El racionamiento

El gobierno venezolano está dando los pasos necesarios para iniciar una etapa de racionamiento formal de alimentos, mediante la puesta en marcha de un mecanismo de identificación biométrica. Los argumentos son que requiere conocer lo que consume cada ciudadano y combatir el contrabando.

Esa medida indica que el estado castrochavista tocó fondo. Sigue el ejemplo de Cuba, que por muchos años, después del fin de la ayuda soviética, acaecida con el fin del comunismo, tuvo que llevar a cabo un draconiano racionamiento, porque se convirtió, bajo la dependencia total a ese Estado , en un parásito incapaz de producir nada que no fuera soldados para las aventuras de esta superpotencia en África.

El punto es que hasta Cuba eliminó la odiosa cartilla, hace relativamente poco, mientras que Venezuela comienza a atravesar ese túnel del hambre masiva regulada, en la que se le da a cada uno una cuota miserable para que pueda mantenerse, con dificultad, vivo.

¿Cómo pudo llegar nuestro vecino país a esta dramática situación, siendo como es –contrariamente al país caribeño- un país rico, el más rico de Latinoamérica? Muy fácil, el régimen acabó con la producción nacional, nacionalizando la industria y la agricultura, mediante el mecanismo de la estatalización de las fuerzas productivas y no produjo excedentes para importar alimentos.

La gallina de los huevos de oro, Pdvsa, una de las compañías petroleras más grande del mundo, terminó en manos de ineptos que convirtieron las refinerías en armatostes obsoletos, y acabaron por hacer descender la producción del combustible a niveles inimaginables.

A esto se suma los subsidios que la camarilla dominante otorgó a sus países satélites y aliados próximos, como Nicaragua y Argentina, Bolivia, etc., como una forma de ganar liderazgo en la región; y regalando prácticamente a Cuba el total de sus necesidades de gasolina, a cambio de miles de médicos -que buscan desertar a como dé lugar- y de otros miles de miembros de las fuerzas armadas y otros esbirros que dirigen el proceso de ”construcción del socialismo” y la implantación del espionaje y encarcelación a los venezolanos, consolidando una dictadura a imagen y semejanza de la que mantiene a los Castro en el poder.

A la ineptitud y la traición a la patria se le agrega la corrupción de funcionarios civiles y militares, especialmente en círculos de la familia gobernante, que se han enriquecido asombrosamente con los dineros públicos; corrupción, que de paso, convirtió a Venezuela en un narcoestado, socio principal de mayor cartel de drogas ilícitas de mundo, las Farc.

Desesperado, el régimen, achacó primero la escasez al acaparamiento de la “burguesía contrarrevolucionaria” de su país, y ahora, al contrabando, específicamente, en la frontera colombiana, como si hubiese productos alimentarios para pasar subrepticiamente, en cantidades significativas, a nuestro territorio.

La producción petróleo y gasolina ha caído a tal nivel, que ya se está anunciando el fin de los subsidios a sus amigotes y se comienza a combatir el paso ilegal de gasolina a Colombia, realizado por los llamados pimpineros, que ven como su fuente se subsistencia colapsa.

El hambre acosa, pues, a nuestros vecinos. Pero la medida del racionamiento no sólo no soluciona el problema, sino que lo agranda, porque el venezolano, históricamente ha sido un pueblo que ha disfrutado importantes niveles de abundancia, a pesar de la penuria generalizada de los últimos años. Ahora ésta no podrá justificarse por la existencia de una burguesía apátrida y un nuevo estallido social está configurándose en esa nación que ha ido acumulando descontento y muertos.

Y pensar que ese es el modelo que las Farc, con la complicidad objetiva del gobierno de Santos, quiere imponer en Colombia.

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