El «puro cuento» de Roy

Roy Leonardo Barreras Montenegro, antiguo gavirista que con el tiempo se pasó al pastranismo desde el que saltó al más “puro” vargasllerismo para dar una vuelta de 180 grados hacia el uribismo radical y que hoy milita en la línea dura del santismo “enmermelador”,  la emprendió hace poco contra el Centro Democrático, alegando que esta creciente corriente ideológica es “puro cuento”.

El tristemente célebre presidente del Congreso ha declarado que tiene toda la autoridad para criticar al uribismo, porque él “nunca se ha cambiado de partido político”. Partiendo de ese “razonamiento”, defiende la reelección de Juan Manuel Santos, la cual, según él, debe ir acompañada por una victoria en las elecciones de Congreso que le signifiquen 30 curules al partido de La U en el Senado.

Pero las matemáticas electorales son unas solas. En 2010, la lista al Senado que presentó el partido de La U, cabalgando sobre el éxito político de Álvaro Uribe Vélez y replicando en todos los rincones de Colombia el discurso de la Seguridad Democrática, logró obtener 2.792.944 votos que le valieron 28 escaños en la Cámara Alta de nuestro Parlamento.

Para nadie es un secreto, y menos para Roy, que esos eran otros tiempos. Tiempos en los que los ciudadanos sabían que La U era Uribe; el país tenía arrinconado al terrorismo, el narcotráfico era combatido con verticalidad, sin discursos dobles ni insinuaciones de legalización de drogas. La economía era vigorosa y estaba vacunada contra la “enfermedad holandesa” que hoy presenta síntomas alarmantes. Los colombianos que acudieron a las urnas en 2010 a votar por las planillas de la U, lo hicieron convencidos de que con su sufragio estaban apoyando la continuidad en el tiempo y en el espacio de las exitosas políticas que durante 8 años puso en marcha Álvaro Uribe Vélez.

Pero, ¿a quién le cabe duda de que los electores de Roy y de Juan Manuel Santos fueron asaltados en su buena fe? Les pidieron el voto con un discurso y hoy gobiernan con una agenda diametralmente opuesta. A los votantes de aquel año, nadie les dijo que se iba a negociar con el terrorismo, ofreciendo impunidad y elegibilidad de los victimarios, ni mucho menos se les planteó que el presidente-dictador de Venezuela, aquel que protege a los jefes del narcoterrorismo en su país, sería declarado como el nuevo mejor amigo del gobernante colombiano. Ninguno de los candidatos que entonces era uribista, les dijo a sus huestes que estaría de acuerdo con un gobierno proclive al derroche y ágil para gastar desmesuradamente.

Esos ciudadanos rápidamente se decepcionaron del presidente que eligieron y de los congresistas que integran la llamada Mesa de Unidad. Son más de 9 millones de personas que le apostaron a la continuidad de la Seguridad Democrática y lo que ello significa.

Ahí radica el éxito que en tan poco tiempo ha alcanzado el Centro Democrático. Por eso rápidamente recogió a todos esos inconformes, decepcionados, frustrados y molestos con un gobierno que les “echó un cuento” para quitarles el voto. En reuniones de barrio, encuentros ocasionales, tertulias universitarias, charlas desprevenidas de amas de casa, hay un punto de coincidencia: se debe recuperar el rumbo.

De manera silenciosa, con los medios de comunicación tradicionales en contra, con las redes sociales como única herramienta para masificar el mensaje, los militantes del Centro Democrático han logrado constituirse en una fuerza política cuya dimensión se verá en los resultados electorales del año entrante. Y paso de las matemáticas a la lógica. Si esa lista, sin Uribe, de 28 senadores elegidos “cabalgaba” sobre el éxito de la Seguridad Democrática, ¿cuántos senadores saldrán en un país arrinconado por el terrorismo y con Uribe liderando la lista? 

Con los resultados en la mano, en ese momento habrá que preguntarle a Roy Barreras si sigue pensando que aquello era “puro cuento”.

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