con perjuicio para Rafael Pardo y Pacho Santos.

Lo que está en juego es el futuro de Bogotá. La dura realidad que nos abruma es desastrosa. La inseguridad nos acecha en cada esquina, el tráfico no puede ser más exasperante, las calles cada vez más rotas y el despilfarro de los recursos públicos por causa de un populismo de estirpe chavista son los males más visibles que nos deja Petro. ¿Hay posibilidades reales de corregirlos? Sin duda. Como alguna vez lo escribí, los candidatos que se disputan la alcaldía son confiables. Conocen bien la ciudad, han estudiado sus problemas, no hacen demagogia y todos han demostrado ser escrupulosos y honestos.

La encuesta de Ipsos-Napoleón Franco, publicada por la revista Semana en su última edición, le da el 31 % de los votos a Enrique Peñalosa, el 23 % a Clara López, el 16 % a Rafael Pardo y el 6 % a Pacho Santos. Detrás de estos resultados hay una explicación lógica. Digan lo que digan sus contradictores, Peñalosa fue un excelente alcalde. Es un experto en problemas urbanos; no en vano ha sido asesor en más de 150 ciudades del mundo. “En ellas –dice– he aprendido a solucionar temas complejos de las ciudades modernas”. Y problemas son los que realmente tiene Bogotá. Su progresivo ascenso en las encuestas obedece también, paradójicamente, al de Clara López.

¿Cómo explicar que esta candidata haya pasado de repente del 12 % registrado en el mes de septiembre al 23 % de hoy? Tal despegue tiene mucho que ver con la renuncia de Carlos Vicente de Roux, candidato del Partido Verde, y el apoyo que Petro y sus amigos progresistas le han dado a Clara a última hora. No es solo una adhesión de quienes comparten su marcado perfil de izquierda. Petro va a darle un apoyo efectivo contando con los sectores marginales de la ciudad y, sobre todo, con el vasto aparato burocrático que él maneja desde el Palacio Liévano.

Cuando Clara López habla de profundizar los cambios sociales, aludiendo de esta manera a lo realizado por Petro en los últimos años, puede aparecer como la única candidata que asume una forma de continuismo, en vez de criticar a la actual administración por los males que le ha dejado a la ciudad.

Ante el riesgo de que las elecciones del domingo se definan entre Peñalosa y la candidata del Polo Democrático, muchos electores, temiendo que la izquierda prosiga en el poder, van a considerar el llamado voto útil como un imperativo. Los afectados por esta disyuntiva van a ser, según lo pintan las encuestas, Rafael Pardo y Pacho Santos.

El primero, es cierto, tiene todo el apoyo del partido de ‘la U’, del Partido Liberal y la vieja maquinaria que representan, pero, con contadas excepciones, el voto de opinión puede resultarle esquivo pese a sus buenas intenciones y propuestas.

En el caso de Pacho Santos, el vaivén electoral que muestran las encuestas lo sumerge en un inesperado 6 % de favorabilidad. A primera vista parece absurdo, si se toma en cuenta que Pacho se ha echado al hombro, con cuidadoso empeño, los problemas de la ciudad. Entre sus programas se destacan los que conciernen a la inseguridad, a los abusos tributarios de la actual administración, a los problemas de movilidad y a la necesidad de abrir nuevas vías como la ALO. Confía en el voto mayoritario del Centro Democrático, pero la verdad es que un gran número de amigos suyos y seguidores del uribismo van a votar por Peñalosa. Para ellos, el tema del proceso de paz y las inquietudes que en torno a él expresa Pacho no son primordiales a la hora de elegir alcalde en Bogotá.

La verdad es que los problemas que cada día nos agobian en esta ciudad prevalecen sobre cualquier consideración política, venga de donde venga. De ahí que el voto útil tenga un decisivo protagonismo a la hora de salir a votar. Se trata de buscar una salida real a la caótica situación que vivimos y no correr el riesgo de seguir con más de lo mismo.

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